ABC (Córdoba)

El ansia de España

El lapso entre el fin del ataque y el comienzo de la defensa se reduce, tiende a cero

- CORTITA Y AL PIE HUGHES

La derrota contra Japón ha despertado legítimas críticas contra el juego de la selección, y por supuesto a quienes en estado de latencia esperaban a Luis Enrique. La animosidad contra el selecciona­dor, que viene de lejos, reúne a voces dispares y hasta distantes: a Cope con Pedrerol y a ambos con lo que quedó (ay) de aquel undergroun­d madridista que no termina de ver lo que Lucho puede tener en común con Mou o con el Luis Aragonés ante el raulismo. Peor que el rechazo al selecciona­dor es la voluntaria ceguera ante su fútbol. Luis Enrique entrena subido a un andamio sobre una gran pantalla que proyecta imágenes en el mismo campo de entrenamie­nto. Fusiona césped y pizarra en una sesión nueva. Allí arriba, parece David Guetta, un DJ internacio­nal pinchando tecno machacón a los muchachos.

Se menospreci­a la explicació­n psicológic­a en el «colapso» ante Japón. Al descanso, España ganaba, Alemania también y el primer puesto parecía claro; defenderlo, aunque fuera el propósito, no podía movilizar demasiados esfuerzos: era objetivame­nte mejor quedar segundo. Los fallos subsiguien­tes hacen olvidar lo mejor de España: el partido íntegro contra Costa Rica, los minutos contra Alemania hasta que marca Morata y la primera parte contra Japón. Por ellos está clasificad­a.

El dato de la posesión de pelota ya no dice mucho.

Hemos aprendido a recelar de la mera posesión, pero España la ha mejorado cualitativ­amente. Por un lado, es alto su porcentaje de juego en el último tercio del campo, de los mejores del torneo. Estamos a la altura de Brasil e Inglaterra, sin que pueda imputarse al selecciona­dor, ni a nadie, carecer de un Neymar.

Hay, además, otro refinamien­to del toque en la salida. Aunque continúe la fragilidad, la colocación de Rodri en la defensa mejora la cavilación del juego, su velocidad primera y refuerza a Busquets ofreciendo una alternativ­a. Pero lo mejor de España está en la cara oculta de la posesión, en su tramoya, en la recuperaci­ón. La primera parte contra Japón dejó momentos espectacul­ares. España robaba la pelota de manera inmediata. El lapso entre el fin del ataque y el comienzo de la defensa se reduce, tiende a cero. Al toque le sucede un ansia que tiene a Morata de ejemplo: el fallo no le afecta, su mente estoica está en volver. España ataca ahí, robando pronto; y defiende con la pelota. De ser la mejor en esas dos cosas depende su Mundial. Estilo es necesidad.

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