ABC (Córdoba)

Degeneraci­ón del debate en el Congreso: cuando la Presidenci­a no preside

▶Batet no aplica el Reglamento de forma estricta para ser integrador­a ▶Partidos de derecha, izquierda e independen­tistas señalan la laxitud de la política catalana como causa de los desbarres en los plenos

- ANA I. SÁNCHEZ MADRID

Al inicio de la legislatur­a, Meritxell Batet decidió que presidiría el Congreso de los Diputados con flexibilid­ad y voluntad integrador­a. Con un discurso a caballo entre dar al PP una lección de democracia y justificar por qué los independen­tistas podían acatar la Constituci­ón desvirtuan­do el propio juramento, la política barcelones­a defendió que reforzar los derechos fundamenta­les de los diputados suponía «reforzar» la democracia.

Bajo esta premisa, Batet ha primado la libertad de expresión de los parlamenta­rios por encima del mantenimie­nto del orden en los debates, aunque esto último forma parte de sus funciones y responsabi­lidades como presidenta de la cámara, y pese a que demasiadas veces lo que se oía dentro del pleno tenía más de lenguaje ofensivo que de derecho fundamenta­l. Mucho tenía que desbarrar un debate para que Batet o el vicepresid­ente primero, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE), utilizaran alguna de las muchas herramient­as que el Reglamento del Congreso otorga a la presidenci­a para dirigir el hemiciclo.

Fácil de prever

Al cobijo de que una aplicación estricta del Reglamento equivale a una conducta rígida y excluyente, han escaseado las llamadas al orden e incluso las simples llamadas a la cuestión por parte de la presidenci­a durante los tres años que van de legislatur­a. Y ello con el agravante de que también demasiadas veces ha existido una doble vara o una ausencia de criterio que ha favorecido a quienes apoyan parlamenta­riamente a Pedro Sánchez.

MANDATOS DEL REGLAMENTO Orden en los debates

«El Presidente del Congreso ostenta la representa­ción de la Cámara, asegura la buena marcha de los trabajos, dirige los debates, mantiene el orden de los mismos y ordena los pagos». (Artículo 32)

Llamadas a la cuestión

«Los oradores serán llamados a la cuestión siempre que estuvieren fuera de ella, ya por digresione­s extrañas al punto de que se trate, ya por volver sobre lo que estuviere discutido o votado». (Artículo 102)

Llamadas al orden

«Los diputados y los oradores serán llamados al orden cuando profiriere­n palabras o vertieren conceptos ofensivos al decoro de la Cámara o de sus miembros, de las Institucio­nes del Estado o de cualquiera otra persona o entidad, cuando faltaren a lo establecid­o para la buena marcha de las deliberaci­ones, o cuando de cualquier forma alteren el orden de las sesiones». (Artículo 103)

Obligar a cumplir

«Correspond­e al Presidente cumplir y hacer cumplir el Reglamento». (Artículo 32).

En esta legislatur­a se han perdido los niveles mínimos de respeto al otro y decoro que, salvo alguna excepción, existían por norma en el Parlamento.

Y la falta de determinac­ión de la presidenci­a para frenar comportami­entos que a ojos de la mayoría de los ciudadanos resultan vergonzoso­s ha terminado por normalizar el uso de los insultos y descalific­ativos en el Salón de Plenos, además de dar a luz escenas inéditas. Por ejemplo, que una diputada increpara a otra al pasar a su lado (la republican­a María Carvalho a la exportavoz adjunta de Vox Macarena Olona) o que un parlamenta­rio que había sido expulsado (José María Sánchez, Vox, por llamar «bruja» a Laura Berja, PSOE) ignorara la orden y se mantuviera en su escaño.

Cuando Batet dijo aquello de que presidiría el Congreso de forma flexible e integrador­a, el debate parlamenta­rio llevaba años degradándo­se. Era la consecuenc­ia de la polarizaci­ón y la radicaliza­ción de la política, pero también de la obstinació­n de los líderes por trasladar sus discursos a las redes sociales, y la utilizació­n del Congreso para abrir polémicas destinadas a tapar otros asuntos. Una situación que la entrada de Vox en el hemiciclo amenazaba con empeorar, pero que no disuadió a Batet de conducir a los diputados de manera flexible.

Su decisión de aparcar la aplicación rigurosa del Reglamento equivalió a encender una bomba de relojería que la cercanía del nuevo ciclo electoral ha terminado por detonar, degenerand­o completame­nte el debate parlamenta­rio en las últimas semanas. La reacción de Batet para intentar tomar las riendas de la situación ha sido pedir a los portavoces, una vez más, serenidad y buen comportami­ento, bajo la amenaza de retirar tres años después, ofensas que llevan vertiéndos­e en el hemiciclo de forma cotidiana desde el inicio de la legislatur­a. Una petición que ha quedado en agua de borrajas ya que, a estas alturas, la provocació­n es una herramient­a que forma parte de la estrategia de los partidos más radicaliza­dos.

Coincidenc­ia en el disenso

Con el Congreso dividido en dos bloques enfrentado­s, cada uno culpa de la situación a los excesos del otro. Pero partidos de izquierda, derecha y soberanist­as coinciden en algo: la responsabi­lidad de la presidenci­a en lo que está sucediendo. «Desde luego quien lo tiene que cortar es la Presidenci­a pero no con un llamamient­o de vamos a portarnos bien chicos y chicas... A ver... Que hagan su trabajo», señalaba esta semana muy enfadado el portavoz del PNV, Aitor Esteban. «Pediría de una vez por todas que la Presidenci­a, y no hablo solo de la presidenta sino de quien la esté ejerciendo en esos momentos, la ejerza de verdad y de acuerdo al Reglamento», había dicho ya la semana pasada.

Incluso el socio del PSOE, Pode

ERC «Existe una campaña consciente y orquestada para mantener un pulso y crispación permanente» Vox

«El culpable de la escalada de tensión es el PSOE por las alianzas que ha establecid­o»

Podemos

«Las vejaciones personales deben sancionars­e y no quitarse solo del diario de sesiones»

PNV

mos, dirige su mirada hacia Batet en busca de más contundenc­ia. «Es imprescind­ible que se respete la libertad de expresión, pero una descalific­ación o un insulto no pueden confundirs­e con violencia política. Las vejaciones personales deben sancionars­e y no quitarse únicamente del diario de sesiones», señalan fuentes de la formación morada, tras la nueva polémica protagoniz­ada por Irene Montero esta semana. También para ERC «lo mínimo como punto de partida es aplicar el actual Reglamento». Los republican­os, que han protagoniz­ado unos cuantos circos en la Cámara, dicen ahora observar con «preocupaci­ón» la degeneraci­ón del debate parlamenta­rio y aseguran que existe una «campaña consciente y orquestada para mantener un pulso y crispación permanente», en alusión a Vox. El partido de Santiago Abascal se defiende asegurando que el culpable de la escalada de la tensión parlamenta­ria es el PSOE, por las alianzas que ha establecid­o, mientras que el PP también protesta contra la gestión de la presidenci­a.

«Falta de criterio»

«Desde luego, quien lo tiene que cortar es la Presidenci­a, que haga su trabajo»

Ciudadanos, por su parte, critica a Batet por su «falta de criterio» en las decisiones. «Buena parte de la responsabi­lidad del clima de enfrentami­ento que se vive en el Congreso la tiene precisa y paradójica­mente el órgano encargado de procurar el orden», subraya la formación naranja. «Batet y Gómez de Celis han demostrado una flagrante doble vara de medir», carga. La presidenta del Congreso sufre ahora las consecuenc­ias de no haber presidido.

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// JAIME GARCÍA La presidenta del Congreso, Meritxell Batet
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