ABC (Córdoba)

«Nos pasan las cosas que tenían que pasar, no podemos hacer más que adaptarnos»

- M. J. G SEVILLA

Los Encuentros pusieron el broche de oro con la ponencia motivacion­al de Fernando Vega de Seoane, un empresario que sufrió un accidente que le cambió la vida por completo: lo dejó en una silla de ruedas.

El pasado 22 de enero llegó, desde Madrid, a la estación de esquí de Baqueira Beret. Como fue el primero de sus amigos, que viajaban desde el País Vasco, en hacerlo, decidió, entre otros preparativ­os, ir a una escuela a afilar sus esquís para que «los dejaran perfectos». Durante su intervenci­ón recordó que había sembrado a su alrededor «un entorno casi perfecto» para la ocasión. No obstante, ese día el destino dio un giro inesperado: «Me pegué contra un árbol a la altura de la dorsal seis, me partí en dos. Noté que había perdido la movilidad en las piernas, sabía el alcance de la lesión que tenía y que era para siempre».

Aunque el impacto emocional fue muy duro, algo en su mente cambió en tan solo unos segundos, porque «nos pasan las cosas que tenían que pasar, no podemos hacer más que adaptarnos». Además, prosiguió: «Mi adaptación fue binaria, pasé de estar deprimido a ver que los brazos me funcionaba­n, que la cabeza la tenía bien, que no me había dañado ningún órgano […] Llamaron al helicópter­o para que me trasladara­n al hospital y les dije a mis amigos que siguieran esquiando y no contasen nada de lo ocurrido». Él se encargaría de hacerlo.

Aún en el vuelo, llamó a su esposa, Bea, para contarle que había tenido un accidente y que iba a ingresar en el barcelonés Hospital Vall d’Hebron. Al conocer la noticia, ella no lo dudó ni un segundo: lejos de entrar en un ataque de histeria, cogió las maletas, se montó en un AVE y se presentó en la habitación que su marido ocupaba en la UCI. «Me dijo que iba a estar conmigo, esa la dopamina que necesita uno para no venirse abajo», contó el empresario rebuscando en su memoria.

También relató que, estando hospitaliz­ado, vio que tenía «un montón de whatsapps y de llamadas perdidas», ya que «las malas noticias vuelan y se transforma­n […] tenía la necesidad de llamar a todos y decir que estaba bien». Así que decidió subir cada día un vídeo de un minuto en Instagram para informar a su entorno más cercano so

bre su estado de salud: «De pronto, se volvió viral, un foco de buen rollo, un punto de encuentro. Os debo mucho a todos». Por ello, piensa que «las redes sociales sirven para mucho y para bien […] aunque siempre le hemos tenido mucho respeto a la infoxicaci­ón en casa, en este caso solo ha servido para ayudar».

A pesar de que sus seguidores y el público en general admira su capacidad de adaptación y resilienci­a, él se quitó méritos y afirmó que «cuando tienes determinac­ión, nada cuesta». Además, aseguró: «He notado que todo el legado que he vivido antes me ha ido cambiando sin darme cuenta, son microcambi­os; este momento me ha llegado cuando estoy muy preparado para encajar el cambio y la incertidum­bre; o tenemos esa capacidad de reciclaje o va a ser muy difícil ser sostenible emocionalm­ente. Invito a ver el vaso medio lleno, todo trae cosas buenas, hay que extraer lo positivo».

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Fernando Vega de Seoane

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