Cuando la Policía Local es la que salva a una víctima
María García es una agente que rescató a una chica de 35 años a la que su expareja prendió en llamas. Llegó a tiempo, pese a que la joven no le dijo la verdad sobre su paradero
LA agente María García Pérez lleva dos años en la Unidad de Violencia contra la Mujer de la Policía Local del Ayuntamiento de Córdoba en estrecha coordinación con la Policía Nacional. A sus 42 años, esta licenciada en Magisterio, a punto de terminar Psicología, se dedica a la protección de mujeres víctimas de maltrato. En este 25-N, en la Subdelegación del Gobierno, ha recibido una distinción por su labor en este último año por su intervención en el ataque a una mujer bajo su protección que fue rociada con un líquido inflamable por su expareja que luego le prendió fuego.
Cada gesto o paso que dan estos agentes para proteger a estas mujeres pueden marcar la diferencia entre vivir o morir. Es lo que le pasó esta pasada primavera en Córdoba. Fue en el término municipal de la capital cordobesa. Y, como insiste esta agente, es sólo uno de los casos, con familias, con niños, con los que se enfrenta cada día.
Esta actuación policial ocurrió antes del inicio del verano cuando un vecino llamó a Emergencias alertando de que algo ocurría en una vivienda okupada. Enseguida, cuenta la agente García, «nos damos cuenta que la mujer de la que hablaba tenía una orden de protección y yo era su agente«.
Se trataba de una llamada de aviso, de urgencia, de socorro. Los compañeros se presentaron en el lugar de forma inmediata y se encontraron a la víctima que había sido rociada con un líquido inflamable por su expareja y le había prendido fuego.
Los agentes desplazados hasta este domicilio actuaron con diligencia, detuvieron rápidamente al agresor y la víctima fue trasladada al Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, logrando sobrevivir.
«A esa víctima, de 35 años, sin hijos, la protegía yo, y justo esa semana la había llamado para hacer la valoración, y en principio, todo parecía ir bien; todo correcto. Nos dijo que no estaba cerca de él que se encontraba en otra ciudad», cuenta esta agente a ABC. «Evidentemente nos había engañado, había vuelto con su pareja una víctima que además estaba en riesgo no apreciado que en principio no había demasiada peligrosidad; pero hay que saber cuál es el perfil de esa mujer, tienen una especie de adicción o apego a esa relación tan potente que les puede muchas veces», explicó García. Esta actuación policial coordinada con Policía Nacional permitió que el agresor fuera detenido y la Autoridad Judicial le impuso una medida de localización permanente. En principio, ahora mismo, si hay separación de la víctima agresor. La mujer se ha recuperado satisfactoriamente de sus heridas gracias a la acción rápida de los agentes.
Esta policía local de la Unidad de la Mujer recuerda que trabajan codo a codo con las asociaciones y con la Policía Judicial desde que se recoge la denuncia de la víctima hasta cuando detienen al agresor. A veces, ha reconocido esta agente a ABC, «nos tenemos que volver como trabajadores sociales buscando la mejor opción para la víctima, como dónde alojarse si no hay plazas suficientes en un piso de acogida; no podemos abandonarla»
La labor de estos agentes de Policía Local en Córdoba es analizar la protección de la víctima siempre en coordinación con el con la Policía Nacional. Desde que la víctima interpone una denuncia la Policía Nacional se encarga de los agresores y nosotros de la víctima. García cuenta que «una vez que entra una mujer víctima de violencia a la unidad es cuando entramos en acción y cuando realizamos la protección esa víctima».
Desde ese primer instante que nos ponemos en contacto con ella para comunicarnos con ella; les hacemos una pequeña entrevista personal sobre su situación personal o familiar. Y sobre todo, muy importante es que desde ese primer momento facilitar los teléfonos que tiene a su disposición de la unidad para cualquier tipo de información en relación a su protección y ayuda.
Los primeros momentos
Esos primeros momentos son complejos, añade esta agente, «porque cada persona pues tiene su vida, tiene su mecanismo, su relación porque dentro de la violencia de género tenemos muchas peculiaridades; hay casos de víctimas con niños menores, que no son independientes económicamente de del agresor y que no tiene ningún tipo de ayuda familiar. Esos casos son los peores, porque se complica un poco la cosa», añade esta agente que mira cara a cara a las víctimas, en su caso, a sus hijos pequeños y al agresor.
«La víctima estaba catalogada como ‘riesgo no apreciable’ y nos había dicho que estaba fuera»