La Casa Blanca.
9.03
estrellado en la segunda torre. América está siendo atacada».
A Bush le cambió el gesto, en unos momentos inmortalizados por las cámaras. Estuvo algo más de cinco minutos con los niños. Su equipo siempre ha defendido que Bush trató de mantener la calma para no provocar el pánico en televisión.
Cuando el presidente salió del aula, fue a la sala en la que había hablado con Rice, y conectó con el vicepresidente Cheney, el gobernador de Nueva York George Pataki y el director del FBI, Robert Mueller. Después fue a la cafetería, donde estaban los medios que le acompañaban.
Con el presidente de EE.UU. viaja siempre un equipo de periodistas, para documentar cada movimiento. Ni siquiera habían volado con él los primeras espadas de los grandes medios, pues esta era una visita que no se preveía noticiosa.
Bush les dijo a los medios lo siguiente: «Damas y caballeros, este es un momento difícil para EE.UU. Lamentablemente, volveré a Washington después de mis comentarios».
El funcionario de más alto rango en Washington aquel 11 de septiembre era el vicepresidente, Dick Cheney, quien fue informado del primer avión en Nueva York en su oficina de la Casa Blanca. Estaba reunido con unos de sus asesores, John McConnell, que se encargaba de escribirle discursos, cuando ambos vieron en la televisión a las 9.03 cómo el segundo avión se estrellaba contra la torre sur.
Sólo a las 9.15 pudo hablar Cheney con Bush en Florida. El equipo de seguridad nacional de la Casa Blanca, incluida Condoleezza Rice, estaba al completo en su despacho.
A las 9.36, un agente del Servicio Secreto entró en el despacho diciendo que el aeropuerto Ronald Reagan, a unos pocos kilómetros, había informado de que un avión se dirigía a la capital y se negaba a comunicarse con la torre de control.
Un avión comercial, con toda probabilidad secuestrado, se dirigía hacia la Casa Blanca a 800 kilómetros