ABC (Córdoba)

Contratos llenos de artimañas

▶En el fútbol hay cláusulas de fácil cumplimien­to para diferir pagos, salvar las reglas financiera­s y regatear al fisco

- SERGI FONT

El PSG le pagaba medio millón al año si no criticaba las a Thiago Silva decisiones de su entrenador

El bonus ético impuesto por el PSG a Neymar tiene un precedente, el que firmó Thiago Silva con el club francés (2012-2020), por el que percibía 492.000

Bergkamp incluyó por contrato no y el Sunderland viajar en avión que Schwarz no viajara al espacio

Bergkamp tenía fobia a volar. Su exención contractua­l a ir en avión rebajó su sueldo, algo que el holandés aceptó. Más curiosa es la estipulaci­ón que exigió

Los contratos que firman clubes y futbolista­s van mucho mas allá de la duración del vínculo y las cantidades a percibir por los jugadores. Acuerdos plagados por flecos destinados a burlar el ‘fair play’ financiero, los compromiso­s ineludible­s con el fisco o, en algunos casos, extravagan­cias propias de jóvenes estrellas y de clubes dispuestos

Bonus de 6,5 millones por temporada a por «saludar y dar Neymar las gracias a los aficionado­s»

El PSG ha incluido en el contrato de Neymar un bonus ético, que esconde parte del fijo que percibirá el brasileño. Algo habitual en sus contratos.

Con el

El Liverpool premiaba a Balotelli con libras al año si un millón no era expulsado de más de tres veces

El Liverpool dudaba del carácter de Balotelli y le puso un incentivo para que tuviera un buen comportami­ento.

Un bonus que limitaba su

Barça ya firmó un premio por «estar a disposició­n del entrenador», además de un premio de fidelidad de 64,4 millones por renovar. conducta violenta como «escupir a un rival».

El Milán, posteriorm­ente, le impuso un régimen marcial, con normas muy estrictas. euros por no criticar las decisiones de su entrenador. A ello había que sumar 33.000 euros por aplaudir a la afición tras los encuentros. el Sunderland a Schwarz, cuyo agente tenía reserva para el primer vuelo comercial al espacio.

Le hicieron firmar una renuncia a acompañarl­e. a atajar cualquier acto de indiscipli­na. Son habituales los acuerdos en los que figura un fijo y una serie de variables por rendimient­o, vinculadas a los partidos disputados o a los títulos conseguido­s por la entidad. El espíritu motivacion­al de estas cláusulas esconden argucias legales para diferir pagos, regatear el límite salarial impuesto por la UEFA o prorratear los impuestos fijados por la Agencia Tributaria. Es el caso de las estipulaci­ones de muy fácil cumplimien­to que figuran en los contratos, como el que firmó Neymar. El brasileño acordó percibir 6,5 millones anuales en lo que se estipuló como un bonus ético por ser «cortés, puntual, amable y estar a disposició­n de los aficionado­s», a los que debía «saludar y dar las gracias antes y después de cada partido».

«Con el variable de fácil cumplimien­to, lo que se pretende es recolocar fijos en variables, aparentand­o la forma de variablida­d de manera que se pueda jugar con el límite salarial y se pueda fichar más fácilmente», explica a ABC Daniel Aroca, letrado socio de Auren Abogados.

El ejemplo de la cláusula ‘ética’ de Neymar tiene un precedente en Thiago Silva, al que le premiaban por no discutir las decisiones de su entrenador en el PSG. No obstante, más allá de algunas grotescas peticiones (Passarella no convocaba a ningún jugador con pelo largo para jugar con Argentina, el Betis prohibió a Van der Vaart jugar con botas rojas por ser el color del Sevilla, Guié-Mien le exigió el Eintracht que le pagara un curso de cocina a su esposa, Giuseppe Reina le pidió una casa por cada año de contrato al Arminia Bielefeld o Spencer Prior estuvo obligado por contrato a comer testículos de cordero con limón y salsa de perejil, un plato típico del Líbano, de donde era originario el presidente del Cardiff), la mayoría de acuerdos actuales incluyen cláusulas de lealtad por no irse a otro equipo.

Cláusulas de fidelidad

Es el caso de Griezmann, que tenía un ‘loyalty bonus’ de siete millones con el Barcelona a partir del tercer año por permanecer en el equipo. Un fijo encubierto que respondía al concepto de mantenerse fiel al contrato pactado entre las partes y al que había que añadir otros 6,5 millones por cada uno de los siguientes dos temporadas. Un total de 20 millones de euros al que añadir a su salario. Una forma de atrasar el pago de impuestos. «Fiscalment­e, el criterio para la tributació­n sería el de diferir pagos atendiendo a la retención que haya que pagar. Si no hubiera separación en la forma de imputar de forma desagregad­a el fijo del variable no habría ningún efecto y sería neutro», ilustra Aroca, especialis­ta en derecho fiscal.

El caso de Griezmann es muy similar al que firmó Messi cuando renovó en 2017 por valor de 65 millones de euros. Estas disposicio­nes son entendible­s. No tanto las que se explicitar­on en el contrato del argentino, como la ‘cláusula de independen­cia’ por la que el argentino quedaría libre si Catalunya lograba la secesión (el contrato se firmó poco después del referéndum ilegal del 1-0). Otra interpreta­ción es que estas cláusulas de fidelidad no computan como masa salarial sino que algunos clubes la imputan directamen­te a la deuda. «Las variables están contemplad­as habitualme­nte, pero jurídicame­nte es salario. Otra cosa es una prima por fidelidad, que fiscalment­e no será declarada cada año como salario, sino en el momento en el que se perciba. Esta cantidad no computa a efectos de tope salarial en un año determinad­o», aclara Jacinto Vicente, abogado experto en derecho deportivo, a este diario. Y denuncia: «Lo que están haciendo otros clubes, como el PSG, es fijar cláusulas que ya no son por objetivos, como cláusulas de fidelizaci­ón o de buen comportami­ento... Al final es un diferimien­to de salario para lograr reducir el gasto».

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