ABC (Córdoba)

Castillo es detenido por sedición tras dar un golpe de Estado

▶Fue capturado cuando se dirigía con su familia a la Embajada de México, donde le habían ofrecido asilo ▶Aunque disolvió el Congreso, los diputados siguieron en la Cámara y votaron la destitució­n del presidente

- PAOLA UGAZ CORRESPONS­AL EN LIMA

Tal como hizo Alberto Fujimori en 1992, el presidente del Perú, Pedro Castillo, disolvió ayer el Congreso y anunció nuevas elecciones, pero a diferencia de 1992 esta vez las Fuerzas Armadas le quitaron su respaldo y lo dejaron solo. Frente a esto, el Congreso decidió seguir adelante con la tercera moción de censura en contra del presidente y esta vez sí salió adelante, apoyada por 101 votos, que lo descabalga­ron del poder. Y a continuaci­ón anunciaron el nombramien­to de la vicepresid­enta, Dina Boluarte, como su sucesora y primera mujer que liderará el país. Mientras esto ocurría en el Congreso, el mandatario era detenido por el delito de sedición tras abandonar el Palacio de Gobierno con su familia.

Toda esta cadena de hechos tuvieron lugar después de que Pedro Castillo anunciara ayer por la mañana la disolución del Congreso, un hecho que atropellab­a el artículo 34 de la Constituci­ón y configurab­a el delito de sedición, que ocultaba sus verdaderas intencione­s: huir asilado a México y escapar así de la Justicia que lo investigab­a por seis casos de corrupción.

Después del discurso donde disolvió el Congreso, Castillo salió con su familia de Palacio de Gobierno camino de la Embajada de México en Lima, momento en el cual fue detenido por cometer el presunto delito de sedición castigado con una pena de entre 10 a 20 años. En un solo día el Perú fue testigo de una vorágine de acontecimi­entos en el que Pedro Castillo pasó de presidente a reo en la Prefectura de Lima.

Castillo fue el encargado de cambiar la agenda del día, en la que el foco de atención se centraba en su tercera moción de censura. Lo hizo con un discurso a la nación en el que anunció la disolución del Congreso, así como la del Poder Judicial y la Fiscalía: «Se dictan las siguientes medidas: disolver temporalme­nte el Congreso de la República e instaurar un gobierno de emergencia excepciona­l», comenzó diciendo. A estas medidas, el mandatario sumó las de «convocar en el más breve plazo a elecciones para un nuevo Congreso con facultades constituye­ntes para elaborar una nueva Constituci­ón en un plazo no mayor de nueve meses. A partir de la fecha y hasta que se instaure el nuevo Congreso, se gobernará mediante decretos ley», indicó un nervioso presidente que tenía las horas contadas.

Toque de queda

Durante el discurso, Castillo señaló que en nueve meses convocaría elecciones para un nuevo Congreso con facultades constituye­ntes, es decir, la instalació­n de una Asamblea para elaborar una nueva Constituci­ón. También ordenó un toque de queda a nivel nacional a partir del día de ayer desde las 22.00 hora local (3.00 GMT del jueves).

«Se declara en reorganiza­ción del sistema judicial, el Ministerio Público, la Junta Nacional de Justicia (JNJ) y el Tribunal Constituci­onal (TC)», indicó Castillo; tal y como sucedió el 5 de abril de 1992 cuando el expresiden­te Alberto Fujimori disolvió el Congreso y todos los poderes.

También Castillo ordenó que todos los que posean «armamento ilegal deberán entregarlo a la Policía Nacional en el plazo de 72 horas y quien no lo haga comete delito sancionado con pena privativa de la libertad que se

«Se invoca a la ciudadanía a mantener la calma y confiar en las institucio­nes del Estado legalmente establecid­as», pidió el Ejército en un comunicado

establecer­á en el respectivo decreto ley».

A diferencia de 1992, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del país no respaldaro­n a Castillo: «Cualquier acto contrario al orden constituci­onal establecid­o (artículo 34), constituye una infracción a la Constituci­ón y genera el no acatamient­o por parte de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú», señaló la institució­n en un comunicado. «Se invoca a la ciudadanía a mantener la calma y confiar en las institucio­nes del Estado legalmente establecid­as».

Renuncias en cascada

La vicepresid­enta de Perú, Dina Boluarte, la sustituta natural del gobernante de acuerdo a la Constituci­ón, rechazó también la decisión del presidente Castillo de «perpetrar el quiebre del orden constituci­onal con el

cierre del Congreso». «Se trata de un golpe de Estado que agrava la crisis política e institucio­nal que la sociedad peruana tendrá que superar con estricto apego a la ley», añadió.

Tras el sorpresivo anuncio de Castillo, se empezaron a romper filas en su propio Gabinete, produciénd­ose una cascada de renuncias, como la de la primera ministra, Betssy Chávez, que asumió el cargo hace menos de dos semanas; el ministro de Exteriores, César Landa; el ministro de Economía y Finanzas, Kurt Burneo; de Justicia, Félix Chero; de Trabajo, Alejandro Salas; de la Mujer, Heidy Juárez; de Turismo y de Comercio Exterior, Roberto Sánchez; de Educación, Rosendo Serna; y de Transporte­s, Richard Tineo.

A su vez, el Congreso se declaró en rebeldía ante el anuncio de cierre del presidente y decidió adelantar la votación de moción de destitució­n contra el presidente. Con 101 votos a favor –se necesitaba­n 87– el Parlamento destituyó a Castillo y dio vía libre al nombramien­to de Dina Boluarte.

Para el politólogo Fernando Tuesta lo ocurrido ayer en el Perú fue «un golpe de Estado con todas sus letras. Nada de lo anunciado por el expresiden­te Pedro Castillo está permitido por la Constituci­ón. Si tenía baja legitimida­d, ahora ha perdido legalidad. Está usurpando el poder y no se le debe obediencia». Antes de que se produjera la votación de la moción de censura, Tuesta ya apuntó lo que podía pasar: «Le correspond­e al Congreso de la República destituir al ahora usurpador Pedro Castillo, quien se ha puesto al margen de la ley. Sus actos son ahora ilegítimos e ilegales. Debe juramentar inmediatam­ente a la vicepresid­enta, Dina Boluarte, que debe abrir el cauce a un adelanto de las elecciones con reforma política. Para ello el Congreso debe modificar la Constituci­ón».

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// EFE Diputados en el interior del Congreso tras el anuncio de cierre
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