Ayuntamiento agridulce
La actividad municipal nos deja un sabor agridulce. Tuvimos el miércoles buen regusto con la expedición cordobesa, impulsada por CECO y el Ayuntamiento, a Bilbao para captar inversores con el atractivo menú de la Base Logística del Ejército de Tierra. Este complejo, por su alto volumen de actividad —centralizará las unidades de mantenimiento de vehículos militares repartidas por el país— o su elevadísimo componente tecnológico, debe meterle la temperatura adecuada a los sectores logístico, industrial y de la innovación para que cuajen con éxito.
Para sacarle todo el jugo, hace falta prepararla activamente; removiendo hasta que duela el brazo. Porque es un acierto, como se ha hecho en la capital vizcaína y antes en Madrid, salir al encuentro de empresas de fuera para explicarles que aquí se está cociendo algo gordo y que en nuestra capital pueden entrar hasta la cocina. Un lugar excelente para hacer un ‘showcooking’ de la Base era Bilbao, cabecera de un territorio con un potente sector fabril —industria militar incluida—.
Pero no todo lo que llega de los fogones de Capitulares está comestible. El jueves conocimos que al Consistorio se le pasaba otra vez el arroz con el bono comercio —iba a lanzarlo en la recta final de 2022 y ahora decidirá si lo hará en 2023 o si desiste de él—. Y ésta es una receta que se diseñó en 2020 para combatir los efectos de la crisis del Covid.
Esta vez, se le ha atragantado por causas ajenas —la empresa que lo iba a gestionar no logró el aval financiero necesario—, pero antes ya se le había ido por mal sitio varias veces. El plan municipal iba a servir a las cajas registradoras de estos negocios, al menos, 2,4 millones, entre lo que aportaran los ciudadanos y lo que pusiera el Ayuntamiento: 800.000 euros, de los que 400.000, al no gastarse antes del 31 de diciembre, irán a pagar deuda con la banca, algo innecesario. Que al Consistorio se le queme una y otra vez el bono comercial es para que se lo haga mirar. En Bilbao, por ejemplo, van por la tercera edición de estas ayudas a tiendas. Y como nuestros responsables públicos pudieron comprobar el miércoles, allí ni los políticos ni los funcionarios tienen dos cerebros y cuatro brazos para trabajar mejor y más rápido.