El mundo tendrá un fondo para compensar los estragos del clima
▶La Cumbre del Clima aprueba el mecanismo para países vulnerables, que deberá ser desarrollado en 2023 ▶La falta de avances en los recortes de emisiones genera insatisfacción entre el bloque de países desarrollados
Parecía casi imposible, pero después de tres décadas, los países en desarrollo han conseguido el compromiso de casi 200 naciones para crear un fondo que los compense por los estragos que el cambio climático ya causa en sus territorios, y los que seguirá causando. La Cumbre del Clima de Egipto, la COP27, aprobó en la madrugada de ayer por unanimidad la creación de este fondo, aunque no se hará inmediatamente efectivo. Sin embargo, la sensación final fue agridulce para muchos, ya que los países no ahondaron en la lucha contra los combustibles fósiles o el recorte de gases de efecto invernadero, como demandaban algunas partes.
La cita de Sharm el-Sheij amenazó con naufragar en sus últimas jornadas, después de pasar casi dos semanas de conversaciones entre todos los países. Las críticas a la gestión de la presidencia del encuentro internacional, en manos del ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, fueron incrementándose en los últimos días y el jefe de los negociadores europeos, Frans Timmermans, llegó a amenazar con abandonar las negociaciones ante la falta de ambición de los textos.
En un acuerdo histórico, el fondo aprobado dará asistencia a los países «particularmente vulnerables» a los efectos del cambio climático (una definición que habrá que desarrollar más adelante para determinar quiénes podrán ser los receptores), y podrá incluir fuentes de financiación alternativas, que no solo tenga en cuenta a los países que forman parte del Acuerdo de París.
Esta partida de ‘pérdidas y daños’ se ha abordado en esta cumbre por primera vez, pese a que los países vulnerables llevaban treinta años reclamándolo. Para este bloque de más de 130 estados, como los pequeños países insulares del Pacífico, era fundamental volver a casa con medidas tangibles, aunque Estados Unidos, Japón y la UE se resistían a crear un fondo específico. Por una parte, temían sentar la base a unas reclamaciones sin fin. Por otra, pedían reconsiderar las reglas del juego y tener en cuenta la capacidad económica actual de los países, no las que había hace 30 años cuando se fundó esta convención. Una petición que parecía mirar a China.
Finalmente, el texto llama a «expandir las fuentes de financiación», lo que deja la puerta abierta a que China u otros estados petroleros participen. También se invita al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial a considerar la posibilidad de contribuir con algún tipo de acuerdo. Para definir este fondo y las posibles fuentes de financiación se establecerá un comité de transición formado por 24 países que hará sus propuestas en la cumbre del clima del próximo año. El fondo deberá empezar a funcionar en 2023.
Primer hito
«Hemos luchado durante 30 años en este camino y hoy, en Sharm el-Sheij, este viaje ha logrado su primer hito positivo... Es un pago inicial y una inversión en justicia climática», dijo la ministra de medio ambiente de Pakistán, Sherry Rehman, que durante la cumbre ha hecho de portavoz de un grupo de países vulnerables al cambio climático que, además, suelen ser los que menos han contribuido a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
«Esta es la década decisiva, pero lo que tenemos frente a nosotros no es un paso adelante suficiente para el planeta», dijo Timmermans
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, celebró la aprobación de este fondo como «un símbolo político para reconstruir la confianza perdida» entre los países del norte y del sur. Durante las peores horas de la cumbre, Guterres aseguró que esa confianza, que ya era frágil, se había roto. Los países en desarrollo mostraban cierta desconfianza de base durante las negociaciones, ya que los desarrollados prometieron aportar 100.000 millones de dólares cada año a partir de 2020 para financiación climática y mitigación del cambio climático y, pasado el plazo, no han cumplido –van por 83.300 millones–.
También es la recuperación de esta confianza la que destacaron los países más afectados. «Hoy la comunidad internacional ha restaurado la fe global en este proceso crítico que está dedicado a garantizar que nadie se quede atrás», dijo el ministro de Salud y Medio Ambiente de Antigua y Barbuda, Molwyn Joseph, presidente de una alianza de pequeños estados insulares llamada Aosis.
Recortes de emisiones
El acuerdo sobre el fondo se vio ensombrecido, sin embargo, por la falta de avances en los planes de recortes de emisiones, entre acusaciones de bloqueo a los países productores de petróleo y también a la presidencia egipcia de la cumbre, que debía guiar todo el proceso de negociación. Estos planes buscan intentar limitar la temperatura del planeta en 1,5 grados de calentamiento, un umbral a partir del cual los impactos del cambio climático se multiplican. El texto reconoce la necesidad de «continuar con los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura», pero no ha endurecido el lenguaje sobre los combustibles fósiles: la declaración final solo pide acelerar la reducción gradual del carbón, el más contaminante, pero no la del petróleo o el gas, como pedía la UE, India o incluso EE.UU.
El problema radica en que, para poder mantener al alcance el objetivo de 1,5 grados de calentamiento global, los países deberían hacer caer sus emisiones un 45% en los próximos ocho años, algo que sí recogen los planes de la UE, según defiende. Pero a nivel mundial, el planeta se dirige hacia los 2,5 grados de calentamiento, un umbral que llevaría el planeta a una debacle climática. De ahí el énfasis para que todos los países actualicen sus planes nacionales de recortes de emisiones.
«Esta es la década decisiva, pero lo que tenemos frente a nosotros no es un paso adelante suficiente para las personas y el planeta», dijo tras el acuerdo el vicepresidente de la Comisión Europea y jefe negociador, Frans Timmermans. «Les insto a que reconozcan que todos nos hemos quedado cortos en las acciones para evitar y minimizar las pérdidas y los daños». También otras coaliciones de países de las que forman parte Japón, Australia, Reino Unido o Estados Unidos lamentaron la falta de ambición del texto final.
La interpretación de la UE durante estas dos semanas es que tanto los daños del cambio climático, como la urgencia por frenarlo son dos caras de la misma moneda: si no se aumentan los recortes de emisiones, el cambio climático impactará con más fuerza y hará que los daños sean mayores.
«Un fondo para pérdidas y daños es esencial, pero no es una respuesta si la crisis climática borra del mapa a un pequeño estado insular o convierte a todo un país africano en un desierto. El mundo todavía necesita un gran salto en la ambición climática», coincidía el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
También organizaciones como WWF reconocieron que, pese al hito de la creación del fondo, el texto no era coherente. «Corre el riesgo de convertirse en un ‘fondo para el fin del mundo’ si los países no actúan más rápido para reducir las emisiones y limitar el calentamiento a menos de 1,5º», dijo Manuel PulgarVidal, de WWF y quien fuera presidente de la COP20. «Los líderes han perdido la oportunidad de acelerar la eliminación de los combustibles fósiles, lo que nos mantiene en el camino hacia la catástrofe climática».
Las voces apuntaban a países productores de petróleo y gas, como Arabia Saudí, sobre el bloqueo de las negociaciones en este punto. «Es más que frustrante ver obstruidos los pasos en la mitigación y la eliminación gradual de las energías fósiles por varios grandes emisores y productores de petróleo», reconoció la ministra alemana de Exteriores Annalena Baerboc.