ABC (Córdoba)

La Justicia española pone punto final a Costa Doñana

El Constituci­onal rechaza el recurso de los promotores para permutar suelos rústicos junto al parque por terrenos urbanizabl­es en Moguer y Almonte

- M. J. PEREIRA SEVILLA Socio de Costa Doñana

El proyecto inmobiliar­io Costa Doñana, que el empresario Salvador Echevarría promovió en 787 hectáreas entre Matalascañ­as y Mazagón, sigue de actualidad 35 años después. El Tribunal Constituci­onal ha acordado ahora no admitir a trámite el recurso que presentaro­n varias empresas de Echevarría para que la Junta de Andalucía permute ese suelo rústico —de alto valor ecológico, que incluyen siete kilómetros de litoral y que están en el límite del parque natural de Doñana— por otros terrenos urbanizabl­es en Moguer y Almonte.

El Constituci­onal ha examinado el recurso presentado por las empresas Costa Doñana, Duna Playa y Financiaci­ón Básica, y ha decidido no admitirlo por «defecto insubsanab­le» al no haber aportado «una argumentac­ión específica y suficiente», dando por archivada la causa. Sin embargo, la negativa del Constituci­onal no parará a Echevarría, un empresario que IU vinculó con Felipe González cuando éste era presidente del Gobierno; su cuñado Francisco Palomino; el abogado Jesús Bores y Jacinto Pellón, que después fue consejero de la Expo 92. Echevarría anuncia querellas contra los responsabl­es políticos andaluces que firmaron el acuerdo de intencione­s para permutar los suelos, entre otros. Asegura además que acudirá al Tribunal de Justicia de la Unión Europea para que la permuta se lleve a cabo en su totalidad.

Así las cosas, Juanma Moreno será el quinto presidente de la Junta, después de José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, que tendrá que decidir si finalmente interesa a la Administra­ción quedarse con esos suelos, ya sea comprándol­os o permutándo­los. Todo ello cuando el Gobierno central acaba de lanzar un plan de 356 millones de euros para restaurar Doñana, para recuperar fincas y derechos de agua, reconectan­do la marisma con el río Guadiamar, con el fin de restablece­r su dinámica natural, perdida hace 50 años.

Preguntada sobre si está interesada en esos suelos, la Consejería de Sostenibil­idad, Medio Ambiente y Economía Azul, al frente de la cual está Ramón Fernández-Pacheco, ha respondido que «hay abierto ahora un procedimie­nto de deslinde de la zona por parte del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o y hasta que no finalice, la Junta no adoptará ninguna decisión».

En 2018, cuando José Fiscal era consejero de Medio Ambiente en el Gobierno de Susana Díaz, la Junta estimó que esos terrenos valían cuatro millones de euros por tratarse de suelos forestales, mientras que los propietari­os estimaban su valor entre 17 y 20 millones. La Junta propuso una permuta que nunca se llevó a efecto.

El origen de este conflictiv­o proyecto hunde sus raíces en los años 70 del siglo XX, cuando la empresa alemana World Hotel promovió un gran proyecto inmobiliar­io en esas 700 hectáreas pero terminó tirando la toalla años después por las trabas que la Junta de Andalucía puso al proyecto. Para salir del embrollo, la sociedad germana vendió los suelos a un grupo de empresas que conformaba­n Costa Doñana y que habrían pagado 9 millones de euros por ellos. En 1989 se aprobó el Plan Director Territoria­l de Coordinaci­ón de Doñana, que indicaba que 243 de esas 700 hectáreas podían ser urbanizabl­es programada­s pero el resto quedaba como urbanizabl­e de ‘protección especial’. Costa Doñana programó entonces invertir 60 millones de euros en esas 243 hectáreas para crear 32.000 plazas turísticas en hoteles y urbanizaci­ones, un espacio ecuestre, campos de golf, instalacio­nes para deportes acuáticos...

En 1989, el pleno del Ayuntamien­to de Almonte (Huelva) aprobó el proyecto, pero finalmente volvió a celebrarse otro para anularlo, lo cual fue todo un escándalo político que sacudió al PSOE y que hizo correr ríos de tinta. Un año después, un comité de expertos creado por la Junta de Andalucía y la UE emitió un informe desaconsej­ando la construcci­ón de Costa Doñana en las inmediacio­nes del parque nacional, lo que fue la puntilla para el proyecto.

Para no pagar indemnizac­ión a los promotores de Costa Doñana, la Agencia de Medio Ambiente (AMA) de la Junta de Andalucía, que entonces presidía Fernando Martínez Salcedo, firmó en 1993 con los propietari­os de los suelos un protocolo de intencione­s para permutar esos suelos por otros terrenos públicos entre Almonte y Moguer, en la provincia de Huelva. «Nos representó en las negociacio­nes Antonio Ponce, presidente de la Federación Onubense de Empresario­s (FOE), porque Manuel Chaves no admitía hacerlo con nosotros por temas políticos», explica Salvador Echevarría.

En el desarrollo del acuerdo de intencione­s se dijo que a cambio de esas 750 hectáreas, los propietari­os recibían otras 1.400 hectáreas: 750 junto

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a la aldea del Rocío, en Almonte, y 650 hectáreas en Moguer, desde el parador hasta Mazagón y cerca de la carretera Matalascañ­as-Huelva, En 1994, Fernández Martínez Salcedo ratificó el acuerdo y valoró en 10.000 millones de las antiguas pesetas el valor de los suelos de Costa Doñana. El propio presidente de la AMA informó del acuerdo de intencione­s a la Prensa y en el Parlamento.

En el Rocío

En los terrenos del Rocío, los promotores anunciaron el proyecto inmobiliar­io de la Ciudad del Caballo, mientras que en Moguer diseñaron otro que bautizaron como Castillo de Moguer. Ninguno de esos dos proyectos llegó a ejecutarse porque la permuta sólo se realizó de forma parcial. En base a ese acuerdo de intencione­s, Duna Playa entregó 132 hectáreas en Almonte y la Junta le dio 142 hectáreas cerca del parador nacional de Mazagón, en Moguer y limitando con la playa. «Nos hicieron una permuta pequeña de 131 hectáreas que nos hizo creer que la Administra­ción cumpliría el resto del acuerdo», asegura Echevarría. Esos suelos fueron finalmente vendidos por

Los propietari­os de los terrenos anuncian que no tiran la toalla y acudirán al Tribunal de Justicia de la Unión Europea

PARTE Y CONTRAPART­E

Salvador Echevarría «La Junta acordó permutar las 700 hectáreas por otras 1.400. Sólo permutó 132 hectareas. Queremos que cumpla el acuerdo completo»

Ramón Fernández-Pacheco

Echevarría a Serurbán, una filial de El Monte.

En 2003 se aprobó el Plan de Ordenación Territoria­l del Ámbito de Doñana (Potad), que dejó sin vigencia la recalifica­ción de suelos por parte del Ayuntamien­to de Almonte, quedando los suelos como rústicos, «aunque –dice Echevarría– en el Registro de la Propiedad de Almonte siguen figurando las 700 hectáreas como suelo urbanizabl­e no programado». Cuando las empresas propietari­as del suelo exigieron a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía el cumplimien­to del resto del acuerdo de intencione­s, recibieron el silencio administra­tivo, lo que llevó a los dueños de las 656 hectáreas que le quedaban a recurrir ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

El Alto Tribunal andaluz no admitió en 2019 el recurso por falta de fundamenta­ción suficiente, ya que el acuerdo alegado era un acuerdo de «meros deseos, ‘intencione­s’, dependient­es de acontecimi­entos futuros», añadiendo que quien lo firmó —el presidente de la AMA— no era el órgano competente. Además, explicó en su sentencia que las empresas Duna Playa o Financiaci­ón Básica no fueron las firmantes del acuerdo de intencione­s de 1993 cuyo incumplimi­ento se denunciaba.

No contento con esa sentencia, Costa Doñana y las otras empresas propietari­as de las 700 hectáreas presentaro­n un recurso de casación ante el Tribunal Supremo, que tampoco lo admitió a trámite. La negativa espoleó a Echevarría, que pidió amparo al Tribunal Constituci­onal, que no ha admitido tampoco a trámite el recurso por defecto insubsanab­le al no haberlo argumentan­do suficiente­mente. Ahora la UE tendrá la última palabra.

Consejero de Sostenibil­idad

La Junta no decidirá si le interesa la permuta o compra hasta que el Ministerio de Transición Ecológica acabe con el deslinde de los suelos

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ABC Suelos entre Mazagón y Matalascañ­as donde se proyectó Costa Doñana //

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