Luis Enrique y los medios
Al madridismo mediático tampoco le gustaba Del Bosque, ni Aragonés
Además de las cuestiones deportivas, el Mundial de Luis Enrique ha tenido una interesante dimensión periodística. Su decisión de ‘estrimear’ permitió una comunicación directa con el aficionado que benefició a su imagen. El entrenador tenso y a la defensiva daba paso a un hombre cordial y hasta simpático. De alguna manera, con esto ‘puenteaba’ a la prensa, que durante los primeros días no pudo llevar la iniciativa narrativa en la creación del clima.
La reacción fue fea. Cuando hablamos de prensa hablamos de algunos medios: los diarios deportivos y los grandes programas radiofónicos. La oligarquía de la alcachofa, el clásico periodismo especializado. Se habló de la muerte de su hija, se manipularon audios y se entró en un cuestionamiento personal que con la eliminación llegó al extremo, bien recogido al día siguiente en un tuit de Javier Ares: «¡Dios mío, cuánta bilis!».
Al viejo periodismo deportivo, y muy concretamente al madridismo mediático, que suma a los anteriores el programa de Pedrerol, no les gustaba nada Luis Enrique. Pero es que al madridismo mediático tampoco le gustaba Del Bosque, ni Luis Aragonés cuando decidió prescindir de Raúl y, si hacemos memoria, tampoco Clemente, enterrador de La Quinta del Buitre. ¿Qué seleccionador les gusta a los medios encargados de (de)formar el juicio del madridista? La desafección madridista con la Selección quizás sea una cosa poco importante, pero muy elocuente. Si ellos no son capaces de hacer el esfuerzo de comprensión y admiración del otro, ¿qué pueden pedirle luego a los demás? El particularismo futbolero se desboca como símbolo de tanto tribalismo.
Decir que Luis Enrique «pone a su yerno» es una pequeña bajeza que resume la cuestión. También lo hacía Cruyff, y Lorenzo Sanz tenía a sus hijos en el club. ¿Se lo reprochaban o lo consideraban sospechoso sus amigotes de las ondas? No recordamos tal cosa. Luis Enrique no ha logrado su objetivo deportivo (España está donde estaba, quizás donde merece), pero ha conseguido revelar el fondo macarra y patrimonial de cierto periodismo y el desvarío del bloque madridista de los medios, convertido al rencor y la saña cainita.