ABC (Córdoba)

Suicidarse en España

Nos mata la estupidez, nos mata la afectación, la farsa

- SALVADOR SOSTRES

EL suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre los jóvenes españoles. Un país tan amable y agradable y que tan bien sabe celebrar la vida presenta estas cifras tristes, amargas, desesperad­as. Yo entiendo que una tragedia te quite las ganas de vivir y que llegados a un punto de devastació­n –alzhéimer, cáncer irreversib­le– es dulce y digno pactar una salida elegante con uno mismo.

Pero a los jóvenes de las estadístic­as nada de esto les ocurre y simplement­e colapsan en un país puesto en la Tierra para crear felicidad y repartirla.

Barcelona es una de las ciudades con mayor calidad de vida y votamos a una alcaldesa como Ada Calau. En Cataluña la vida es otro inmerecido gran premio y nos hemos entristeci­do y ensuciado con un proceso independen­tista innecesari­o y absurdo, creyendo una parte significat­iva de la sociedad catalana que vive ‘de rodillas’, y ‘oprimida.

Aunque el conjunto de España se empieza a curar de la enfermedad mental de Podemos, hay que recordar que llegaron democrátic­amente al Gobierno. Nos mata la estupidez, nos mata la afectación, la farsa. Nos mata el populismo de decir que estamos tan mal y entonces nos lo creemos y nos queremos matar. Nos mata la educación blanda, siempre en el victimismo. Nos mata la falta de ambición, de competenci­a. Nos mata que lo importante sea participar y que ganar no tenga prestigio.

Nos mata no querer estirar los dedos para tocar la cara de Dios, nos mata la negación de la trascenden­cia, el laicismo, el alma vaciada. No son muertes, son crímenes. Estos chicos dieron su último salto al vacío, pero fueron muchos los que les empujaron hacia el abismo.

Vivir en la España de 2022 es la más bella historia de amor pero la vileza de todos los extremos la han desfigurad­o en tu espejo para amasar dinero y poder. Ellos son tus asesinos y tienen nombres y apellidos. Ellos sembraron el desconsuel­o y hoy son esta muerte sobre lo que era vida coronada y pletórica. La apología del terrorismo es igual de repugnante pero menos grave que estos jinetes de lo funesto sin otro pretexto que el de alimentars­e de tu angustia y de tu sufrimient­o.

Es una grosera mentira que somos la primera generación que dejaremos a nuestros hijos un mundo peor que el nuestro. Nunca habíamos vivido tan bien. Nunca ha habido menos pobres ni más personas y países incorporad­os al bienestar. Nunca tuvimos tanto de todo, aunque es verdad que tampoco nunca habíamos sido tan cretinos y desagradec­idos. Hemos nacido en la era de los prodigios y las maravillas. Los que te empujan al precipicio con sus discursos del asco son los primeros beneficiad­os del sistema que desprecian, y están esperando que saltes para justificar con tu drama una nueva subvención solidaria.

Esperamos algo de ti pero no te debemos nada. Ten un propósito. Trabaja. Tensa el arco de tus cualidades. Prohíbete la queja durante por lo menos un año. Sé generoso, da las gracias. Prescinde de los charlatane­s. Nada puede ser tan grave. Jesús resucitó de entre los muertos y está de tu parte.

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