La industria española también echa el resto
▶ Almodóvar, León de Aranoa, Icíar Bollaín o Álex de la Iglesia estarán en la cartelera
Leto, Al Pacino, Jeremy Irons y Salma Hayek.
No faltarán en esta cosecha los superhéroes y los supervillanos. Tenemos a Tom Hardy en ‘Venom: habrá matanza’ (15 de octubre), y a Tom Holland y Benedict Cumberbatch en ‘Spider-Man: No Way Home’ (17 de diciembre). Chloé Zhao, gran triunfadora de los Oscar 2020 con ‘Nomadland’, se ha pasado a las superproducciones de Marvel con ‘Eternals’ (5 de noviembre). Habrá sitio, además, para una (otra) secuela mítica: ‘Cazafantasmas: más allá’, que llegará el 3 de diciembre con el maestro del indie. Jason Reitman (‘Juno’, ‘Up in the air’), a los mandos. Otro tótem del cine cool, Wes Anderson, que ha revolucionado Chinchón con su nuevo rodaje, llegará a las salas el 29 de octubre con ‘La crónica francesa’, que despertó críticas dispares en el exquisito Festival de Cannes. Por cierto: ‘Titane’, la ganadora de la Palma de Oro, podrá verse en la gran pantalla a partir del 8 de octubre.
El próximo 8 de octubre Almodóvar estrena ‘Madres paralelas’, una película que explora la maternidad y la memoria. Por resumir: cuenta la historia de dos mujeres solteras embarazadas por accidente, una arrepentida y la otra exultante, una que está en la cuarentena y otra adolescente, una que es bisnieta de un desaparecido en la Guerra Civil y otra que creció en una familia apolítica y, por así decirlo, desmemoriada. Una es Penélope Cruz y la Otra Milena Smit. El drama está servido.
Más allá de Almodóvar vuelven a la cartelera otros pesos pesados del cine español. El 24 de septiembre Icíar Bollaín estrena ‘Maixabel’, que narra la historia de una víctima del terrorismo etarra que accede a entrevistarse con el asesino de su marido diez años después de lo sucedido. Daniel Monzón (‘Celda 211’, ‘El niño’) se presenta el 8 de octubre con ‘Las leyes de la frontera’, que adapta la novela homónima de Javier Cercas. Fernando León de Aranoa ha reclutado a Javier Bardem para encarnar a un empresario que lo arriesga todo para lograr un premio: su trabajo se llama ‘El buen patrón’ y podrá verse en salas a partir del 15 de octubre. La semana siguiente, Paco Plaza, maestro del terror, ofrece ‘La abuela’, con guion de Carlos Vermut: una mezcla
De arriba abajo: una imagen de ‘Madres paralelas’, de Almodóvar, Icíar Bollaín, Álex de la Iglesia y Fernando León de Aranoa
que se prevé explosiva. Y ese mismo día (22 de octubre), Jonás Trueba lanzará su documental ‘Quién lo impide’, que explora la adolescencia de los nacidos a principios del siglo XXI.
Ya en noviembre, el 12, Jaume Balagueró estrenará su thriller ‘Way Down’, y Carlos Saura hará lo propio con ‘El rey de todo el mundo’. El 26 de ese mismo mes, tendremos en cartelera ‘Veneciafrenia’, de Álex de la Iglesia, y ‘La hija’, de Manuel Martín Cuenca. Habrá, además, comedias, como ‘Live is life’ (5 de noviembre), y debuts prometedores, como el de Clara Roquet con ‘Libertad’ (19 de noviembre). Y mucho más, por supuesto.
En el Festival de Venecia el italiano Paolo Sorrentino ha causado furor con ‘Fue la mano de Dios’, un proyecto que ha necesitado de décadas de digestión y en el que ha dejado de lado sus excesos barrocos para resumir el trauma de su adolescencia en Nápoles: la muerte de sus padres, de la que él se libró por la casualidad y el fútbol. Aunque se estrenará en Netflix, en diciembre, es uno de los títulos imprescindibles de lo que queda de 2021. Lo mismo ocurre con el western ‘El poder del perro’, de Jane Campion, que aterriza en la plataforma el 1 de diciembre.
Una infancia en Belfast
Igual que Sorrentino, Kenneth Branagh ha decidido explorar su intimidad en ‘Belfast’ (19 de noviembre), una obra semiautobiográfica que relata la infancia de un niño en los años sesenta en la capital de Irlanda del Norte. Tras su calurosa acogida en el Festival de Telluride ya se comenta que puede ser un serio candidato al Oscar. Otro veterano actor que también disfruta detrás de las cámaras, Sean Penn, no ha tenido la misma suerte con ‘El día de la bandera’ (22 de octubre), que ha sido azotada por la crítica, a la que no le ha gustado su padre de familia metido a atracador de bancos y estafador para salvar a su hija. Mejor pinta tiene ‘The Card Counter’, el regreso de Paul Schrader, programado para el 31 de diciembre. En él nos muestra a un atormentado veterano de la Guerra de Irak condenado al póker (Oscar Isaac). Es un ser meticuloso y roto y lleno de culpa, muy trágico, muy de Schrader.
A Steven Spielberg sus fans llevaban décadas pidiéndole un musical, y a sus 74 años el cineasta ha decidido, al fin, lanzarse al género. Lo ha hecho, además, metiéndole mano a un clasicazo, ‘West Side Story’ (10 de diciembre), que huele a éxito. La historia es de sobra conocida: dos bandas callejeras de Nueva York se enfrentan por un amor igual que los Montesco y los Capuleto, y mientras tanto cantan y bailan, porque la vida es corta. Hay mucha expectación por ver lo que ha hecho el Rey Midas de Hollywood con ese material. Lo que nos gusta un Shakespeare.
Casi lleno sobre el aforo permitido. Encierro de Murube, en general, descastados, sin raza y desiguales de presencia.
MORANTE DE LA PUEBLA, estocada y descabello (silencio). Pinchazo y estocada desprendida (oreja).
JUAN ORTEGA, estocada media y delantera (oreja tras aviso). Pinchazo y estocada contraria y perpendicular (oreja).
PABLO AGUADO, pinchazo y media estocada tendida (ovación tras aviso). Estocada (dos orejas).
Frustración. Ante el resultado, cabe esperar una rotunda tarde de toros. Nada más lejos de la realidad. Sesión de destellos, de mucha voluntad, eso sí, y buenas formas de los matadores, pero tarde decepcionante en lo ganadero que impidió un verdadero candado. De agradecer el ambiente, el cartel y la organización. Pero muy reprochable el juego del ganado.
El último en saltar al ruedo fue desorejado. Aguado, que apuntó maneras en el tercero con la capa, volvió a regalar una coqueta secuencia para recibir, donde ralentizó el lance con una media antológica. Tras apretar el toro en varas, el único que lo hizo, el torero, de nuevo al delantal lució con el manto, rematando muy atrás y en redondo. Con ese temple que le caracteriza, mostró disposición para construir ante un oponente sin opciones. La insistencia le concedió romper una serie ya más tras tres de prueba. En esas, construyó una faena, que tardó en despuntar, pero acabó con el toro a las órdenes del diestro. Después de conseguir ligar, en corte, recto y por derecho, pudo elevar estilo con mérito, muy por encima del antagonista. Cerró doblándose por bajo, levantando al graderío. Se le pidieron dos orejas, que fueron concedidas.
Al tercero lo toreo con son de salida. Un playero al que llevó a los medios con la capa, donde dejó tres verónicas y una media en una serie que no fue completa por los dos enganchones que sufrió con el engaño. Con ánimo, asumió la muleta con la derecha, templando al arranque para sacar del tercio. En los medios, se mostró elegante componiendo el corte y plantando la muleta al hilo del pitón contrario. A compás abierto sumó cinco series antes de
Pablo Aguado, uno de los triunfadores de la tarde, en su primera faena, con la izquierda
proponer con la zurda, ya con el enemigo a menos. Falto rotundidad.
El segundo de la tarde salió huidizo, circunstancia que impidió a Juan Ortega embarcar hasta superar los tercios. Con la muleta sacó hacia los medios en una serie intermitente alternada con dos trincherazos dibujados con gusto. La res, que tiraba derrotes y puntilleaba, resultaba demasiado incómoda, topando la tela y llegando a desarmar al torero, que siempre quiso estar ahí. En exponencial insistente y cargado de voluntada se armó de tesón y confianza para reincidir con el toreo al natural, mano con la que ejecutó pasajes bellos, con muletazos de trazo
Juan Ortega, con la mano izquierda
largo y muy asentados. Al final, fue premiado con una oreja tras una efectiva estocada.
En el quinto, al que no hubo manera de robarle un capotazo en el saludo, Ortega, tras un primer tercio un tanto embarullado, regaló dos artísticas chicuelinas y una bella media en el quite que antecedió al tercio de banderillas.
Con la muleta, tras brindar al público, se mostró decidido, sacando de tablas de manera elegante y rotunda, con mando. Ya fuera del tercio, compuso sobre la derecha, obligado a rectificar por la condición de la res, que salió suelta. Con la mano sobre la zurda, tuvo que sostener a un ya rajado enemigo, también en la dinámica del encierro. Muy por encima el torero. Cerrando por bajo con doctrina. Faena medida en tiempos, cuidada en forma y pura en esencia que fue premiada porque el diestro volvió a estar por encima de un antagonista demasiado mediocre como para hacer romper la causa.
Morante cortó una oreja al que hizo cuarto, animal al que toreó con duende con el capote, impartiendo un lanceo de cinco verónicas a media altura compuestas y armónicas, algo que ilusionó al aforo. De igual, dejó otro detalloso lance para poner en suerte y un quitedonde relució la media. Con la muleta, anduvo firme y voluntarioso, dejando pinceladas con detalle en una faena inconexa, pero cargada de retales. Se mostró más audaz con la muleta al natural. Faena a más en intensidad con un toro a menos. Ante el primero, anduvo sin opciones y el matador liquidó con premura. Sesión de expectación anegada por el poco juego de los animales, con poco fuelle. Pero tarde también para el recuerdo, porque volvieron los toros a Lucena y la gente, en mayor o menor medida, se fue con cosa. El toreo está vivo.
Con ese temple que le caracteriza, Aguado mostró disposición para construir ante un oponente sin opciones