Ciudadanos: sólido, líquido y gaseoso
Con las municipales a la vuelta de la esquina, las generales al término del año que en unas semanas comenzaremos y la tormenta por el liderazgo que comienza a arreciar entre Arrimadas y Bal por el control de Ciudadanos, las encuestas —con todas las cautelas con las que estas han de ser tomadas— parecen augurar el culmen del ciclo hídrico que el partido ha venido experimentando. Mientras comunistas, separatistas, partidos regionalistas y Vox vislumbran el mantenimiento de su parcela de votos que acabado el escrutinio se traducirá en una mayor o menor capacidad de decisión para la futura formación de gobierno, no ocurre así con Ciudadanos, un partido que en sus inicios constituyó un bloque sólido situado frente a nacionalistas y separatistas catalanes y que rozó la posibilidad de acabar siendo la alternativa constitucional en Cataluña. Sin embargo, primero Rivera y luego Arrimadas gustaron de coger las maletas para abandonar a la Cataluña constitucionalista y desde la sede madrileña del partido asentir a los pactos tanto municipales como autonómicos por los que implícitamente aceptaban ser la nada con sifón y alienarse con los gobiernos encabezados mayoritariamente con el PP: Igea con Mañueco, Aguado con Ayuso o Marín con Moreno Bonilla son ejemplos representativos. Coalición no significa identificación, pero los dirigentes del partido naranja parece que cómodamente así lo entendieron sometiéndose a un proceso de autoinvisibilidad que los llevó del estado sólido al líquido, a la disolución que no permite discernir entre la marca original de la derecha y su marca blanca, e indefectiblemente convertirse finalmente en lo gaseoso que ahora es: poco a poco una nebulosa que se sabe que ahí está, pero apenas resulta tangible. Parece, en fin, que Ciudadanos ha experimentado cada uno de los estados del agua; solo nos queda confiar en que de lo gaseoso vuelva a lo líquido y acabe tornando a la solidez de la que un día fue una esperanza blanca en la política española, revigorizando la verdadera funcionalidad de los partidos de centro, bisagra: porque sí, en momentos de polarización como el actual, resulta indispensable un eje que equilibre la balanza siempre en beneficio del conjunto de los españoles.
RAÚL CALLEJA FUENTES PALMA DEL RÍO