ABC (Córdoba)

Muros de infamia

El paredón de Sánchez es un parapeto contra el cambio, un blindaje de su poder pagado con nuestro dinero

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

SI algo recuerdo con gratitud de esta ya larga carrera periodísti­ca mía es haber tenido el privilegio de cubrir para ABC la caída del Telón de Acero que durante casi medio siglo dividió Europa en dos mitades. A un lado estaba el totalitari­smo. Al otro, la libertad. La barrera infranquea­ble que separaba ambos mundos cobraba diversas formas dependiend­o de los países, aunque ninguna tan simbólica como el Muro de Berlín levantado con el fin de impedir que los habitantes del «paraíso comunista» huyeran al «infierno capitalist­a». Yo vi con mis propios ojos en Hungría, Checoslova­quia, Bulgaria, las repúblicas Bálticas, Polonia o la propia Alemania del Este la realidad de ese presunto Edén al que aspira todavía hoy uno de los integrante­s del Gobierno que padecemos. En ese arranque de los noventa, mientras España crecía y se preparaba para entrar en la UE, fui testigo de la miseria material y política imperante en esas naciones víctimas de la bota soviética, me sorprendí ante la herencia de sumisión servil dejada en buena parte de la población por cuarenta años de opresión feroz, y me sentí inmensamen­te orgullosa de esa Transición nuestra de la dictadura a la democracia por la que me preguntaba­n en todas partes, desde las universida­des en plena ebullición a las sedes de los partidos recién nacidos, deseosos de imitar un proceso considerad­o ejemplar. El mismo del que ahora reniega la izquierda que cava trincheras y se une al separatism­o en la confección de cordones sectarios contra todo el que defiende la Constituci­ón que nos ampara. Yo tuve la fortuna de iniciar mi andadura profesiona­l contemplan­do el derribo de un muro infame edificado con el propósito de convertir medio continente en un presidio. Ahora tengo la desgracia de embocar la recta final asistiendo a la construcci­ón de otro, no menos ignominios­o, cuya finalidad es enfrentar a los españoles entre sí.

El muro de Pedro Sánchez no está hecho de cemento, sino de mentiras, odio, insidias, traición, relativism­o, crispación. Bajo esos pesados sillares han sido sepultados los valores que tanto admiraban los jóvenes cuyo coraje acabó tumbando la muralla de terror impuesta desde Moscú: la verdad libre de censura y propaganda, la transparen­cia, el pluralismo, el imperio de la ley. En su lugar nuestro caudillo ha entronizad­o el «progresism­o» como único principio político digno de considerac­ión y se ha autoprocla­mado juez supremo del tribunal de oposición que examina a los candidatos. Su paredón excluyente pretende condenar al ostracismo perpetuo al PP, aunque para ello haya que hacer hueco en el interior de la fortificac­ión a «progresist­as» tales como Otegi, Puigdemont, Junqueras o Asirón, a quien el PSOE ha entregado Pamplona a mayor gloria de ETA y su historial asesino. El muro de Sánchez es un parapeto contra el cambio. Un blindaje de su poder pagado con nuestros derechos, nuestra soberanía y nuestro dinero.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain