ABC (Córdoba)

El rey del ‘twitch’

No sé yo por qué, en algún momento, le sostuvimos alguna esperanza al míster

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

YA quisiera yo creer a la prensa alemana que arriesga que España buscó la derrota, ante Japón, por abrirse un rumbo más fácil en el Mundial. Pero me temo que los opinadores alemanes se han sobrado de imaginació­n, porque España ha sido una campeona del ridículo, durante todos los partidos, salvo el espejismo del día de Costa Rica. En el principio y en el final de este torneo inolvidabl­e ha estado Luis Enrique, que le ha puesto mucho vicio al ‘twitch’, pero poco al fútbol. No sé yo por qué, en algún momento, le sostuvimos alguna esperanza al míster, cuando es un hombre que viene queriendo pasar a la historia sólo con el nombre propio. Yo no sé si le ha sobrado el ‘twitch’, o el Mundial, pero algo aquí sí ha sobrado, porque si no nos echan un cable de azar los alemanes, no habíamos llegado a cuartos, que es quizá nuestro mejor sueño, visto lo no visto. No sirve eso de que «el fútbol es el fútbol», que es la frase de los poetas del micro, para redimir a Luis Enrique, porque ha sido reincident­e en la mediocrida­d, hasta el éxito del fracaso. No es fácil llegar al virtuosism­o de tirar tres penaltis, y fallarlos los tres. El gran Alfredo Di Stéfano sostenía que, en el deporte, hay buenos, malos y campeones. Por abreviar, Luis Enrique no nos entra en la estirpe de «los campeones». Se llevó a Qatar a un ramo de chaveas que no asustan, y luego resolvió las alineacion­es como el que supone mejor opción el peor despiste. Pareciera puesto ahí por Marlaska, y no por Rubiales, aunque ya qué más nos da. Mientras escribo, aún no ha dimitido. Ya está dando más tiempo a preparar la despedida que a un partido de cuartos. Igual enseguida pasa el tiempo, y todo se olvida un poco, pero Luis Enrique quedará como estampa del rey del ‘twitch’, eso sí, para las hemeroteca­s del fútbol internacio­nal, mientras nuestro hombre en el álbum de la memoria de los Mundiales seguirá siendo Íker Casillas, capitán sólido de la Roja campeona, en Sudáfrica, que además despeinó con un beso a una tal Sara Carbonero ante la envidia de los valientes y la algarabía del mundo.

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