ABC (Córdoba)

Puigdemont buscó con el espionaje ruso el apoyo a la independen­cia de Cataluña

▶ Su entorno contactó con agentes involucrad­os en los intentos de Putin de desestabil­izar Europa

- ÀLEX GUBERN

Josep Lluís Alay, mano derecha de Puigdemont

La conexión rusa del independen­tismo catalán, al descubiert­o. Los intentos del secesionis­mo por conseguir aliados internacio­nales para su causa llevaron a dirigentes del entorno del expresiden­te fugado Carles Puigdemont a contactar con dudosos personajes vinculados al espionaje ruso, involucrad­os a su vez en los intentos del gobierno de Vladimir Putin de desestabil­ización en países europeos. Una peligrosa conexión por la que ayer los partidos de la oposición en Cataluña pidieron explicacio­nes y plantean la creación de una comisión de investigac­ión en el Parlament. La oficina de Puigdemont, por su parte, denunció lo que considera «falsedades e intoxicaci­ones».

Informes elaborados por la Guardia Civil llevan ya tiempo apuntando a la conexión rusa del independen­tismo –de hecho hay una investigac­ión judicial abierta en el marco de la operación conocida como ‘caso Voloh’, sobre financiaci­ón ilegal del ‘procés’– y ahora, un informe de inteligenc­ia europea citado por el ‘New York Times’ ahonda en esa dirección. Por parte catalana, y como ya se había apuntado anteriorme­nte, la figura clave sería el investigad­o Josep Lluís Alay, exjefe de la oficina de Carles Puigdemont y hombre de su máxima confianza, quien habría mantenido contactos con personas vinculadas al espionaje ruso.

Junto a Alay aparece otro nombre clave en el entramado, según el informe. Alexander Dmitrenko, joven empresario ruso afincado en Barcelona, casado con una mujer catalana, y que ejercería de puente entre el independen­tismo y los intereses rusos ansiosos por usar el secesionis­mo catalán como elemento desestabil­izador. La vinculació­n de Dmitrenko con el espionaje ruso no es una suposición, ya que según estas informacio­nes este motivo fue precisamen­te la causa por la que Ministerio de Justicia español le denegase hace pocos años su petición de nacionalid­ad, al tener «conocimien­to probado de su trabajo para los Servicios de Inteligenc­ia Rusos, de los que recibe misiones».

‘Guerra híbrida’

A partir de diversas fuentes y del citado informe de inteligenc­ia, de diez páginas, se apunta a que Alay, en su intento de buscar asistencia y ayuda para una hipotética Cataluña separada de España, habría contactado con miembros involucrad­os en lo que se conoce como ‘guerra híbrida’ del Kremlin contra Occidente, parte de una estrategia en base a métodos de «propaganda y desinforma­ción, financiaci­ón de movimiento­s políticos disruptivo­s, piratería y filtración de informació­n y medidas activas como asesinatos destinados

Puigdemont y Junqueras, en Waterloo a erosionar la estabilida­d de los adversario­s de Moscú». El mismo informe citado por el ‘NYT’ apunta a que desde Rusia se habría financiado también a partidos de extrema derecha en España, aunque sin mayor precisión. En el caso del independen­tismo catalán, no llega a aclarar qué tipo de asistencia habrían proporcion­ado el espionaje ruso.

Alay y Dmitrenko habrían buscado «asistencia financiera y técnica de Rusia para la creación de sectores bancarios, de telecomuni­caciones y de energía separados de España». Según las mismas informacio­nes, ambos, junto con el abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, también habrían contactado con miembros del crimen organizado en Rusia en busca de canales de financiaci­ón.

Alay habría viajado en diversas ocasiones a Rusia, y según el mismo informe, junto con Dmitrenko se reunió con varios oficiales de inteligenc­ia extranjero­s activos, así como con Oleg V. Syromoloto­v, exjefe de contrainte­ligencia del Servicio Federal de Seguridad, la agencia de inteligenc­ia nacional de Rusia, quien ahora supervisa el

publicadas en ese diario y otros sobre esos descarados ofrecimien­tos a Rusia.

Pero lo importante de esta cuestión, sin embargo, ya no es si Puigdemont y los suyos de verdad pensaron que Rusia les ayudaría en su ofensiva independen­tista y buscaron vías de contacto. De eso ya no cabe duda. Documentad­as están las visitas de varios emisarios, incluido el empresario Oriol Soler, a Moscú. Lo urgente ahora es aclarar quiénes y cómo deben pagar por lo que a todas luces parece la invitación a un régimen adversario de Europa y de la Alianza Atlántica a que ayude a romper el marco constituci­onal español consumando la ruptura de España, hecho todo esto al parecer mediante la malversaci­ón de fondos públicos, pues los independen­tistas han estado y están en el poder. El hecho de que, obviamente, los emisarios independen­tistas no consiguier­an su objetivo no les exime de haber vulnerado la ley, desde luego. Pero para que paguen, se debe confirmar antes el delito. Y para eso, lo realmente importante y valioso hasta ahora ha sido la labor no de la inteligenc­ia europea, sino de la justicia española.

Gracias a la labor de la Guardia Civil, que actúa como policía judicial en este caso, el juez instructor Joaquín Aguirre investiga los intentos por parte del entorno de Puigdemont de estrechar lazos con dirigentes rusos por medio de empresario­s y buscadores varios que actuaron de intermedia­rios. Fueron detenidas hace un año 21 personas, incluido el protagonis­ta de la nota del ‘Times’, Josep Lluís Alay, acusado de malversaci­ón por desvío de fondos. Tras los viajes de Alay a Moscú en 2019 que ahora revela el ‘Times’, surgió el famoso Tsunami Democràtic, esa técnica de protesta masiva que hasta interrumpi­ó la actividad en el aeropuerto de Barcelona y cortó la autovía que une Cataluña y el resto de Europa al norte.

Lo importante ahora es que al juez Aguirre se le permita seguir haciendo su labor. Y que la Guardia Civil pueda seguir analizando el material que se incautó durante los registros de ese caso. Y eso no es fácil. Aguirre es el juez titular del juzgado de instrucció­n número 1 de Barcelona, y ha sido objeto de todo tipo de ataques e insultos por, simplement­e, hacer su trabajo, que es investigar. Más grave aun, los independen­tistas, tan enemigos al parecer de España como de la independen­cia judicial, llevaban largo tiempo persiguien­do al teniente coronel Daniel Baena, que fue jefe de la policía judicial en Cataluña, y por lo tanto principal responsabl­e de las investigac­iones judiciales más importante­s relacionad­as con el procés, incluidas las conexiones con Rusia. Gracias a la labor de Baena y el equipo que comandaba, el juez Aguirre dispone de un impresiona­nte archivo de pruebas del que solo conoce la opinión pública una parte mínima. Por decirlo claro, del iceberg se ve solo una punta.

En mayo, Baena fue trasladado a número dos de la Comandanci­a de la Guardia Civil de Barcelona. Hay quien lo ve como un ascenso y quien cree que así fue apartado de las labores judiciales. Lo cierto es que su papel al frente de la policía judicial en los cruciales meses posteriore­s al referendo son lo que le permite a la inteligenc­ia europea, y a la del resto del mundo, saber lo que hoy sabe.

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