Annie Ernaux: «Escribiré para vengar a mi pueblo, escribiré para vengar a mi raza»
El martes, al poco de llegar a Estocolmo para recibir el premio Nobel de Literatura, la escritora Annie Ernaux dijo que el galardón era algo «para los hombres». «Eso se ve en el gusto por una tradición, la de los trajes. Me parece que el apego a las tradiciones es tal vez más masculino, en el fondo se transmite el poder de esa forma (...) La palabra ha estado monopolizada casi siempre por hombres», declaró a AFP. Ayer, durante su discurso de aceptación, la autora volvió a reflexionar sobre la condición de la mujer en la literatura. «Escribiendo en un país democrático, sigo preguntándome, sin embargo, por el lugar que ocupan las mujeres en el ámbito literario. Su legitimidad para producir obras aún no está ganada», lamentó.
Condición social
Pero sobre todo, Ernaux habló de su condición social, que atraviesa todo lo que escribe desde su juventud. De hecho, comenzó citando una frase de su diario de hace de sesenta años: «Escribiré para vengar a mi pueblo, escribiré para vengar a mi raza». «Pensaba orgullosa e ingenuamente que escribir libros, hacerse escritor al final de una estirpe de campesinos sin tierras, de obreros y pequeños comerciantes, de gentes despreciadas por sus modales, su acento, su incultura, bastaría para reparar la injusticia del nacimiento. Que una victoria individual borraba siglos de dominación y de pobreza, con una ilusión que ya la escuela me había incentivado por mi alto rendimiento escolar. ¿Cómo podría compensar mi éxito académico las humillaciones y las ofensas sufridas? No me planteaba la pregunta. Tenía algunas excusas», explicó.
También, claro, dejó espacio para la política. «Está ascendiendo en Europa –enmascarada por la violencia de una guerra imperialista emprendida por el dictador a la cabeza de Rusia– una ideología de repliegue y de cerrazón, que se extiende y gana continuamente terreno en países hasta ahora democráticos. Basada en la exclusión de extranjeros y migrantes, el abandono de los económicamente débiles y la vigilancia del cuerpo de las mujeres», denunció. Y cerró compartiendo el premio con «quienes, de un modo u otro, desean más libertad, igualdad y dignidad para todos los seres humanos» y celebrando que la literatura siempre ha sido su espacio de emancipación.