La hija de la maestra doña Conchita que prefirió la política a ejercer la medicina
▶ Montero ha demostrado solvencia técnica, intuición y habilidad negociadora
María Jesús Montero es médica de profesión, pero pocos pacientes habrán tenido ocasión de verla con una bata blanca. Esta trianera, residente en los conocidos como ‘Pisos verdes’, se licenció en Medicina en la Universidad de Sevilla pero nunca llegó a ejercer, porque siempre le atrajo la política y la gestión pública.
Estudió en el colegio público José María Izquierdo, donde su madre, Concha Cuadrado -doña Conchita-, era una referencia en el barrio, como demuestra el homenaje que se le tributó en 2012. Su padre, Manuel Montero, también fue maestro en este colegio público. En su juventud militó en movimientos cristianos de base y tuvo relación con las Juventudes del PCE, pero pronto ingresaría en el PSOE. Tras ocupar varios cargos de gestión sanitaria en 2002 dio el gran salto a la política, cuando se incorporó al Gobierno socialista de Manuel Chaves como viceconsejera de la Salud, a las órdenes del entonces consejero Francisco Vallejo, a quien sustituyó dos años más tarde. En septiembre de 2013 fue designada consejera de Hacienda y Administración Pública, donde estuvo cinco años.
Las claves del éxito de María Jesús Montero, fan de Sting y del Barça, pueden reducirse a dos: hace bien su trabajo y sabe colocarse. Dicho de otra forma, ejecuta con solvencia y mano izquierda un asunto tan delicado como la planificación presupuestaria y tiene intución política para ubicarse en el bando ganador, algo fundamental para progresar en política, un ámbito en el que el buen desempeño profesional con frecuencia no es lo más importante.
Se expresade manera coloquial, casi populista, con giros y expresiones de la calle, de forma que su imagen dista mucho del perfil técnico que suelen ofrecer los responsables de Hacienda. Pero tras la diputada dicharachera que llama «chiqui», «mi arma» o «cariño» a los periodistas hay una política cabal y con una preparación muy sólida que lleva una decena de presupuestos a sus espaldas, entre Andalucía y las propias cuantas generales del Estado. Todos ellos los ha elaborado sin tener mayoría absoluta en el Parlamento, lo que indica su habilidad para la negociación y capacidad para el consenso. Personas que han trabajado próximas a ella la definen como una jefa exigente y temperamental, pero también cercana al trabajador e imaginativa para resolver los complejos embrollos presupuestarios.
En la crisis interna que vivió el PSOE en 2016 figuraba en el bando de Susana Díaz, pero tuvo la habilidad de no romper puentes con el bando de Pedro Sánchez. Tanto que fue a la primera persona que llamó el propio Sánchez para proponerle el cargo de ministra de Hacienda cuando, tras vencer en las primarias a Susana Díaz, presentó y ganó la moción de censura contra Mariano Rajoy. Hoy es una de las cinco ‘supervivientes’ de aquel primer gobierno.