Ponle suavizante

La escalada del precio de la electricidad echa por tierra el programa oficial de franjas valle y jornadas festivas

Como abogada de tiros largos y litigios multimillonarios, la presidenta de la CNMC tiene una experiencia en los tribunales solo pareja a su ambición. Como socióloga, que es lo que demanda el mercado de la ingeniería sanchista, a Fernández le falta un hervor de madrugada, que sale algo más barato. Cani será recordada como la psicóloga de la rama del conductismo energético que hace poco más de dos meses aseguró que el quid de la cuestión eléctrica estaba en un cambio de hábitos de consumo. «Creo que nos podemos organizar de otra manera», decía en junio la letrada, metida en el berenjenal ecológico de las franjas valle y los fines de semana de lavadora, plancha y paletilla al horno. «O comprar temporizadores por veinte euros», apostillaba. Con el megavatio a precio de marisco –ayer a 150,78 euros; hoy a 144,18, el domingo más caro de la historia– los únicos hábitos rentables son los de una monja de clausura. El otro día reconoció monseñor Omella que limpiaba los calcetines de noche y en el lavabo. ¿A qué hora quedamos? Podemos llegar aún más lejos en la modificación de unas rutinas domésticas que proceden del heteropatriarcado e impiden avanzar en la transición ecológica, feminista y digital, pero necesitamos, como suavizante para gayumbos, expertos como Cani que nos iluminen a través este largo viaje desde las sombras de un tiempo de libertinaje centrifugado, vicio gratinado y raya en el pantalón.