«El Dakar es el gran ejemplo de lo que es el deporte inclusivo»
▶ El catalán, en silla de ruedas desde 2007, es feliz pudiendo competir «sin ayudas, como Sainz o Al-Attiyah»
Isidre Esteve (Oliana, 1972) afrontará su Dakar número 19. El ilerdense, que empezó corriendo el raid en moto, participa en vehículo de cuatro ruedas desde que en 2007 quedara en silla de ruedas tras un accidente en una carrera en Almería.
—¿Recuerda su primer Dakar?
—Y tanto, además, lo recuerdo porque fue una experiencia que me marcó mucho a nivel personal. Me impactó mucho África, sobre todo Mauritania y Mali. Hacer una etapa de cinco horas por el desierto, en el que solo había arena y piedras, y ver a una familia viviendo debajo de un árbol y hacer otros 300 kilómetros y no ver nada más… Pensaba, ¿de qué viven, qué hacen? Cuando esto lo vives en primera persona es impactante.
—¿Le dio muchas vueltas?
—Tras el primer Dakar llegue a casa y pensé: ‘Isidre, no te puedes quejar nunca más en la vida después de haber nacido donde has nacido y tener las oportunidades que tienes’.
—¿El Dakar le ha seguido impactando igual en los años sucesivos?
—El Dakar ha cambiado de continentes. He estado diez años en África, varios en Suramérica y ahora estamos en Arabia Saudí y ha evolucionado continuamente. El gran mérito de esta carrera es que se ha sabido adaptar al cambio de los tiempos. Ahora estamos viviendo un Dakar muy tecnológico, muy controlado, pero porque la sociedad pide que sea así. En mi primer año, en 1998, en la etapa maratón de tres días salimos casi 500 pilotos y en el vivac de la noche éramos 30. Y la carrera empezó igualmente el día siguiente. Era épico. Ahora eso no pasa. Ahora es necesario saber dónde está cada piloto en todo momento.
—¿Y eso es mejor? —Esto es lo que ahora toca. —¿No cree que se ha perdido el espíritu de aventura del principio?
—Lo que no podemos hacer es comparar porque la sociedad no es igual ahora que hace 30 años. El pensamiento, las prioridades, las preocupaciones… no son las mismas. Todo ha cambiado mucho. Lo que ha hecho la carrera es adaptarse a eso, a nivel de seguridad, de recorrido… Ahora, por ejemplo, es más difícil que antes. Antes, cuando te dabas cuenta de que te habías perdido habían pasado 100 kilómetros y a lo mejor no tenías gasolina para volver a la pista… Ahora, a los 10 kilómetros sabes que te has perdido, pero la navegación es muy complicada porque te hacen ir a buscar puntos muy concretos. Antes, cuando te pasaba algo, no llevabas teléfono porque no había. Solo llevabas una radiobaliza pequeña y que no sabías si funcionaba… Ahora, en cuanto te sales un poco de pista, ya tienes a alguien de la organización hablándote por la radio. Si te sales del corredor, ellos lo ven y si hace falta te reconducen a la pista, aunque con penalizaciones…
—Es otro tipo de competición…
—Ahora es una competición pura y dura, más exigente que antes, más difícil y con otro ritmo. Pero los coches y las motos de ahora no son tampoco los de antes. Actualmente, el nivel de coches es mucho mejor. No se destruyen. Si te chocas con algo, antes te destruyen a ti…
—¿Lleva el mismo coche que el año pasado?
—Sí. Es un coche excepcional. Para mí es más importante llevar este coche puesto a punto como lo tenemos que llevar un coche nuevo con el que no haya podido trabajar mucho. Piense que para mí la gran dificultad son los mandos en el volante y necesito que todo esto me funcione muy bien. Prefiero tener muchos kilómetros acumulados en un coche que haya podido poner a punto como yo necesito que un coche nuevo más potente.
—¿Y puede mejorar la participación del año pasado?
—Podemos correr muy rápido, pero hay cuatro pilotos que están un escalón por encima, que van muy rápidos y contra los que no podemos competir. Estos pilotos se llaman Nasser Al-Attiyah, Sebastian Loeb, Carlos Sainz e incluso Lucas Moraes. Estos pilotos están a un nivel muy alto. Para mí, tener que conducir solo con las manos es un hándicap, es más difícil. Acabo con los brazos destrozados. Y luego hay otro factor: cuando pincho o quedo atrapado en la arena, el único que trabaja es mi copiloto, Chema Villalobos.
—¿Entonces?
—Estamos en un segundo grupo que va del 8-9 al 25-30. A nosotros nos gustaría estar entre los 20 primeros, más cerca del diez que del veinte. Creo que estamos en esa franja.
—¿Y no sería más justo cuantificar su incapacidad física con compensaciones para equipararle al resto de pilotos?
—Sería muy complicado. Cuando hablamos de deporte inclusivo, el Dakar y el automovilismo es el ejemplo. Con sus ventajas, que no sé cuáles son, y sus desventajas. Para mí lo más importantes es competir en la misma carrera que compite Carlos Sainz, Sebastian Loeb y Nasser Al-Attiyah, afrontar las mismas dificultades, estar en la misma clasificación y hacer los mismos kilómetros que ellos. Aunque haya momentos en lo que a mí me cueste mucho más. Si empezásemos a hablar de bonificaciones no acabaríamos nunca. Si yo acabo 13, 15 o 25, ya sé que es con más dificultad que el resto, por lo tanto tiene un valor por encima de lo que tendría si yo estuviera con las mimas condiciones físicas que el resto. Y eso es lo más importante.
—Es un razonamiento lógico…
—En una carrera está el que gana. El segundo es el primero que pierde y el tercero muchas veces la gente no sabe ni quién es. Por lo tanto, el 8 o el 14… Prefiero estar en igualdad de condiciones que el resto. Lo que no querría es tener una categoría al margen, para gente con discapacidad. Prefiero el esfuerzo que significa estar ahí en igualdad de condiciones que el resto. Todos los deportes paralímpicos merecen todo mi respeto. En nuestra disciplina esta diferencia no es tan grande como para que no podamos estar todos en la misma carrera con el mismo reglamento. Al final, la gran diferencia está en la acumulación de kilómetros.
«El primer Dakar, en África, me marcó. Pensé: ‘Isidre no te puedes quejar nunca más’» «Hay cuatro pilotos por encima del resto: Loeb, Al-Attiyah, Carlos Sainz y Moraes» «Conducir solo con las manos es un hándicap, además, si pincho, solo trabaja mi copiloto»
—¿Pero Al-Attiyah, Loeb y Sainz son inalcanzables o no?
—Si la etapa fuera lineal… Al final acabo con los brazos completamente destrozados porque lo tengo que hacer todo con ellos. Si solo tuviéramos que hacer 100 kilómetros habría pocas diferencias.