La compra para los que no pueden comprar
Los voluntarios del Banco de Alimentos salen a los supermercados en la Gran Recogida para invitar a adquirir comida o recabar ayuda para quienes necesitan lo básico
EN el supermercado Piedra que hay junto a la plaza de la Compañía, Ángel lleva un chaleco azul y conforme los clientes entran los invita con una frase y una bolsa de plástico: «¿Quiere colaborar con el Banco de Alimentos?». Ya es media mañana y el establecimiento de la cadena cordobesa ya empieza a estar lleno.
La mayor parte de los que entran no tiene que preguntar nada. Han oído hablar de la Gran Recogida y saben cómo tienen que colaborar. Ángel ya es veterano y ha hecho un cálculo: entre el 70 y el 75 por ciento de los clientes del supermercado hace alguna compra que luego le entrega.
Mientras explica cómo va la mañana un hombre le entrega dos bolsas con pastas, garbanzos, galletas y chocolate, que coloca en una de las pequeñas cajas de cartón. «Cuando usábamos cajas mayores era más cómodo», dice. Con esa entrega ya se cierra la novena caja y pronto se podrán entregar. Cada una tiene entre siete y ocho kilos de alimentos.
La Gran Recogida es una fecha clásica desde los años de la crisis económica, cuando la tarea del Banco de Alimentos Medina Azahara se hizo todavía más visible. Comenzó ayer y continuará durante la jornada de hoy y la edición de este año no será virtual, como sucedió en los años del confinamiento, pero tampoco están en todas partes las escenas de los grandes contenedores en que los que quieren colaborar dejan bolsas de comida. Sólo en algunos supermercados Piedra y en los dos de Carrefour los clientes compran los alimentos que quieren y los entregan. Los organizadores de la gran recogida se centran sobre todo en conservas de carne, pescado y verduras, legumbres, leche, aceite y alimentos infantiles.
En los demás pagan un importe en la línea de caja y después el Banco de Alimentos Medina Azahara compra en el supermercado correspondiente según el importe que haya quedado. En el supermercado Deza del centro comercial Zoco, Hortensia Márquez se sitúa junto a la caja con el mismo chaleco azul del Banco de Alimentos para explicar a los clientes cómo lo tienen que hacer. «Es una pena que comer sea un lujo», cuenta mientras habla de la subida de precios que ha provocado que muchas familias tengan problemas para llenar los platos.
Y en la caja, María Sánchez Hidalgo explica que ella también se encarga de recordar a los clientes el procedimiento, y casi siempre colaboran: sólo tienen que decir cuánto y se les incluye en la factura.
Adquisición equilibrada
Para los responsables del Banco de Alimentos Medina Azahara, esta organización permite una cesta más equilibrada de alimentos que cuando son los donantes quienes escogen algo. «Muchos dan arroz, que está muy bien, pero el arroz necesita algo para cocinarse, y ahora se puede escoger», cuentan los voluntarios. Es el procedimiento en El Corte Inglés, Lidl, Mercadona y muchos más de los 125 supermercados que participan en la Gran Recogida. Por esta vía se podrá hacer hasta el 6 de diciembre.
En el Dia de la calle Sevilla, en el Centro de Córdoba, una mujer deja 20 euros en la factura, que por cierto es más de lo que ha comprado, y no es la única. Joaquín Cuesta es el voluntario en el supermercado, y se muestra encantado: «Todos son muy buenas personas y ayudan, tanto los jóvenes como los mayores», relata.
A partir de ahora, la entidad asistencial almacenará y clasificará en sus instalaciones, el antiguo matadero de Campo de San Antón, toda la comida que se reciba y se compre en estos días con la colaboración de los cordobeses. Después se entregará no a personas,
sino a instituciones de todo tipo, desde Cáritas hasta asociaciones civiles, que distribuirán la comida entre quienes lo necesitan. El nuevo formato ya no permite hablar de los kilos, como antes, cuando se llenaban palés en todas partes, y en Córdoba se podían superar las 300 toneladas.
Nunca ha dejado de estar justificada la colaboración con el Banco de Alimentos
de Córdoba, pero en los últimos años, con la irrupción de la pandemia y las consecuencias económicas del confinamiento y las restricciones, ha subido. El último dato hablaba de más de 30.000 beneficiarios. Los voluntarios, mientras tanto, insisten, aunque tengan que llevarse malas repuestas como la que le dieron a Ángel: «Ya pago impuestos».
En la mayoría de los supermercados los voluntarios y los cajeros animan a colaborar con una donación en la caja