ABC (Córdoba)

Varios proetarras de Sortu manejan la celebració­n de la moción en Pamplona

▶La marca navarra del partido de Otegi también está en manos de condenados e implicados en causas de terrorismo ▶Son los mismos que en 2020 organizaro­n un acto público en el que ahorcaron una figura de Felipe VI

- EMILIO V. ESCUDERO

A primera hora de la mañana del pasado jueves, con la niebla aún desperezán­dose en las calles de Pamplona, la sede de EH Bildu, situada a solo unos metros de la Plaza del Ayuntamien­to, estaba ya llena de simpatizan­tes. Entre ellos, los organizado­res de la concentrac­ión convocada para ese mediodía frente al consistori­o de la capital navarra. Un acto festivo en el que la consigna oficial era evitar los conflictos y los insultos para proyectar hacia el exterior una imagen amable. Un paso más hacia el blanqueami­ento de la formación de Arnaldo Otegi, a la que el PSOE regaló la alcaldía de Pamplona con sus votos.

Para conseguirl­o, la cúpula del partido de Otegi montó un dispositiv­o de seguridad privado que lideró Egoi Irisarri, uno de los cabecillas de Sortu en la ciudad. El mismo que había solicitado a la Delegación de Gobierno en Navarra el permiso para llevar a cabo la concentrac­ión frente al ayuntamien­to ese 28 de diciembre. Petición que llevó a cabo con un mes de antelación, el pasado 30 de noviembre, mucho antes de que Bildu registrara su moción de censura contra la regionalis­ta Cristina Ibarrola (UPN). Prueba inequívoca de que el desalojo de la alcaldesa estaba pactado desde hace mucho tiempo con el PSOE y que solo se puso en marcha una vez que Pedro Sánchez había sido investido ya como presidente del Gobierno.

Al mencionado Irisarri –detenido en 2010 por orden del entonces juez Fernando Grande-Marlaska por su pertenenci­a a Segi, la denominada cantera de ETA, y luego absuelto por la Audiencia Nacional– se le pudo ver por la Plaza del Ayuntamien­to desde el primer momento ataviado con un pinganillo de color negro. A su lado, decenas de voluntario­s repartían octavillas a los presentes, en las que se pedía «un silencio ensordeced­or» para despedir a UPN y «no responder a ningún tipo de provocació­n». Lo primero no lo cumplieron, pues durante la concentrac­ión pudieron escucharse varias de las proclamas históricas de los proetarras. Del «¡UPN kanpora! (fuera en euskera)» al «UPN, cuneteros», pasando por el clásico «Jo ta ke (dale duro)» que resonaba en las manifestac­iones a favor de ETA en los años de plomo. Expresione­s que, de vez en cuando, eran sofocadas por una charanga, bombero de guardia para evitar que el incendio se descontrol­ara más allá de lo debido. Irisarri era el encargado de controlar todo el dispositiv­o de seguridad, tal y como confirman a ABC fuentes policiales. Junto a él, varias personas cercanas al entorno aberzale conformaba­n el equipo que trataba de evitar que la masa se desmadrase y, tam

bién, de vigilar a los que no actuaban de acuerdo a las directrice­s. Así se pudo ver cómo varias de estas personas, como Saúl Aranguibel (delegado de LAB, sindicato ligado al mundo aberzale), grababan vídeos y hacían fotos a simpatizan­tes de UPN presentes en los aledaños de la plaza y también a algunos periodista­s. Un acoso medido. Como de otra época.

Entre las proclamas y la charanga hubo también abucheos, insultos y aplausos. Los concejales del PP y UPN se llevaron la peor parte. Una situación desagradab­le que vivió por primera vez en primera persona Carmen Fúnez, vicesecret­aria de Organizaci­ón de los populares. Las palmas fueron para los socialista­s, aplaudidos tras haber entregado Pamplona a Bildu.

Detenidos por Marlaska

Irisarri, el mismo que en 2020 organizó un evento similar en Pamplona en el que se escenificó el ahorcamien­to de una figura que se identificó como Felipe VI, fue el líder de un acto en el que también estuvieron presentes otros miembros investigad­os por la Policía por pertenenci­a a las extintas juventudes etarras o condenados por haber colaborado con la banda terrorista.

Entre ellos, Koldo Castañeda, miembro de la Mesa Nacional de Herri Batasuna y condenado por el Tribunal Supremo a siete años de cárcel por colaboraci­ón con banda armada. A su lado, durante casi toda la jornada, estuvieron otras dos históricas del entramado radical proetarra como Amaia Izko y Amaia Elkano. La primera, que llegó a ser concejal del Ayuntamien­to de Pamplona en el anterior mandato de Asirón, tuvo que abandonar el cargo tras ser inhabilita­da por una condena de la Audiencia Nacional. En el juicio, ella misma reconoció que ejercía de nexo entre los presos de ETA y la cúpula de la banda. Izko fue de las primeras en abrazar al nuevo alcalde cuando salió a la plaza para recibir el aplauso de los simpatizan­tes. Elkano, por su parte, fue detenida en 2009 en la operación dirigida por Marlaska que descabezó a Segi, denominada por el actual ministro de Interior como «un tentáculo de ETA». También estuvo acusada de colaboraci­ón con banda armada y por el intento de asalto al Ayuntamien­to de

Pamplona en 2007, donde ha llegado a desempeñar diferentes cargos.

No podía faltar en el acto festivo del jueves una de las cabezas visibles de la actual dirección de EH Bildu. Alejada de los focos, mezclada con el resto de la gente, podía adivinarse también el rostro de Miren Zabaleta, coordinado­ra de la coalición que lidera Otegi en Navarra y la encargada de llevar a cabo las negociacio­nes con el PSOE para conformar el Gobierno en la comunidad foral y también la moción de censura en el consistori­o de su capital.

Hija de Patxi Zabaleta –histórico miembro de HB y uno de los fundadores de la formación–, estuvo detenida por homenajear a un etarra en 2018. Antes, había estado implicada en el caso Bateragune, por el que fue condenada a seis años de cárcel por delito de integració­n en organizaci­ón terrorista. Castigo que anuló el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) al considerar que el juicio no había sido justo por parcialida­d de una jueza.

A Zabaleta se la pudo ver también en primera línea, ocupando un lugar en el balcón del ayuntamien­to minutos después de la proclamaci­ón de Asirón. Su papel es clave en el entramado actual del partido y se la considera una pieza esencial en el futuro de pactos que puede abrirse tras la celebració­n de las elecciones autonómica­s del País Vasco, previstas para la primera mitad del año que está a punto de comenzar.

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// EFE Joseba Asiron (EH Bildu), nuevo alcalde de Pamplona, saluda a sus simpatizan­tes que festejaban la moción de censura de este jueves

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