«La ley del ‘solo sí es sí’ genera una inseguridad tremenda a las víctimas de los agresores»
Esta experta echa en falta medidas preventivas para atajar las muertes por violencia machista
Llevaba semanas haciéndolo todo al gusto de su marido para no enfurecerlo. La boda de su mejor amiga estaba a la vuelta de la esquina y optó por la sumisión para poder asistir.
Maquillada, vestida, con el tocado puesto y lista para salir, él la arrastró hasta al cuarto de baño y la metió bajo la ducha hasta quedar empapada en el suelo, donde permaneció durante horas paralizada por la humillación. No hubo moratones, patadas ni puñetazos pero a María Castellano se le eriza el vello cuando recuerda la historia de aquella chica.
Fue uno de los innumerables casos de violencia de género a los que tuvo que enfrentarse en su carrera esta médica jienense, especialista en medicina legal y forense y primera catedrática de Medicina de España.
En 40 años de profesión ha vivido de cerca la cara más amarga de esta lacra a la que ni la política ni la ley logran poner freno. Ya retirada, aún le cuesta asimilar la frialdad e impasividad de alguno de los agresores a los que tuvo que mirar de frente, pero su bagaje le ha ayudado a establecer las herramientas para combatirlos.
—¿Por qué cuesta tanto avanzar en violencia de género? ¿Tiene usted la clave?
—Lo que tengo son unas perspectivas sobre la violencia a través de los casos que he estudiado a lo largo de estos años cuando había una denuncia. Yo siempre hacía una valoración del agresor para ver qué riesgo podía suponer ese hombre en concreto con respecto a esa mujer. Sólo así se identifican los signos psicológicos que pueden ser modificados por terapias de los que son absolutamente biológicos, que esos no se pueden modificar y suponen un riesgo evidente.
—Por sus palabras, se está fallando a la hora de analizar a los agresores…
—En los institutos de medicina legal hay un servicio de atención a las víctimas y los médicos forenses tienen que hacer una evaluación del agresor, pero hay que hacerla de manera inmediata y muy completa. Estudiar la personalidad de una persona te permite conocer su manera de ser pero también prever comportamientos futuros. Y no se hace. El fallo principal en los casos graves y las muertes por violencia de género es que no hubo la suficiente prevención.
—¿Echa en falta un cambio estructural?
—Siempre digo que legislación y recursos hay de sobra. Lo que no sé es si sabemos destinarlos exactamente a lo más necesario.
—¿A qué se refiere?
—Conocer a las personas que tienen conductas agresivas de tipo patriarcal, dominante, rencorosas y vengativas hacia una mujer es lo principal para poder estar preparados, pero tenemos también un problema de educación. Hay que educar a los niños para que sean capaces de reconocer sus propios sentimientos e intenten modificar las conductas que no son favorables.
—¿Es ese el motivo por el que cada vez se registran más casos de violencia en parejas jóvenes y adolescentes?
—Creo que esa educación permitiría en la adolescencia y en la juventud establecer relaciones sabiendo que a quien uno acepta en su vida, lo comprende y lo acepta como es. La base en muchos conflictos de violencia es el hecho de que se quiera cambiar a la otra persona. Que haya tanta falta de respeto entre los jóvenes es un defecto educativo. Y desde luego la electrónica y las redes sociales son unos instrumentos de humillación, de hacer daño a las personas, enormes, como parte de lo que vemos en televisión, donde se deja al de enfrente sin dignidad y por los suelos. Eso se va quedando como algo ejemplarizante y es un mal referente.
—¿Qué opina de la ley del ‘solo sí es sí’?
—Redactar una ley es muy difícil y mucho más una como esta en la que entran todo tipo de conductas. Creo que ha habido un fallo en lo que es la legislación por una razón. Porque este Gobierno está sacando una ley detrás de otra: la de eutanasia, la reforma del aborto, la ley trans, que viene con otro montón de disparates…Hacen las leyes para tramitarlas y aprobarlas pronto. Sin atender al Consejo de Estado ni al Consejo General del Poder Judicial ni a los legisladores profesionales que siempre han existido como asesores, por eso todas tienen muchísimos defectos de técnica legislativa.
—Ha desembocado en una reducción de penas para los agresores. ¿Puede reducir las denuncias de las víctimas?
—Desde luego bueno no es. Ni para el país ni para la sociedad ni para el propio Gobierno y mucho menos para las víctimas. Todas manifiestan su disgusto porque sus agresores o van a estar menos en prisión o directamente han salido ya. Eso genera una inseguridad tremenda y todo lo que sea transmitir inseguridad a los ciudadanos y falta de protección, cuanto más en este tipo de delitos tan sensibles, es un error.
—Usted ha podido profundizar en víctimas y verdugos, ¿puede una mujer maltratada superarlo?
—Si hablamos de abusos, como por ejemplo tocamientos en la infancia, pueden seguir marcándote en la edad adulta, pero no al mismo nivel que los casos de violación. He visto muchos y desde luego las mujeres no lo habían olvidado. Estaban marcadas. Mucho más cuando se trata de violaciones en grupo en las que sientes amenazada tu vida. Casos como el de la niña granadina en Francia te hace ver que el agresor sexual es reincidente, que tiene una inclinación absolutamente biológica y viola porque disfruta con la imposición de ese dominio y de convertir a la víctima en un objeto.
—¿Puede un maltratador dejar de serlo?
—El perfil del maltratador inmaduro, inseguro, dependiente, que no tolera la frustración o vive en una etapa infantil es más recuperable con terapia que el del psicoticismo, que es la persona fría, inteligente, dominante, con preocupación por su imagen, orgulloso e incluso bien considerado en su ambiente laboral o social y que tiene otra cara en casa.
—En 2013 empezaron a contabilizarse
los casos de violencia vicaria. ¿Es una pauta en los maltratadores hacer daños a los hijos?
—A lo largo de los años han ido cambiando los modelos y uno grandísimo fue el desviar el daño que se le quiere hacer a la mujer hacia los hijos para que ella sufra a través de esta perdida. En el caso del señor de Córdoba –en referencia a José Bretón–, su propia cara, su comportamiento, mostraba una infinita crueldad. En el de Canarias -el asesinato de las pequeñas Ana y Olivia a manos de su padre, Tomás Gimeno-, ese hombre debía estar absolutamente deprimido. Por eso es importante que los médicos tengan ojo e identifiquen estas depresiones profundas y con niveles altos de ansiedad, porque a estas personas les da igual su vida y llevarse por delante a quien sea.
Cambio de conducta «El perfil del maltratador inmaduro e inseguro es más recuperable con terapia que el frío y dominante»
Legislativo «El Gobierno está sacando una norma tras otra: la de eutanasia, la reforma del aborto, la ley trans, que viene con otro montón de disparates»