Musk y Trump
Trump no es, técnicamente, un buen CEO, un gestor de grandes equipos. Es otra cosa, un genio de otro tipo
COMO se esperaba, Elon Musk le ha devuelto a Trump su cuenta de Twitter. Musk ha reafirmado con esto su postura sobre la libertad de expresión; también ha hecho otra cosa significativa al despedir a muchos de sus empleados. En su comportamiento hay algo de lo que nos contó Yarvin: el CEO moderno como monarca, ejecutor brillante que toma decisiones personales contra lo establecido. Solo el poder de uno, ‘absoluto’, puede revocar cierto estado de cosas. Musk prescinde de los elementos politizados y superfluos que desarrollaban una agenda propia.
En este comportamiento hay algo inspirador y a la vez un reproche para Trump. Es lo que se esperaba de él en el gobierno, aunque en su contra lo tuvo todo, incluida su propia incapacidad. Trump no es, técnicamente, un buen CEO, un gestor de grandes equipos. Es otra cosa, un genio de otro tipo.
Recién presentada su candidatura, Bannon ya ha dicho que 2024 será diez, quince, veinte veces más difícil que 2016. Por no tener no tiene ni al trumpismo, parte del cual se pasa a DeSantis con razones entendibles, aunque todo argumento contra Trump es, a la vez, un argumento a su favor: todo lo que se opone a Trump explica su necesidad.
Si el gran logro de su mandato fue llevar tres jueces a la Corte Suprema y refrenar el belicista intervencionismo imperial (por eso le odian los ‘think tanks’), sus retos ahora se refieren a los otros dos poderes. Aspira a una reforma que ponga límites de mandato a los miembros del Congreso y prohíba su negocio posterior con los ‘lobbies’, y quiere doblegar definitivamente la rama ejecutiva: mandar sobre el Estado administrativo y profundo. En esto, Musk es un modelo: en horas ha depurado Twitter de elementos políticos y contestatarios. Si Trump pudiera ‘monarquizarse’ o delegar en un gestor al estilo Silicon Valley, su propuesta sería imbatible: jueces constitucionalistas en la Corte Suprema, fin de la corrupción en los legisladores y recuperación y operatividad del poder presidencial; es decir, vigorización de los tres poderes, ordenación del sistema de voto y moderación del imperio. Lo consiga o no, nos divertiremos.