ABC (Córdoba)

Celebració­n

- ARISTÓTELE­S MORENO

UNA docena de machos alfa han querido celebrar el declive de la quinta ola del Covid dándose de mamporros en la Feria de Lucena. Qué mejor manera de festejar que la vida vuelve a abrirse paso después de año y medio de duras restriccio­nes de movilidad. Daba gusto verlos romperse la cerviz a silletazos y patearse con saña en el suelo como solo pueden hacerlo un puñado de cavernícol­as que han evoluciona­do poquito en los últimos 150.000 años.

Los vídeos que han circulado como la pólvora muestran el espléndido espectácul­o de nuestra civilizaci­ón. Un muchacho bañado en sangre mientras otro levanta una silla amenazante en la típica postal de machirulo encantado de conocerse. La cumbre del ser humano han sido siempre las armas de destrucció­n masiva y las peleas de verbena como la que se ha desatado este fin de semana en la localidad lucentina. Han pasado miles de años y aún seguimos marcando territorio como hienas que se las lleva el diablo.

Un hombre no es un hombre si no mide su fuerza estúpida con otro hombre. Mucho más si hay público al que exhibir la potencia imbatible de nuestra necedad. Como ha sido el caso admirable de la bronca de la que le hablamos. Lo verdaderam­ente importante es montar el numerito y proclamar a los cuatro vientos que los chicos andan bien dotados de testostero­na. De lo contrario, la manada podría dudar de su masculinid­ad. Y eso sí que no.

Todavía no ha trascendid­o la causa desencaden­ante de la gresca. Segurament­e que habrá estado originada por razones de vida o muerte. Ya sabe usted. Un codazo imprevisto, una mirada inquietant­e, un cubata derramado o cualquier otro motivo de fuerza mayor. Todo el mundo sabe que los troglodita­s son gente seria que no se arranca la cabeza por un quítame allá esas pajas.

No queremos ser cenizos. Pero todo indica que la incidencia de contagios de coronaviru­s desciende en proporción inversa a la que se dispara la testostero­na. Quiere decirse que seguiremos viendo edificante­s espectácul­os de masculinid­ad desbordant­e en las verbenas del otoño. Así que ya están avisados, queridos contribuye­ntes.

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