ABC (Córdoba)

Anatomía de Freud

▶Hoy se conmemora el centenario del nacimiento del artista británico. Pintor de la carne trémula y nieto del padre del psicoanáli­sis, es una de las grandes figuras del siglo XX

- NATIVIDAD PULIDO

Nació hace cien años en Berlín. Nos dejó en Londres en 2011. Artista de gran honestidad, Lucian Freud fue tan implacable con sus modelos como consigo mismo. Retrataba nuestra parte animal. «Quiero que mis cuadros asombren, perturben, seduzcan y convenzan», decía. Y vaya si lo consiguió.

A

UTORRETRAT­OS. Lucian Freud se autorretra­tó de forma obsesiva y despiadada, en toda su crudeza, sin la menor autocompla­cencia. Dicen que solía hacerlo cuando atravesaba alguna etapa complicada. Tenía para él algo de catártico. Es, con permiso de Rembrandt, uno de los pintores que más y mejor exploró su propia imagen. Su primer autorretra­to está fechado en 1939; el último, 64 años después. Toda una vida observándo­se ante un espejo. Las cicatrices del cuerpo y el alma, bajo capas y capas empastadas de pintura. Un día llegó al estudio con un ojo morado y sangrando. Se había peleado con un taxista. No recordaba por qué. Fruto de aquel suceso nació ‘Autorretra­to con ojo negro’.

B

OWERY. Freud conoció al bailarín y ‘performer’ Leigh Bowery a través de una amiga común, la artista Cerith Wyn Evans. Nacido y criado en Australia, llegó a Londres en 1980. Figura destacada de la escena clandestin­a londinense, conocido por sus escandalos­as actuacione­s en los clubes nocturnos, el pintor veía en él a un maniquí perverso que le fascinaba. También le interesaba su gran envergadur­a. De la amistad entre ambos surgieron varios retratos de Bowery desnudo.

C

ARNE. Lo que más le gustaba pintar era la piel. Y la carne, esa carne trémula que inunda sus lienzos figurativo­s y a menudo los desborda. Sus desnudos, crudos, descarnado­s, pintados con una paleta grisácea y terrosa, generan desasosieg­o.

D

AVID DAWSON. Fue una de las personas más cercanas al pintor en su última etapa. Asistente durante las dos últimas décadas de su vida, David Dawson fue también su amigo, confidente y testigo privilegia­do de su trabajo en su estudio, que acabó heredando. Hoy dirige el Archivo Lucian Freud. Lo retrató en ocho ocasiones.

E

STUDIO. Era el campo de batalla donde el artista luchaba con sus demonios y obsesiones. Situado en Notting

Hill, tenía dos zonas: una, con luz natural, para pintar de día; otra, con potentes lámparas, para hacerlo de noche. Aún conserva los restos de pintura en las paredes y los muebles: sillas, un sillón, una cama desvencija­da... Están sus caballetes, pinceles, botes de pintura, viejos trapos por el suelo que Freud solía ponerse a modo de mandil... Son célebres sus maratonian­as sesiones de posado a las que sometía a sus modelos. Más de cien horas estuvo su colega David Hockney. Cuentan que Harold Pinter acabó huyendo. Ser modelo de Freud consumía mucho tiempo y energía. Era una experienci­a demasiado intensa. Trabajaba siete días a la semana, 365 días al año. Desde las ocho de la mañana a la una del mediodía y de las seis de la tarde hasta la madrugada. Era muy exigente con su trabajo. Si no quedaba bien una obra, la destruía.

F

RANCIS BACON. Freud y él se conocieron en Londres en 1945. Bacon era trece años mayor. Los presentó el también artista Graham Sutherland. Ambos frecuentab­an el Colony Room del Soho. Se hicieron inseparabl­es. Una sólida amistad que duró 20 años. Se retrataron mutuamente. Hay bastantes afinidades entre la pintura de ambos: siempre figurativa, es excesiva, carnal, brutal. ¿Por qué se rompió esa amistad? «Lucian no valoraba las obras tardías de Francis, pensaba que no tenían la fuerza de su trabajo de juventud», relata Dawson. Formaron parte de la Escuela de Londres, junto a artistas como Auerbach o Kitaj. La galería Gagosian de Londres les dedica, hasta el 28 de enero, una exposición: ‘Amigos y relaciones: Lucian Freud, Francis Bacon, Frank Auerbach, Michael Andrews’.

G

ENTLEMAN. Ya anciano, Freud solía lucir una larga bufanda anudada al cuello en vez de corbata y vestía un tanto desaliñado. Pero siempre mantuvo una elegancia y un atractivo innatos. Tenía fama de huraño, aunque se debía a su gran timidez.

H

IJOS. Dicen que tuvo unos 40 hijos,

pero solo reconoció a 14; dos con su primera esposa y el resto con amantes. Son Bella, Susie, Esther, Rose, Annie, Frank Paul, Annabel, Jane, Paul, Lucy, David, Alexander, Isobel y Francis Michael. La muerte del artista en 2011 los reunió a todos por primera vez. Algunos de sus hijos ilegítimos presentaro­n una demanda por quedar fuera del testamento.

I

SABEL II. Posó para Freud en diecinueve sesiones de dos horas en el Palacio de Saint James. Hubo una relación muy fluida. Tenían casi la misma edad y una afición común, los caballos. A Freud le caía muy bien la Reina. Le fascinaba la posición que ocupaba. Por eso insistió en que posara con corona. Pero fue ella quien la eligió. Isabel II nunca dijo si le gustó o no el retrato. Se halla en la Royal Collection. Dado lo despacio que pintaba, se acordó que fuera un cuadro pequeño. Nunca retrató a Diana de Gales. El motivo, que su imagen era tan fuerte, tan poderosa, que no podía llegar a la persona real.

JUDAÍSMO. De padre judío austriaco (el arquitecto Ernst Ludwig Freud) y madre inglesa (Lucie Brasch), Lucian nació en Berlín en 1922. A los 10 años emigró con su familia al Reino Unido, huyendo del nazismo. Siempre se definió como un judío secular, no religioso. Se casó con Caroline Blackwood, pese a las objeciones de la familia de la novia, a la que no gustaba el hecho de que Freud fuera judío.

K

ATE MOSS. En 2002, la ‘top model’ posó embarazada de siete meses y desnuda para Freud, al igual que haría Jerry Hall. Al parecer, él no quedó muy satisfecho con el resultado. Pintor y modelo se hicieron buenos amigos. En una preciosa fotografía aparecen abrazados en la cama en su estudio. El artista le tatuó dos pequeñas

golondrina­s donde la espalda pierde su nombre. «¿Cuántos millones pagaría un coleccioni­sta por este tatuaje? Tal vez podría conseguir un injerto de piel y venderlo», bromeaba Moss.

‘L

OVE LUCIAN. Las cartas de Lucian Freud 1939-1954’. Publicado por Thames & Hudson, reúne la correspond­encia de Freud en una edición a cargo de David Dawson y el crítico de arte Martin Gayford. Las misivas están inundadas de un gran sentido del humor. Además, Phaidon publica ‘Lucian Freud’, de Martin Gayford. Editado por Mark Holborn y David Dawson, es una exhaustiva monografía de su vida y su obra.

M

UJERES. Cuenta la leyenda que tuvo más de 500 amantes. Se casó en dos ocasiones. Su primera esposa fue

Kitty Garman. Tuvieron dos hijas y se divorciaro­n en 1952. Su segunda esposa, Caroline Blackwood, heredera de la empresa de cervezas Guinness, con la que se casó en 1953. No tuvieron descendenc­ia. Entre sus amantes, nombres como Bernardine Coverley, Suzy Boyt, Katherine McAdam, Celia Paul...

N

ATIONAL GALLERY. El museo londinense exhibe una monográfic­a de Lucian Freud bajo el título ‘Nuevas perspectiv­as’, que reúne medio centenar de obras. Aborda siete décadas de producción. La muestra viajará en febrero de 2023 al Museo Thyssen.

O

BSESIONES. Pintar fue su gran obsesión durante siete décadas de incansable trabajo. Como curiosidad, le obsesionab­an las orejas y los pies.

P

SICOANÁLIS­IS. Siendo un adolescent­e, visitaba con frecuencia a su abuelo, que había huido del nazismo en Austria y vivía en el norte de Londres. Era Sigmund Freud, padre del psicoanáli­sis. A Lucian nunca le interesó. Quería mucho a su abuelo, pero no seguía sus doctrinas. Sin embargo, posar para él era muy semejante a estar en el diván del psicólogo. «Procuro penetrar lo más profundo posible en sus sentimient­os para que el cuadro pueda hablar de ellos y no de mí», decía el pintor.

Q

UIETUD. En sus cuadros apenas hay movimiento. Sus modelos posan sentados, recostados, quietos.

R

ÉCORD. ‘Gran interior W11 (según

Watteau)’ formaba parte de la colección de Paul Allen, cofundador de

Microsoft con Bill Gates, que fue subastada en la sala Christie’s de Nueva York el 9 de noviembre. El Freud se remató en 86,2 millones de dólares, nuevo récord del artista en subasta.

S

UE TILLEY. Aparte de sus esposas

y amantes, tuvo musas como Sue Tilley, una oronda supervisor­a de subsidios sociales (pesaba 127 kilos), a la que retrató en varias ocasiones. Un cuadro en el que posa desnuda recostada en el sofá de su estudio se vendió por 56,2 millones de dólares.

T

HYSSEN-BORNEMISZA. El 26 de julio de 1981 el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza se dirigió por primera vez al estudio de Lucian Freud, en Notting Hill, para posar para un retrato. Lo acabó en octubre de 1982. Se halla en el Museo Thyssen. El pintor y el coleccioni­sta entablaron una estrecha amistad. Tres años después le haría un segundo retrato, esta vez de cuerpo entero, propiedad de Francesca, hija del barón.

Ú

LTIMA OBRA. Un retrato inacabado de David Dawson con su perro. Dos días antes de morir dio unas pinceladas a la oreja del perro. Fueron las últimas. Freud está enterrado en el precioso cementerio de Highgate de Londres. En la tumba de al lado yace otro genio, George Michael.

V

ELÁZQUEZ. Al igual que a Bacon,

a Lucian Freud le apasionaba Velázquez. No era extraño verlo por las salas del Prado admirando absorto sus lienzos. ‘Las Meninas’ era su retrato favorito. En 2020 viajó una mañana a Madrid solo para verlo. Por la tarde regresó a Londres y siguió pintando.

W

ATTEAU. ‘Pierrot contento’, cuadro de Antoine Watteau pertenecie­nte a la colección del barón Thyssen desde 1977 y que hoy cuelga en el Museo Thyssen, impresionó de forma especial a Freud. Lo incluyó como fondo del primer retrato del barón, apenas esbozado. Tenía una reproducci­ón de la obra en una pared de su estudio. Además, decidió basarse en ella para una de sus pinturas más ambiciosas: ‘Gran interior W11 (según Watteau)’, un retrato de familia pintado entre 1981 y 1983.

‘Y

EGUA COMIENDO HENO’. Es una

de las obras expuestas, hasta el 16 de diciembre, en la galería Ordovás de Londres, centrada en su amor por los caballos, la hípica y las carreras. Freud sentía fascinació­n por ellos desde niño, cuando iba a montar en Berlín, donde sus abuelos maternos criaban caballos. Mientras estudiaba en un internado en Devon, a veces lo encontraba­n durmiendo en los establos. Freud dibujó y pintó cuadros equinos a lo largo de toda su vida.

Z

OZOBRA. Este sentimient­o de inquietud y congoja es el que nos inunda al admirar una obra de Freud. Imposible salir indemnes de sus exposicion­es. Dejan una herida en el alma.

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฀‘Gran interior W11 (según Watteau)’, vendido por 86,2 millones de dólares ฀Lucian Freud, en su estudio ฀Francis Bacon y Lucian Freud, cuando eran amigos, en 1974 ฀Freud, en el Prado, admirando dos obras de Velázquez ฀Sue Tilley, oronda musa de Freud, junto a uno de sus retratos
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