Alfonso Cabello vuelve a casa y busca nuevos retos
la tranquila estación del AVE de una tarde de domingo del final del verano ha irrumpido una comitiva alegre. Llevan algunas pancartas con fotografías y banderas de España y sobre todo una camiseta en que se repite un nombre: Alfonso Cabello Llamas. El segundo apellido es importante porque quienes han llegado, una treintena de personas entre mayores y niños de pocos años, son familia del deportista, por los dos lados.
Sus padres, Julián y Dolores, sus hermanos, sus primos, sus tíos. «Amigos no, sólo familia, porque somos muchos», dicen. Llegan de La Rambla para acompañar a su gran campeón en el último trayecto de su viaje desde Tokio: el que lo llevará a su casa en este pueblo de la Campiña, con los suyos, que son muchos.
Alfonso Cabello llega en el tren de las siete y cuarto de la tarde con dos medallas ganadas en los Juegos Paralímpicos de Tokio: de oro en la prueba del kilómetro y de bronce en velocidad por equipos, además de un record del mundo.
Con ellas ya son cinco las que ha conseguido desde que empezó a competir en Londres 2012. Mientras espera, su madre, Dolores Llamas, pide que sea Julián Cabello, el padre de Alfonso, el que tome la palabra: «Yo estaba confiado en él, porque parecía estar fuerte».
En el ciclismo y en el deporte, «se puede fallar en la primera pedalada,
N Epero ha estado muy bien». Aplausos y gritos de «campeón, campeón, oé, oé, oé» lo reciben cuando sube la rampa, pero los vigilantes de seguridad le piden que se aleje de la rampa para facilitar el tránsito de viajeros. Incluso en los tiempos del coronavirus, la alegre comitiva que ha llegado desde La Rambla tiene cuidado de no formar una aglomeración que pueda resultar peligrosa.
Abraza a los más próximos de los
El ciclista, abrazado por sus familiares en la estación
Alfonso Cabello, a su salida de la estación al llegar a Córdoba que le esperan y enseña las dos medallas que se ha traído de Japón. «Saben a gloria, porque es el trabajo de más de cinco años, y el haber llegado aquí es un resultado inmejorable», dice el ciclista, que insiste en reclamar para el deporte que practican los discapacitados la condición de «deporte de élite». Su trayectoria y la de otros muchos son un ejemplo de que los logros pueden ser importante, y por eso es concluyente: «Las barreras están para romperlas».
Por todas partes se ven las pancartas: «Te queremos, campeón». En otra figuran fotografías y una leyenda: «Tu lucha, constancia y esfuerzo han tenido la mejor recompensa. Estamos orgullosos de ti».
Juegos Paralímpicos
Los familiares del doble medallista paralímpico lo reciben al grito de «campeón» en su vuelta a Córdoba después de coronar otra cima de su exitosa carrera deportiva en Tokio
«Podía pasar cualquier cosa, pero yo estaba muy confiado en él, porque lo veía bien»
«No esperaba encontrarme a mi familia. Es el mejor recibimiento que podía tener al llegar»
Campeonato del mundo
No en vano, ahora vuelve a pensar en nuevos retos. Tiene 28 años y ahora quiere descansar en casa, en La Rambla, con los suyos, durante algunos días. Los Juegos Paralímpicos, con los entrenamientos y la tensión competitiva, no han tenido que ser fácil para nadie de los que compita.
Después vienen otros retos, como el campeanato del mundo de ciclismo, que se tiene que celebrar el año que viene en un lugar que todavía no se conoce, mientras proclama su satisfacción por lo que ha conseguido y hace muchas veces la señal de la vicotira.
Está emocionado y agradece a todos los que le aclaman, le aplauden y hacen un pasillo cuando sale de la estación. «Es el mejor recibimiento que se puede tener una vez llegado a casa. No tengo palabras, no esperaba encontrarme a mi familia», dice.
Fuera le espera el pasillo del campeón, muchos más abrazos y también mucha más calma en el camino a La Rambla, donde tendrá un pequeño reposo antes de seguir con los entrenamientos y la competición.