«Hasta los que tienen concesiones legales de agua van a tener problemas»
▶ Muestra su preocupación por Doñana pero también espera que haya un gran acuerdo político
Este prestigioso biólogo leonés, que también se siente de Almonte, lleva desde 2020 con las riendas de la Estación Biológica de Doñana, entidad que depende del CSIC. Hace un análisis muy negro de la situación actual pero es optimista sobre las opciones de revertir el deterioro de la joya medioambiental no sólo de Andalucía y de España, sino de toda la UE.
—¿Cómo ven la situación actual de Doñana?
—Estamos preocupados. La situación no es buena porque los ecosistemas se encuentran en mal estado y hay que hacer lo posible por restaurarlos. Los que están peor son los que dependen del agua del acuífero, las lagunas temporales y las permanentes, que están muy bajas; hay mucha mortalidad de árboles, matorral y monte negro. La situación actual es una combinación de dos factores, el cambio climático y el uso excesivo del agua por las personas.
—Para los neófitos resulta difícil comprender la situación porque ya hemos vivido antes muchos períodos de sequías graves.
—Es cierto. Vivimos en un ambiente mediterráneo con períodos de sequía muy recurrentes. Lo que sucede es que ahora es muy largo, con agua por debajo de la media, más temperatura y, además, hemos aumentado mucho la demanda de agua. Tenemos una combinación de todos los factores porque llueve menos, hace más calor y aumentamos la demanda de agua. La receta perfecta.
—Entonces es difícil que podamos revertirla.
—Podemos revertirla pero nos tenemos que organizar y debemos ponernos todos a trabajar no sólo por Doñana sino porque la sociedad que está usando un recurso que es limitado.
—¿Qué entiende que deberíamos hacer?
—Diseñar una planificación de los recursos del suelo con lo que hay disponible, teniendo en cuenta que sólo los que tengan concesión de agua podrán usarla. Aunque probablemente hasta los que tienen concesiones legales también tendrán problemas porque habrá menos disponible. Ya lo estamos viendo este año que la superficie de cultivo sembrada ha sido muy pequeña. Una pregunta es cuánto van a poder aguantar los agricultores en esta situación. Es necesario un plan de reconversión de la agricultura a unas condiciones de más aridez.
—La Unión Europea tiene puesto el foco en la gestión de Doñana y su entorno. Entiende que no cumplimos con nuestra obligación de conservar este espacio natural. ¿Está en lo cierto?
—Esta respuesta es fácil porque la realidad es que hay una serie de leyes y de directivas europeas —como las directivas de Hábitat y de Agua— que son marco legal y nos obligan a hacer las cosas de otra manera. Hemos estado incumpliendo la legislación y por eso la UE nos ha estado denunciando y condenando. Y por eso nos miran con lupa, porque estamos haciendo un uso ilegal de los recursos. En mi opinión, se trata de un problema de gobernanza, de desarrollo, de agricultura intensiva alrededor de Doñana, una zona muy extensa que cubre el Aljarafe sevillano, el Condado de Huelva y el entorno de Almonte; una enorme zona amplia entre las provincias de, Huelva y Sevilla hasta el Sur. Hemos hecho un desarrollo no regulado, no planificado y cuando se hacen mal las cosas, el problema se va agravando.
—Parece que la situación de una zona tan sensible se ve de diferente manera si se mira desde la Unión Europea, la comunidad científica o si la mirada es de los vecinos de la zona.
—No es que nosotros no veamos Doñana desde el territorio, desde la zona protegida o desde la que está humanizada. Yo he vivido muchos años en Almonte y lo siento como mío. La diferencia en la perspectiva se debe al valor que el lugar tiene para cada uno. Yo miro el valor que tiene para la sociedad universal, no sólo para Andalucía, pero la gente que trabaja y vive allí tiene intereses individuales perfectamente legítimos que no coinciden.
—¿Cuál es el camino para resolverlo?
—Es la suma de muchas cosas pequeñas. Hay que mejorar la gobernanza a nivel general, el uso humano que se hace alrededor, también la gente de la comarca. No es cuestión de agricultura sí o no, sino de plantear qué agricultura explotamos en una zona intensamente poblada con usos humanos muy interesantes como la industria. Debe ser posible buscar alternativas que no sean sólo monocultivos intensivos y más del recurso del
que depende como es el agua. Creo que debemos ser más ambiciosos y mirar con luces más largas también a la sociedad y la economía de la comarca.
—Presenta un panorama complicado.
—También hay noticias buenas; muchas especies se han podido proteger como el lince. Podemos hablar del plan que ha presentado el Gobierno central que recoge medidas sobre el agua y la gestión de fincas propiedad del Estado; así como la restauración y recuperación de concesiones de agua; es una oportunidad a medio plazo. La otra buena noticia es la apuesta de la Junta pidiendo un gran acuerdo para que todas las administraciones trabajen conjuntamente y no volviendo a presentar el plan de regadíos de la Corona Norte.
La situación «Los ecosistemas se encuentran en mal estado, hay mucha mortalidad de árboles, matorral y monte negro»
—Es posible entonces una solución.
—Soy optimista y creo que la situación es propicia para que se produzca un gran acuerdo por Doñana entre el Gobierno, la Junta de Andalucía y distintos sectores. Yo creo que es necesario crear una oficina que coordine los trabajos que se hagan en todos los niveles junto a un comité científico que ayude y de información de calidad. En Andalucía ya se hizo el Plan Doñana 2005; sabemos cómo se hace y es cuestión de ponernos manos a la obra.
Dificultades económicas «¿Hasta cuándo van a aguantar los agricultores? Es necesario un plan de reconversion»