Los talibanes ocupan un valle del Panshir sin apenas civiles
▶Hace una semana proclamaron su victoria militar en el valle, pero la situación dista mucho de ser normal ▶El mulá asegura que todos los combatientes que han entregado sus armas «reciben el perdón del ‘emirato’»
blar, explicar al mundo su punto de vista y la forma en la que ven el nuevo Afganistán. Los jóvenes milicianos piden al extranjero que les grabe con su cámara y no paran de hacerse selfis con el río Panshir de fondo. Ninguno de ellos había pisado antes este lugar que permanece en el imaginario afgano como un bastión inexpugnable desde la época de Alejandro Magno hasta la del anterior ‘emirato’, que nunca pudo con el ‘León del Panshir’, entonces fuertemente apoyado por Estados Unidos.
La resistencia
La resistencia ahora la lidera Ahmed Massoud, hijo treintañero del héroe nacional, que se encuentra en paradero desconocido desde que los talibanes lanzaron su ofensiva y clamaron victoria. No ha admitido la derrota y mantiene a través de las redes sociales su llamada a la resistencia. Shams Odin es uno de los pocos lugareños que ha optado por quedarse. Tiene una tienda de ultramarinos y otra para arreglar pinchazos de ruedas. Un grupo de diez talibanes compra bebidas energéticas y Shams Odin les regaña porque solo tienen rupias de Pakistán, nada de afganis, la moneda nacional.
Cuando el grupo de combatientes
Un miliciano talibán, en el valle de Panshir
se va, se sirve un té y se explaya. «Vienen de diferentes partes del país, algunos son educados y nos tratan bien, otros son muy brutos», confiesa este veterano de la yihad contra el Ejército Rojo. Tiene una mirada desafiante. No tiene miedo. Señala a las montañas y eleva la voz para decir que «no nos hemos rendido, nunca lo haremos. Nuestros hombres se han replegado a lugares seguros que solo nosotros conocemos porque es imposible hacer frente a semejante número de talibanes. Cada vez llegan más y más, pero el Panshir resiste y por eso envían refuerzos».
El precio de la resistencia es caro. Los civiles han escapado y la cosecha se perderá porque no hay nadie que trabaje el campo. A diferencia de otros conflictos como el sirio o el iraquí, en este caso no se observa saqueo en comercios y viviendas y las huellas de los combates se limitan a los blindados de las fuerzas del Panshir reventados en las orillas de la carretera. Estos esqueletos de fabricación estadounidense, muchos de ellos chamuscados, comparten ahora escenario con los tanques que perdieron los rusos y se quedaron para siempre.