«Simone Veil entendió la política más allá de la ideología»
El director estrena ‘Simone, la mujer del siglo’, un repaso a la vida de la mujer que encarnó la historia
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‘Simone, la mujer del siglo’, la última película de Olivier Dahan, ha tenido un doble o triple éxito: ante el gran público, ante la historia del siglo XX y ante las nuevas generaciones inquietas ante un incierto futuro, cuando la tragedia está ensangrentando el corazón de Europa. Dahan ya había filmado la vida de otras dos grandes señoras, Edith Piaf y Grace Kelly, y ahora aborda la figura de Simone Veil, con los dramas y triunfos de una mujer que conoció en sus carnes el horror del campo de concentración de Auschwitz, que impuso con lágrimas y mano de hierro (desde el centro derecha) la despenalización del aborto y que terminó siendo la primera presidenta del Parlamento Europeo elegida por sufragio universal, culminando una vida cívica excepcional.
—¿Cómo llegó a Simone Veil?
—Desde siempre había deseado contar la historia de una política más allá de su actividad. Una mujer que, a través de la política, ayudara a cambiar la historia. La vida de una mujer cuya peripecia personal fuese suficiente para comprender la marcha de la historia.
—¿Hay algo en común entre las historias de Edith Piaf, Grace Kelly y Simone Veil? Piaf quizá fue algo así como una individualista libertaria, la princesa de Mónaco fue una mujer sometida al rigor de su puesto, y Veil fue una mujer política conservadora. —Si. Yo comencé como fotógrafo. Y me encantaba mirar, ver, descubrir personajes a través de la fotografía. Un día descubrí las fotos de la joven Piaf. Tenía una figura ultra moderna, algo así como una chica punk antes que existiesen los punk. En el caso de la princesa Grace, toda su vida fue una suerte de lucha íntima entre su faceta como actriz, su condición de mujer con gran personalidad y sus deberes oficiales como princesa. Una lucha sin fin. En el caso de Simone Veil, su infancia en el campo de concentración de Auschwitz, su lucha en defensa del aborto, hasta su puesto como presidenta del Parlamento Europeo... La suya también fue una vida de resistencia, combate, defendiendo cosas esenciales, más allá de la política de cada día.
—¿Por qué encarna el siglo XX?
—En su trayectoria humana se cruzan varios de los grandes conflictos del siglo pasado, de los campos de concentración a la construcción política de
Europa. Y, más allá de la peripecia inmediata, ella siempre está en pie, resistiendo, cambiando o intentando cambiar el rumbo de las cosas.
—Usted rueda una visión más bien poética, muy alejada de la mujer política, conservadora, europeísta, implicándose en batallas muy crudas.
—Para mí, lo esencial era contar su resistencia a través de su condición más allá de lo inmediato y circunstancial. En ese terreno de la política más cruda, como usted dice, ella también tuvo que resistir. Su padre era conservador. Su madre más bien de izquierdas. Ella heredó algo de ambos. En el fondo, su manera de entender la política estaba más allá de la ideología. Ella intentaba mejorar las cosas de manera práctica.
—Su película es una suerte de continuación de otras como ‘Shoah’, de Claude Lanzmann, ‘La lista Schindler’, de Spielberg, y ‘El pianista’, de Polanski…
—Esas y otras obras estuvieron en el origen y la realización de mi película. De alguna manera, he intentado continuar esos relatos. No es evidente que todos los jóvenes que van al cine hayan visto las obras de Lanzmann, Polanski y Spielberg. A partir de ese convencimiento, para intentar ser honesto, creo que es bueno recordar, tener presente esas historias, que forman parte del mismo tronco dramático común.
—¿Dedica la película a su padre?
—Mi padre fue un luchador. Consiguió escapar a la persecución de los nazis. Es una forma de homenaje porque no pudo ver la obra. Murió poco antes.
—¿Qué mensaje tienen una heroína del siglo XX para los hombres y mujeres del siglo XXI?
—A su manera, Simone Veil encarna el humanismo absoluto en un mundo muy deshumanizado. No soportaba las injusticias. Para mí, ha sido muy estimulante comprobar que las chicas jóvenes se han «apropiado» del personaje. Sus principios, sus valores... Son modelos que ayudan a vivir, comprender, actuar.
La suya también fue una vida de resistencia, pasó su infancia en Auschwitz y acabó como presidenta del Parlamento Europeo