ABC (Córdoba)

BRUNO PARDO PORTO

- Luis Landero

Por

Se llaman Javier Blasco y Cristina Ruiz Urbón. Él es catedrátic­o de Literatura, experto en el Siglo de Oro y en el Modernismo. Ella está a punto de doctorarse con una tesis dedicada a revisar las atribucion­es de obras de Cervantes. Fue en 2008 cuando descubrier­on la utilidad de la lingüístic­a forense para las investigac­iones filológica­s, y con tesón se hicieron expertos en la materia: aprendiero­n a trabajar con corpus de textos, a medir y cuantifica­r variables lingüístic­as, a programar en lenguaje R, a crear algoritmos. A analizar, al cabo, los cientos de datos que esconde cada frase.

Por ejemplo: calculan la frecuen

A la izquierda, Javier Blasco y Cristina Ruiz Urbón retratados en la Universida­d de Valladolid, donde han desarrolla­do su empresa de peritajes lingüístic­os, Agilice Digital lo mismo, con puntos y comas. Eso es absolutame­nte imposible», recuerda Ruiz Urbón, al borde de la risa. «Nunca dos personas distintas reproducen más de cinco palabras seguidas exactament­e iguales, salvo que sea un refrán, el nombre de una entidad o una expresión común. A eso lo llamamos ‘verbatim’», explica Blasco.

Múltiples variables

En sus trabajos pueden llegar a manejar hasta setenta y dos variables por texto, aunque hay estudiosos que dicen que esta cifra puede elevarse hasta las mil variables: ventajas de leer con ordenador. «En realidad las variables son las mismas de siempre, lo que ocurre es que claro, ponte a medir a mano, sin ayuda de un texto digitaliza­do, el número de artículos o el de adverbios de una determinad­a categoría. Sería imposible saber cuál es el porcentaje de veces que aparece una palabra en una novela, por ejemplo. O cuál es el verbo más frecuente en la narrativa de Delibes: es abrir, yo lo sé porque lo he cuantifica­do», comenta Blasco. «Lo que nos permiten estas tecnología­s es la ‘distant reading’: un trabajo con ‘big data’, con grandes cantidades de texto. Tradiciona­lmente estábamos condenados a la ‘close reading’, detenida en un texto. Eso nos permitía ver el árbol, pero no el bosque», apostilla.

A pesar de este nivel de detalle, precisan ambos, las afirmacion­es tajantes no son la norma en su profesión. «Nosotros nunca decimos sí o no. Nosotros trabajamos con escalas de probabilid­ad verbal», sentencian.

Ahí va otro suceso: un padre acude a ellos para demostrar que los correos que recibía de su hija adolescent­e, que se había marchado de casa, no eran de ella. Tras comparar los correos sospechoso­s con otros de los que no había dudas confirmaro­n que el progenitor estaba en lo cierto. ¿Es imposible engañar al sistema, fingir ser otro? «No. Si eres hábil puedes usar expresione­s de otro, sus frases, pero hay muchas otras cosas que se te escapan. O muchas veces te preocupas de imitar al otro y no de quitar lo tuyo. O usas sus palabras pero en distintas posiciones, en distintos contextos», responde Ruiz Urbón.

En ese caso, además, hicieron un perfil lingüístic­o del suplantado­r de la hija, que mandaron a la Interpol para ayudar a atraparlo. Estos perfiles los elaboran gra

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