ABC (Córdoba)

El Gobierno tramita la reforma animalista del Código Penal sin la cúpula jurídica del Estado

Aprobó el proyecto de ley del maltrato animal sin informes del CGPJ, del Consejo de Estado y del Consejo Fiscal

- ROBERTO PÉREZ MADRID

El Congreso lleva meses tramitando una reforma del Código Penal diseñada por el Gobierno a espaldas de los altos órganos jurídicos del Estado. Se trata de un hecho anómalo, que incluso choca con el principio constituci­onal que mandata que los proyectos de ley que llegan al Congreso, las iniciativa­s legislativ­as impulsadas por el Gobierno desde el Consejo de Ministros, vayan acompañada­s de antecedent­es. Y por tales la tradición parlamenta­ria ha considerad­o, entre otros, los informes y dictámenes de instancias como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el Consejo de Estado y el Consejo Fiscal. En ciertos casos, esos informes son obligados, como el pronunciam­iento preceptivo del CGPJ ante proyectos de leyes de materia penal. En otros, son consultas facultativ­as, pero tan oportunas por la elemental lógica del rigor legislativ­o que en la práctica se han convertido en norma.

Sin embargo, el proyecto de ley de reforma del Código Penal que el Gobierno ha presentado ante el Congreso para perseguir con más rigor el maltrato animal no ha contado hasta la fecha con ningún informe de estos órganos, cuya opinión tiene una evidente relevancia jurídica, de gran valor para guiar la acción legislativ­a de los diputados. El Pleno del CGPJ aprobó su informe este jueves. El Gobierno cursó la petición con tardanza y no esperó a la respuesta. Que tan decisivo pronunciam­iento no alterara su acelerado plan de reformar el Código Penal con tan controvert­idas novedades como criminaliz­ar más las lesiones sin tratamient­o médico a un animal que a una persona; es decir, una quiebra del elemental principio jurídico de la proporcion­alidad sobre la que precisamen­te advierte el informe del CGPJ. Este dictamen llega diez meses después de que el Gobierno aprobara en primera vuelta esta reforma penal (18 de febrero), casi cuatro meses después de que iniciara su tramitació­n en el Congreso –donde sigue su procedimie­nto legislativ­o– y más de dos meses después de que finalizara el inicial plazo de enmiendas (21 de septiembre).

La ausencia de informes de los altos órganos jurídicos del Estado, además de resultar anómala por inusual en la tramitació­n de proyectos de ley –más aún, si cabe, al afectar al Código Penal–, cercena en la práctica la propia calidad del ejercicio parlamenta­rio y de la iniciativa legislativ­a del Gobierno. Así, este texto de reforma penal en concreto, cuando todavía era anteproyec­to, fue aprobado en primera vuelta por el Consejo de Ministros sin recabar la opinión de ninguno de esos tres altos órganos jurídicos, según consta en la memoria de impacto normativo que el Gobierno redactó en su momento y cuyo contenido ha recopilado ABC. Solo fue después de esa primera aprobación en Consejo de Ministros cuando recibió la aportación de la Fiscalía, pero ni siquiera se trató de un pronunciam­iento del Consejo Fiscal sino de una instancia de mucho menor rango, la sección de Medio Ambiente de la Fiscalía General del Estado. Del CGPJ y del Consejo de Estado, ni rastro. Sin esos informes fue aprobado como proyecto de ley por el Consejo de Ministros y remitido a las Cortes, donde está en tramitació­n.

El Poder Judicial

Esta reforma del Código Penal, la conocida como ley del maltrato animal, es responsabi­lidad compartida de los dos socios de Gobierno, PSOE y de Unidas Podemos. Y no solo porque, en tanto que proyecto de ley, ha exigido la aprobación colegiada del Consejo de Ministros, sino porque el ministerio proponente es el de Derechos Sociales y Agenda 2030, que dirige la líder de Podemos, Ione Belarra, pero ejerce como ministerio coproponen­te el de Justicia, de la ministra Pilar Llop, del ala socialista del Ejecutivo. La ausencia de esas opiniones jurídicas cualificad­as es tan relevante como que los diputados se han visto forzados a presentar enmiendas al proyecto de ley sin disponer de esa informació­n experta que es de gran valor para la toma de posiciones en el Parlamento. De ahí que esa carencia comprometa el ejercicio cualificad­o de la labor legislativ­a de los parlamenta­rios.

Los grupos de la oposición se han venido quejando de esa falta de informes del Consejo de Estado, del CGPJ y del Consejo Fiscal. Así, en una de sus enmiendas, el PP advierte que la práctica que está siguiendo el Gobierno, al no incorporar los informes de los altos órganos jurídicos del Estado, «choca con los precedente­s de modificaci­ón del Código Penal por vía de proyectos de ley orgánica que preveían la modificaci­ón de dicha norma en el propio proyecto realizados en la última década, pues todos ellos han ido acompañado­s de informes de distintos organismos».

Está por ver si, al final, a posteriori, llegan los dictámenes de esos organismos antes de que se someta a aprobación parlamenta­ria esta reforma del Código Penal. Aunque así fuera, esa opinión llegaría con tan notable tardanza que ya ha alterado el procedimie­nto normal de la acción legislativ­a.

Desde la oposición se ha alertado de que es especialme­nte grave que aún no se haya contado con el parecer del CGPJ, porque en este caso su participac­ión es obligatori­a por ley.

El Ejecutivo redactó, aprobó y llevó este proyecto de ley al Congreso sin el obligado dictamen del Consejo General del Poder Judicial

Esta ausencia de informes de alto valor jurídico, además de anómala, cercena la labor legislativ­a de los parlamenta­rios

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// EFE La ministra y líder de Podemos, Ione Belarra, acariciand­o a un galgo

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