ABC (Córdoba)

El declive de Cs y su líder en las encuestas decidió a los críticos

Solo el 11% de los electores del partido ven en Arrimadas su favorita para Moncloa

- J. CASILLAS MADRID

Uno de los motivos que decidieron a los críticos de Inés Arrimadas para dar un paso al frente, que hasta ahora se está dejando de lado, es el pragmatism­o. La convicción de que o el partido hace algo realmente distinto y promociona a otro líder, o Ciudadanos (Cs) tendrá los días contados. La última encuesta de GAD3 para ABC, del pasado 27 de noviembre, no solo deja a los liberales en cero escaños, una constante los últimos meses, sino que además refleja problemas de liderazgo.

Según los datos de este sondeo, que los críticos de Arrimadas valoraron sosegadame­nte, apenas un once por ciento de los votantes de Cs señalan a su actual líder como su favorita para convertirs­e en la próxima presidenta del Gobierno. 1.650.318 españoles (6,86%) votaron a Cs el 10 de noviembre del 2019, cuando el partido cayó de 57 a diez diputados en el Congreso.

Según el último barómetro de GAD3, de todos ellos solo once de cada cien ven en Arrimadas a su favorita para sentarse en La Moncloa. Un cuatro por ciento se decantan por Pedro Sánchez (PSOE), otro cuatro por ciento optan por Santiago Abascal (Vox), pero un notorio 53 por ciento eligen al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, como su preferido a presidir el Ejecutivo.

En abril de 2021, tras la fallida moción de censura en la Región de Murcia, este periódico ya publicó un análisis que evidenciab­a cómo la valoración de Arrimadas se desplomó en el electorado de centro-derecha. Un bache que se ha cronificad­o en el tiempo y que no ha podido remontar. Edmundo Bal, el único dirigente que ha anunciado su intención de concurrir a las primarias para liderar Cs, hizo ayer hincapié en los malos datos de las encuestas para justificar su decisión. El diputado, actual portavoz del partido y vicesecret­ario general, alegó que es necesario hacer algo muy distinto para intentar mover el árbol y sobrevivir. Una última bala.

Los datos para Arrimadas tampoco son mucho mejores en los sondeos del Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS). Según el resultado del barómetro de noviembre, la líder de Cs es la predilecta para ser la presidenta del Congreso solo para el 9,5 por ciento de los encuestado­s que en 2019 votaron al partido liberal.

Pero es que además, la dirigente de Cs es la peor valorada entre sus propios votantes. La aprueban con apenas un 5,16 de nota media. Ningún otro líder baja del seis entre sus electores, y Yolanda Díaz y Santiago Abascal superan el siete. En la valoración general, con un 3,45, Arrimadas solo supera al líder de Vox.

No ser «apéndice» del PP

Esta realidad demoscópic­a, según ha podido saber este diario, fue uno de los argumentos de más peso para los críticos. Bal se presenta para intentar revertir la situación y alega para ello que no convertirá a Cs en un «apéndice» del PP, como según él pasa al hacer seguidismo de sus postulados y no defender con valentía posiciones propias en el Congreso y fuera de él.

Desde que Arrimadas asumió las riendas del partido, el mejor momento en las encuestas para Cs fue durante los meses que la formación negociaba los estados de alarma con el Gobierno y los Presupuest­os Generales del Estado (PGE). En palabras de Bal, cuando se plasmó como una opción «útil» para los españoles. En ese sentido, el abogado del Estado apuesta por un aperturism­o a las negociacio­nes con el Ejecutivo, manteniend­o como únicas líneas rojas los pactos con ERC y con Bildu.

Paradójica­mente, y aunque es cierto que durante aquellos meses Cs mejoró demoscópic­amente los resultados obtenidos el 10-N, la primera contestaci­ón interna a Arrimadas llegó cuando salvó los estados de alarma del coronaviru­s tras el desplante de ERC a Pedro Sánchez. Fue entonces cuando perfiles tan mediáticos como Juan Carlos Girauta o Marcos de Quinto rompieron el carnet de militante, acusando al entonces vicesecret­ario general, Carlos Cuadrado, de carecer de toda visión estratégic­a.

Arrimadas aguantó la presión interna hasta el límite y rompió la negociació­n de los Presupuest­os a última hora, solo cuando el Ejecutivo cerró sendos acuerdos con ERC y Bildu. La presidenta de Cs quiso demostrar que Sánchez eligió en su momento a los independen­tistas por decisión propia y no por necesidad, pero ese acercamien­to generó el primer caldo de cultivo contra ella. Ahora Bal, decidido a voltear las encuestas, hace oídos sordos a aquel runrún.

El mejor momento demoscópic­o de Cs con Arrimadas fue durante la negociació­n de los estados de alarma y los PGE

Bal señala el hundimient­o del partido en las encuestas como uno de los motivos para dar un paso al frente e intentar algo distinto

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