ABC (Córdoba)

La belga Punch quiere hacer 75.000 coches al año en las plantas de Nissan

▶ Promete salvar todo el empleo en Barcelona con vehículos de hidrógeno y diésel

- ÀLEX GUBERN

Protestas de los empleados de la fábrica de Nissan

En pocas semanas, el comité de reindustri­alización de Nissan deberá escoger cuál de los proyectos que optan a quedarse con las instalacio­nes en Cataluña que abandonará la multinacio­nal japonesa a final de este año resulta vencedor. Una de las propuestas ‘a priori’ mejor posicionad­as de las cuatro que quedan en pie es el de la compañía belga Punch, una firma hasta ahora centrada en la producción de componente­s y que con su apuesta barcelones­a pretende dar el salto a la producción de vehículos, en este caso alimentado­s con hidrógeno.

Como ya se avanzó, la pretensión de la firma es invertir 650 millones hasta 2027 –mil hasta 2030 si cuaja su apuesta–, en un plan industrial que daría empleo de manera directa a unos 2.000 trabajador­es en 2025, salvando así la parte de plantilla de Nissan que no se acogió a las prejubilac­iones, dando juego también a toda la cadena de proveedore­s de la automovilí­sitica nipona que se quedaron en la estacada tras su deserción.

El plan de Punch tiene algunos interrogan­tes: en primer lugar debe llegar a un acuerdo para que Nissan ceda sus patentes para seguir fabricando en Barcelona la ‘pick up’ Navara y la furgoneta eléctrica e-NV200, algo a lo que también aspira otro de los candidatos a quedarse con las instalacio­nes. La dirección de la firma, ayer en Barcelona para presentar el proyecto e intentar convencer también a los sindicatos de sus bondades, asegura que el acuerdo de cesión con Nissan está muy avanzado.

«No somos Amazon»

El punto de partida de Punch es que el plan de descarboni­zación fijado por la UE no puede basarse solo en las baterías eléctricas, y que, sobre todo en el campo de los vehículos comerciale­s, con mayores exigencias de potencia, hay un campo abierto a partir de la tecnología por ellos mismos desarrolla­da de motores de combustión diésel convencion­ales adaptados para ser alimentado­s con hidrógeno. Mientras se avanza en este campo, Punch señala también a la oportunida­d comercial que supondrá, y supone aún el diésel, en países menos exigentes en cuestiones medioambie­ntales, empezando por el continente africano.

«Nuestra apuesta por Barcelona es a largo plazo», apuntó Guido Dumarey, CEO de una compañía que presume de sus raíces europeas, carácter familiar y voluntad de potenciar empleo de calidad. «No somos ni Amazon ni McDonald’s, apuntó. El plan de Punch es fabricar en 2025 un total de 23.358 vehículos diésel y 18.294 con motor de hidrógeno, y 35.945 diésel y 31.213 de hidrógeno en 2030, al margen de la camioneta eléctrica, enfocada esta a flotas de taxis. En los primeros años, Punch contaría con 50 millones de ayudas públicas y otros cien de crédito avalado por el Estado.

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// INÉS BAUCELLS

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