Gloria a Parot, muerte a Vox
Pablo Iglesias desarrollará su ‘periodismo crítico’ en el ‘Gara’ apuntando a los fachas salvajes
LOS 250 kilos de amonal del Peugeot que Henri Parot aparcó junto a la casa-cuartel de Zaragoza con el fin deliberado de que en el funeral hubiera una hilera de ataúdes blancos han dejado llagas incurables en la memoria de los españoles dignos. Aquel genocida cercenó vidas, familias, brazos, piernas... Y ahora también está despojando de vergüenza a la clase política que pacta con sus camaradas y los califica como ‘hombres de paz’. Pero jamás podrá mutilar la victoria de una sociedad que ha tallado sobre tantísimas lápidas el único epitafio triunfador: justicia. El Gobierno que pende del hilo de los titiriteros del terror está intentando manosear sin disimulo la independencia judicial, armazón de todas las libertades, como gritó Lesmes en el inicio del curso. Ninguna puerta giratoria es tan escandalosa como la que cruzó Dolores Delgado desde el Ministerio de Justicia a la Fiscalía. Y ningún magreo al decoro es más verecundo que el del ministro Marlaska, el juez que arrima a los carniceros a sus pueblos mientras clama contra los supuestos discursos del odio de la extrema derecha sirviéndose a sabiendas de una denuncia falsa. Un magistrado que emite sentencias antes de describir los hechos probados no puede ser sino uno de los trompeteros del apocalipsis. Marlaska ha sido abducido por la demonomancia del poder, está atrapado en la hipnosis del sanchismo, esa metafísica desalmada que canjea derechos por intereses, indultos por sillones, homenajes a terroristas por lucecitas verdes en las votaciones del Congreso.
Los amigos de Otegui, Aizpurua y demás accionistas del negocio de Sánchez han organizado un homenaje en Mondragón a Parot, 82 muertos, 4.800 años de cárcel, y a esta hora ese aquelarre etarra todavía no ha sido prohibido. El gran ejecutor del comando ‘Argala’, ojo derecho del trío ‘Artapalo’, Pakito, Txelis y Fiti, Hipercor y Zaragoza, provoca silencios tan inmundos en La Moncloa como el de Rufián con la ‘Pringada’ escogida, que con esta clase de gente nada es casual, para soltar el nuevo cebo: a veces está bien matar. Pablo Iglesias ha comenzado a hacer su ‘periodismo crítico’ en el ‘Gara’, una tribuna ideal para apuntar a los fachas salvajes que se atreven a pensar distinto. Lo bueno es que los que están preocupadísimos por la intrusión de Ibai Llanos en el oficio no han dicho ni mu sobre el artículo de su mesías contra el PP y Vox que estaba ilustrado con una parabellum. Muy sutil lo suyo. Las pistolas de los militares que han ido a Afganistán son fascistas. Las de los encapuchados de ETA..., quietos, que nos jugamos el pan. La izquierda podrida que nos gobierna enarbola la mayor aberración democrática posible: los adversarios políticos son criminales y los criminales afines son héroes. De nuestra dignidad en las urnas depende que se nos quede un país donde se homenajea a sanguinarios convictos y se manda al patíbulo a los discrepantes.
Siento escribir tan áspero, pero es que ya está bien.