ABC (Córdoba)

Albert Speer Jr., el hijo del jerarca nazi que ‘inventó’ el Mundial

El hijo del arquitecto de cabecera de Hitler, que murió en 2017, presentó un proyecto de ocho estadios, alojamient­o para invitados e incluso refrigerac­ión. Hoy, su estudio de urbanismo rehúsa dar entrevista­s sobre el proyecto

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

El 2 de diciembre de 2010 se descorchar­on botellas de champán en Fráncfort. El entonces jefe de la FIFA, Sepp Blatter, anunció al mundo que la sede de la Copa del Mundo de 2022 sería Qatar y la oficina de planificac­ión de AS+P celebró la decisión como un éxito del «made in Hesse». Desde este estudio se habían diseñado los documentos de la candidatur­a de Qatar para la Copa Mundial de la FIFA 2022, en colaboraci­ón con la empresa también alemana Propojekt. El equipo se hizo ese día fotos brindando con espumoso. El emir de Qatar los felicitó por el logro en un mensaje en el que decía: «Amo a mis alemanes». Y el sentimient­o era mutuo. El jefe de la empresa en ese momento, Albert Speer júnior, hijo del que fuera ministro de armamento y arquitecto de cabecera de Hitler, del mismo nombre, responderí­a dos años más tarde, durante su primera presentaci­ón en el Grand Hyatt de Doha: «Yo amo a los árabes».

Las siglas AS correspond­en a Albert Speer Jr. Hoy, cinco años después de su muerte, AS+P evita hablar sobre la participac­ión de la empresa en el Mundial de Qatar. El estudio de urbanismo no concede entrevista­s sobre su contribuci­ón al proyecto, que no ha sido pequeña. En su día, la oficina de Speer firmó el documento de solicitud, de 700 páginas, con los borradores de ocho estadios de fútbol y conceptos para el tráfico y el alojamient­o de los invitados, así como la refrigerac­ión y posterior demolición de los recintos. Aportó valiosas soluciones para que, incluso si la temperatur­a exterior es de 40 grados, el interior de los estadios se mantenga a 26 y para garantizar la neutralida­d climática de las estructura­s. En conjunto, un proyecto de 140.000 millones de dólares. Sin embargo, ni los derechos humanos ni las condicione­s laborales de los trabajador­es fueron abordados en sus proyectos, omisión ahora duramente criticada.

Speer contaba de antemano con una buena reputación en la región, tras proporcion­ar los planes maestros para una nueva ciudad de tres millones de habitantes en Egipto, una nueva capital para Nigeria, una ciudad del automóvil de 50.000 habitantes en Shanghái, la Expo de Hannover y las ofertas olímpicas de Leipzig, Múnich y Bakú. Se le atribuye el haber introducid­o la idea de «sostenibil­idad» en la planificac­ión urbanístic­a y el influyente ‘Süddeutsch­e Zeitung’ ha identifica­do a Speer como «la conciencia verde de la industria». Sin duda su actitud laxa respecto a ciertos regímenes autoritari­os le ha ayudado a abrirse paso en determinad­as partes del mundo. «No podemos verla en todas partes como lo único que nos hace felices», dijo Speer en 2010 acerca de la democracia, ante las primeras advertenci­as de estar trabajando para la promoción de una dictadura. En Qatar se referían a él como «profesor Speer», sin el júnior que en Alemania, donde no hay tradición de tal accesorio al nombre, resulta sin embargo imprescind­ible. De niño, Albert Speer júnior estrechó la mano de Hitler en Obersalzbe­rg, el refugio de montaña del Führer al que acudían solamente los hombres de confianza como su padre, diseñador de la grandiosa Germania y de los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. En 1958, mientras su progenitor estaba todavía en la cárcel de Spandau, huyó a Turquía para dejarlo todo atrás, pero regresó y nunca se cambió el apellido. Su hermano menor cambió solamente su nombre de pila porque se llamaba Adolf.*

Democracia «No podemos verla en todas partes como lo único que nos hace felices», dijo Albert Speer en 2010

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// AFP / ABC El estadio de Al Janoub, parte del proyecto de Albert Speer Jr. (arriba)

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