Basura enterrada
Siempre hubo mal tufo en esta historia cordobesa de tuberías con residuos que viajan a ninguna parte a precio de oro
Huele mal el caso de la recogida neumática de la basura en Córdoba. Apesta la sensación de engaño hacia los compradores de viviendas y promotores de nuevas residencias en Poniente que asumieron un sobrecoste importante para un sistema de evacuación de desechos domésticos que no funciona y ha enterrado más de 20 millones de euros desde hace más de una década. Muchos de ellos tuvieron que gastarse un dinero extra en poner un cuarto de contenedores en su edificio para poder recibir la licencia de ocupación exigida por Urbanismo en unos inmuebles que no eran baratos precisamente.
Nunca hubo buen tufo detrás de un plan que aprobó en solitario IU en un pleno de finales de 2005 y del que se abstuvieron los socialistas (entonces socios en la oposición con el que va a ser ahora candidato a las municipales, Antonio Hurtado) y las mismas dudas de los populares que hoy van a tener que comerse un marrón heredado y que les deja en un trance muy complejo a ellos y a las arcas municipales. La misma (o peor) Izquierda Unida del ínclito García que ha sido la guinda al pastel de este despropósito, con la orden de plantar un basurero debajo de una zona verde en Turruñuelos —muy propio de su buen gusto—, diga lo que diga el Plan General, Agamenón o su porquero. Por no olvidar el mal olfato que llegó a los constructores en aquellos años que alumbraron esta gracia con una fórmula por la que obligaba a comprar la tecnología de las tuberías soterradas y la aspiración de residuos a una sola empresa —sin opción de buscar mejores precios—, ganadora de un concurso público no menos controvertido. Un buen negocio cuyo verdadero alcance no pudimos conocer en su magnitud exacta.
Para colmo de males, y pese a la alta inversión del invento, ni los residuos de vidrio ni por supuestos aquellos de un tamaño superior, pueden desprenderse por esas tuberías que viajan a ninguna parte. Porque los tres grandes depósitos para toda la ciudad que marcaron Urbanismo y Sadeco para acumular toda la basura de las nuevas zonas de expansión, que corrían por cuenta del Ayuntamiento, nunca se acometieron. Una tilde más en el fraude al ciudadano, al que se le obliga a asumir la parte alícuota de una infraestructura general sin que la displicente administración cumpla su porción del trato. Las derivadas del revés del TSJA, adelantado por ABC, son varias y a cada cual más preocupante. El Ayuntamiento puede recurrir ante el Supremo y ganar, lo que zanja el problema, pero le otorga un escudo. Perder y sentar una firmeza en la condena que abre la puerta a reclamaciones patrimoniales millonarias. Intentar cambiar el PGOU para dar soporte a un sistema de recogida de basuras que hace aguas. Y por supuesto, ofrecer seguridad a aquellas promotoras que tienen en cartera levantar todavía miles de viviendas en Poniente y Levante, y que no saben donde meter los desechos del futuro. Nunca la basura dio tantos dolores de cabeza.