ABC (Córdoba)

Moreno zanja ante Casado el debate sobre el adelanto electoral

▶El presidente andaluz pide «más tiempo» para que el cambio en Andalucía «dé sus frutos» ▶El líder de los populares bendice la acción política de su barón: «Eres una referencia de buen gobierno»

- J.J. MADUEÑO/F. DEL VALLE ALHAURÍN EL GRANDE

Juanma Moreno y Pablo Casado se abrazan entre el aplauso de los militantes en la apertura del curso político del PP andaluz

Ante el plato estrella de la gastronomí­a española no es difícil tejer alianzas. Ataviado con un delantal y ante una inmensa paellera bien regada de aceite de oliva, Pablo Casado arropó ayer a Juanma Moreno en el inicio del curso político friendo huevos en Málaga. Lo hizo por segunda vez desde su nombramien­to al frente de su formación —no consecutiv­a; el Covid lo impidió el año pasado— y ante un nutrido número de afiliados, con la alcaldesa de Alhaurín el Grande como anfitriona.

Entre los dos, además de arrojar con mayor o menor arte el huevo a la sartén, ‘guisaron’ un futuro, el de la comunidad, en el que quedó claro que aquí el jefe de cocina es aquel barón cuya cabeza pendía de un hilo en noviembre de 2018, un mes antes de que se celebrasen las sorprenden­tes elecciones autonómica­s que terminaron con el PP en San Telmo. Entonces, la foto se la hacían en un conocido restaurant­e de comida rápida de Sevilla. Y claro, no es lo mismo.

En efecto, todo ha cambiado desde entonces. Como en cualquier acto de partido, se desparrama­ron los elogios. Pero de aperitivo, antes incluso de los huevos fritos, quedó prácticame­nte zanjado el debate sobre el adelanto electoral. En los discursos de ambos dirigentes no hubo ni una cita para ese runrún sobre urnas precipitad­as que Moreno rechaza y al que le instaban desde la dirección de su partido para consolidar la racha iniciada en los comicios madrileños. «Tienes nuestro apoyo para seguir sirviendo a los andaluces y tomar las mejores decisiones», le dijo de manera diáfana Casado al presidente autonómico.

Y mucho más para abrir boca. En las alocucione­s previas al condumio, el dirigente nacional calificó a Moreno como «referencia de buen gobierno y un ejemplo para todos nosotros». Si hace unos meses las divergenci­as en el PP pasaban por las injerencia­s de Génova incluso en los territorio­s donde gobiernan, como el andaluz, hoy la dirección nacional del partido tiene claro que para arrebatar el poder a Pedro Sánchez debe poner en el escaparate la gestión de quienes ostentan el poder institucio­nal.

Andalucía, el gran logro

Y éste es el caso de Moreno, con el que Casado se deshizo en elogios. Porque el PP mira a Andalucía como el lugar idóneo para demostrar lo mejor de sus políticas. Es su gran logro después de cuarenta años de socialismo. «Es emo

cionante poder decir que el PP está al frente de una de las tierras más internacio­nales de España. En este sitio todos nos sentimos identifica­dos. Son dos años y ocho meses pegados a las necesidade­s de los andaluces para resolverla­s», abundó Casado para resaltar la política «honesta» del presidente andaluz frente a la «jaula de grillos» en la que afirmó está instalado el PSOE.

Lo hizo desgranand­o cifras, como la creación de empleo en España en el segundo trimestre del año. «Esto era impensable durante cuatro décadas», criticó Casado, que también tiró de la inversión del 7% del PIB andaluz en Sanidad o del 5% Educación.

Cambio sin acabar

Cuando le tocó el turno a Moreno, en el auditorio había ya hambre. Pero el líder andaluz, como ya hiciera poco antes de las vacaciones, tenía clara la necesidad de arengar a los suyos ante el tramo final de su legislatur­a y sobre todo para apuntalar lo ya realizado. Volvió a ponerle fecha al mandato, alejando de nuevo dudas, pues dijo que Andalucía «se va a jugar en el próximo año y medio gran parte de su futuro». Y especialme­nte pidió a los suyos que le ayuden a transmitir que «el cambio no ha terminado».

Porque ésa fue la idea fuerza de su discurso. No es ya sólo que un adelanto electoral hoy por hoy rompería la inercia del cambio para jugársela en una suerte de ruleta rusa, sino que un cambio como el andaluz, después de tanto tiempo con el poder en las mismas manos, requiere de mayor tiempo «para que todo lo que estamos sembrando dé sus frutos».

«El cambio no es una acción concreta de que antes había un gobierno socialista y ahora uno de coalición con un presidente del PP; eso no es el cambio. El cambio es continuado», defendió, insistiend­o en que «seguimos cambiando Andalucía, los estilos, equipos, políticas... seguimos transforma­ndo la región y ese cambio no se puede hacer, ni mucho menos, después de casi 40 años ni en dos ni en tres ni en cuatro años».

Más cuando gran parte de su hégira ha estado —y aún estará— condiciona­da por la pandemia. Por eso Moreno quiere otra oportunida­d. Para que los andaluces «puedan observar que todas las políticas de bajada de impuestos, de simplifica­ción administra­tiva, de simplifica­ción del gasto, de hacer las cosas de manera distinta dan sus frutos», reiteró.

Y ya los hay, vino a decir. «Somos los primeros en creación de empleo, somos los primeros en trabajador­es autónomos, somos los que estamos creciendo más, somos la comunidad autónoma que más interés despierta para la inversión», subrayó, asegurando además, que «todo esto no es casual», es «fruto de un trabajo con honestidad, tranquilid­ad y certidumbr­e».

Terminaron los discursos y al fin llegaron los huevos fritos, «la comida que le gusta a todos los españoles». En la provincia del ministro de Consumo, Alberto Garzón. Las cosas claras.

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// EFE/DANIEL PÉREZ

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