Los nuevos misioneros
Europa es una isla de evangelizadores climáticos frente a un mundo ávido de repartirse su riqueza y bienestar
La decepción de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, con el resultado de la COP27 era inocultable: «Para nosotros era fundamental consolidar esa necesidad de eliminar los combustibles fósiles cuanto antes, y ese compromiso de seguir incrementando ambición y revisarla anualmente». Ribera admitió que aunque la cumbre de Egipto «no da un paso atrás» respecto a lo acordado en Glasgow en 2021, «tampoco avanza».
Esta decepción contrasta con el mensaje que los líderes de países en desarrollo mandaban a sus ciudadanos. La mayoría se centraba en que aún no se ha completado la constitución del fondo de 100.000 millones de dólares para apoyar los esfuerzos de los países más pobres que se acordó tener listo en 2020 y que se ha prorrogado hasta 2025. Además, este año la insistente ministra de Cambio Climático de Pakistán, Sherry Rehman, consiguió que se acordara otro fondo para compensar a las naciones más afectadas por el cambio climático, entre las cuales está su país.
La asimetría es evidente. Mientras Europa aboga por el fin de los combustibles fósiles, lo que incluye los motores de combustión, el mundo en desarrollo tiene otras prioridades, principalmente captar recursos para desarrollar sus sociedades y darles bienestar.
Después de dos cumbres (Madrid y Glasgow), celebradas en países con regímenes de opinión pública muy sensibilizados con el cambio climático, donde los activistas contaron con una libertad sin restricciones y eco más que suficiente para sus planteamientos, la reunión de Sharm el-Sheikh no sólo se desarrolló con importantes restricciones, sino que no contó con el respaldo de una opinión pública y unos medios de comunicación favorables. Fue la constatación de que, como ocurre con la guerra de Ucrania, Europa es una isla de misioneros evangelizadores.
Desarrollar estas reuniones en países donde las necesidades de la pirámide de Maslow que están por resolver son los escalones más bajos no es lo mismo que hacerlo en aquellos que están ocupados de solucionar lo que pasa en la cúspide. Esto no significa ignorar el problema, pero sí abandonar la manera de formular los objetivos. La noción de que hay que evitar que el calentamiento aumente en más de 1,5 grados resulta tan extraña para un indonesio como garantizarle la felicidad en el matrimonio.
Los ecologistas se quejan de que en Egipto los grupos de presión del petróleo y el gas se desplegaron activamente. La COP28, en ese sentido, será una prueba de fuego porque está prevista su realización en Dubái, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, epicentro del mundo petrolero. Consciente de lo que está en juego, el presidente francés ha anunciado que antes de la COP28 se celebrará en París una conferencia de donantes para forjar un pacto financiero con los países más vulnerables. Macron sabe bien que los más vulnerables no sólo están en países fuera de Europa, también dentro de nuestras naciones y en la suya llevan ‘chalecos amarillos’.