Plata barroca y pinturas para la corona de la Virgen de la Alegría
El obispo bendice la pieza realizada por José Manuel Bernet para la titular de la cofradía del Resucitado
SI usted alza la vista al final de sus cuatro paredes, junto al techo, encontrará diez lienzos de gran formato pintados al óleo con personajes e historias de la epopeya cordobesa: la reconquista de la ciudad por Fernando III; Colón en la presentación de su proyecto ante Isabel la Católica; El Gran Capitán en la batalla de Ceriñola; los desposorios de Teodofredo, hijo del rey visigodo Chindasvinto, con la cordobesa Recilona; la notificación a Séneca de su condena a muerte; el sacerdote Dulcidio, embajador en la corte omeya cordobesa; la resistencia última de la guarnición visigoda de Córdoba ante la invasión árabe; los santos Acisclo y Victoria conducidos al martirio; el regreso de Almanzor, enfermo, tras el combate en Calatañazor; y el rey Boabdil conducido cautivo ante Fernando el Católico.
Hablamos del Salón Liceo, el espectacular y singular marco que posee y cuida el Real Círculo de la Amistad, fundado en 1854 y Medalla de Oro de Andalucía. La entidad, junto con la editorial Almuzara, acaba de publicar el libro, ‘Las artes plásticas en el Real Círculo de la Amistad. Guía breve de la colección’, del que es autor Roberto Roldán Velasco. Una magnífica y necesaria obra que cataloga y explica por primera vez esos magnos cuadros del Salón Liceo —obra de José María Rodríguez de los Ríos Losada— junto a los óleos del techo de dicho salón con alegorías de las artes de Fernández Alvarado, los siete espléndidos cuadros de Julio Romero de Torres en la escalera principal, los cinco cuadros del Salón de los Sentidos de Carlos Díaz Huertas y muchos más.
Dice Roberto Roldán que son tres los pilares en los que se asienta el Círculo y marcan su devenir histórico: «El culto a la amistad con mayúsculas, sentimiento irradiado y compartido por socios, empleados y directivos. La promoción y difusión de la cultura en todas sus expresiones, como coleccionista, mecenas de artistas y programaciones de una sociedad abierta y tolerante. Y un acendrado amor por Córdoba y sus gentes, una simbiosis que ha propiciado que haya sido considerado como la verdadera Casa de Córdoba y asiento de la tradicional hospitalidad andaluza». Lo suscribo.
María Santísima Reina de Nuestra Alegría ya tiene su una nueva corona en plata sobredorada, con diseño y ejecución del orfebre sevillano José Manuel Bernet. El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, bendijo ayer la presea a la Virgen en la parroquia de Santa Marina. La titular de la cofradía de Jesús Resucitado, dispuesta para la ocasión sobre su palio en el altar mayor, la seguirá luciendo para el triduo en su honor entre los días 5 y 7 de este mes, y para el besamanos del día de la Inmaculada, previstos por la corporación.
Este proyecto que ahora ve la luz se dio a conocer a los hermanos el pasado mes de marzo, en plena Cuaresma. Sigue el estilo barroco, y contiene cuatro kilos y medio de plata, aguamarinas engarzadas y lapislázuli en la bola del mundo.
La coronilla que ciñe las sienes de la Virgen es de oro de 24 quilates. La paloma del Espíritu Santo con la letra M de María es uno de los elementos más llamativos, al rematar la pieza. El canasto, dividido en seis caras, tiene en el centro a Jesucristo y en la parte trasera, a San Juan Bautista. El resplandor, hecho a dos caras, juega con rayos flamígeros y plisados. En el centro el resplandor tiene la bola del mundo de lapislázuli con la cruz de agua marina, según explica en detalle su creador.
La ornamentación del conjunto posee motivos vegetales, florales, volutas y cartelas. Su mayor originalidad radica también en la incorporación de diez pinturas al óleo del artista cordobés Rafael Cervantes en las cartelas. Reflejan a los antiguos profetas que anunciaron la relevancia de esta mujer en la historia de la humanidad: San Juan Bautista, Elías, Isaías, Jeremías y Joel.
Así mismo, dan cabida a las personas cruciales en la vida de la Virgen, como sus padres, San Joaquín y Santa Ana; su hijo, Jesucristo; su esposo, San José; y su prima Santa Isabel.
A pesar de la pequeñez de esa decena de pinturas, cuyos óvalos son de tan sólo 3 y 4 centímetros, reflejan también sus atributos más característicos, con realismo y siguiendo modelos barrocos. Por ello Rafael Cervantes reconoce que es la primera vez que se enfrenta a estas dimensiones y ha tenido que trabajar con pinceles especiales y lupas.
El resultado es el contraste de los colores pictóricos con el dorado y aporta gran belleza. Y no podía faltar, como detalle alusivo al barrio de Santa Marina, y su tradición torera, debajo de los imperiales una montera, como detalló su autor, José Manuel Bernet.
La nueva corona va cincelada íntegramente, con técnicas a la antigua usanza y a mano, como el abultado, cincelado y acodado, según explicaciones de Bernet. En un principio, en la génesis del diseño, iban a combinarse las cartelas con las letanías de la Virgen, pero al ver el efecto tan espectacular de las pinturas, sus creadores optaron por poner más y descartar las letanías.
La música
La solemne eucaristía de bendición e imposición de la nueva corona contó con el acompañamiento musical del conjunto de cámara del Cabildo de la Catedral de Córdoba, y la numerosa presencia de devotos y hermanos de la Virgen.
En tan sólo nueve meses la hermandad del Resucitado ha logrado hacer realidad esta ofrenda de amor hacia su titular mariana en torno a la festividad de la Inmaculada. La Semana Santa de 2023 será el momento de verla de estreno en su estación de penitencia por las calles.
La presea incorpora en las cartelas diez pinturas del cordobés Rafael Cervantes con personas cruciales en la vida de la Virgen María