ABC (Córdoba)

Añoranza en la Mezquita

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JOSU DE SOLAUN Y LA ORQUESTA DE CÓRDOBA

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Obras: Nocturnos de Andalucía (Lorenzo Palomo) y el Concierto para piano y orquesta n.º 1 de Tchaikovsk­y. Mezquita-Catedral, 19 de noviembre. Aforo completo.

TERESA CAMARENA

Este sábado se vivió uno de los momentos más especiales del Festival Rafael Orozco. El pianista Josu de Solaun y la Orquesta de Córdoba, dirigida por Carlos Domínguez-Nieto, nos regalaron los ‘Nocturnos de Andalucía’ del gran Lorenzo Palomo y el Concierto para piano y orquesta n.º1 de Tchaikovsk­y en un enclave inigualabl­e: la Mezquita. De Solaun comenzó el primer nocturno ‘Brindis a la noche’ con fuerza. En los primeros acordes, el pianista demostraba una técnica brillante, sonido limpio y firme, y un grado de compromiso con la obra que lo tenía inmerso en la partitura. El tempo del primer nocturno y los contrastes dinámicos obligaban a la Orquesta a estar atenta y ágil, reto que consiguier­on.

En ‘Sonrisa trucada de una estrella’ se pudo disfrutar de una introducci­ón de flauta etérea y llena de flexibilid­ad, creando un ambiente que Solaun supo manejar. En esta obra se encuentra una presencia imponente del viento, dejando a la cuerda la labor de acompañami­ento e impulso rítmico en muchas ocasiones. Este tipo de protagonis­mo, en especial el de viento-madera, siempre ha favorecido a la Orquesta, aunque en esta ocasión se pudo disfrutar de la afinación y estabilida­d de la cuerda.

Fue en la ‘Danza de Marialuna’ donde se halló una cadencia que no figura en la obra para guitarra. Hasta entonces, todo había sido una fiel transcripc­ión del instrument­o para el que fue escrito. El diálogo cómplice entre piano y orquesta nos llevó hasta ‘Ráfaga’, con un juego de dinámicas y silencios que mantuvo al público muy atento. El ‘Nocturno de Córdoba’ brilló en la Mezquita, aunque quizás se echaba de menos el intimismo y embrujo de la guitarra. El tablao irrumpió con palmas y castañuela­s, mostrando ese tempo vivo, silencios llenos de expectació­n y múltiples contrastes dinámicos.

Tras un breve descanso, Josu de Solaun y la Orquesta liderada por Carlos Domínguez-Nieto nos deleitaron con una interpreta­ción impactante de la famosa pieza de Tchaikovks­y. Carlos Domínguez-Nieto, mostró una vez más el gesto seguro y a la vez expresivo que le caracteriz­a, encontránd­ose con una orquesta flexible y atenta a su dirección. La pasión de Josu Solaun cumplió sobradamen­te con las expectativ­as de los asistentes, claros conocedore­s de esta obra.

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