La letra con sangre entra
El progreso ha convertido al profesor en una profesión de alto riesgo
Año Nuevo, acontecimientos viejos. El ameno público de belenes y pascueros, con el alma llena de un navideño sentimiento de amor al prójimo, desconoce que los centros públicos cordobeses de enseñanza secundaria se han convertido en campos de batalla. Un estudio de la sección de Educación del sindicato CSIF destaca que más del 80% de los profesores cordobeses denuncia problemas de convivencia en clase, y más del 60% reconoce haber sufrido agresiones verbales y físicas o amenazas por parte de los alumnos. Cerca del 40% ha sido víctima de la violencia de las familias de los estudiantes, la familia unida, aprueba unida. La mitad del profesorado asegura que en sus aulas son frecuentes las agresiones entre estudiantes. Eso en la escuela primaria, donde los combatientes tienen entre 6 y 12 años. En la educación secundaria es peor, porque el 94% de los enseñantes vive problemas de enfrentamiento entre pensadores adolescentes. Estudiantes que sufren el acoso de otros estudiantes: burlas, insultos, desprecio, vejaciones, golpes y otras manifestaciones de la inteligencia en formación. El progreso ha convertido el oficio de profesor en una profesión de alto riesgo, que no está pagada a la altura del peligro que encierra. Para aprobar las oposiciones, el profesor cordobés de enseñanza secundaria deberá ser cinturón negro de karate séptimo dan, y diestro en el manejo de armamento de guerra. Será obligatorio entrar en clase con chaleco antibalas, y la mesa profesoral estará protegida por una doble alambrada de espino. En una mesita auxiliar, al alcance de la mano derecha, que es la mano represiva, botes de humo y pulverizadores de gas paralizante. Eso, para la clase de Lengua y Literatura. En Sociales se añadirá un armarito con drones y misiles de corto alcance. Profesores entrenados para reducir a un comando de Hamas en menos de un minuto y sin contacto físico. A su lado, Rambo parecerá un caganer de dibujos animados. La nueva estrategia docente obligará a cambiar el nombre de las asignaturas: Comando de Matemáticas, Comando de Geografía, en la nueva nomenclatura de un sistema de enseñanza analfabeta por objetivos. Objetivo: el profesor de Inglés; objetivo: la profesora de Sociales; objetivo: el insoportable de Ética, y por ahí seguido, hasta que los propios alumnos, con el apoyo moral o físico de sus papás, según, alcancen ellos solos todos los saberes y se conviertan en aprobadores de sí mismos. Y así hasta que lleguen a ministros.
Si la letra de los alumnos tiene que entrar con la sangre de los profesores, que a los niños los eduque personalmente la ministra de Educación, en centros de entrenamiento paramilitar adaptados a cada edad. Que la sangre la pongan los gobernantes y cuenten luego en las televisiones públicas el gozo democrático que se siente. Los profesores cordobeses no tienen por qué soportar que los agredan sus alumnos y los padres de sus alumnos, mientras la sociedad parece contemplar con indiferencia el espectáculo. La ira ajena no entra en el sueldo. Eso se cobra aparte.