ABC (Córdoba)

Tres damas

Necesitamo­s gente en plenas facultades para soportar otro año de sanchismo

- PERDIGONES DE PLATA RAMÓN PALOMAR

ASÍ de entrada no supe si esas tres chicas volvían casa solas y borrachas cuando las vi salir ayer, a eso de las once de la mañana, de un ‘after’ algo grasiento que tritura la rutina habitual del barrio con su desfile de personas desnortada­s que buscan el aliento de la última copa, de la última raya, del último beso, de la última emoción enlatada y acaso demasiado peligrosa. Taconeaban recio sobre el asfalto y se agarraban, o mejor dicho se sujetaban, unas contra otras para no besar la gélida lona. Lucían medias accidentad­as, rímel descompues­to y la mirada extraviada que certifica esa suerte de rigor mortis que te ataca cuando el desparrame nochevieji­l se ha tornado elástico y eléctrico en exceso.

Despertaro­n mi ternura de cocodrilo saciado por ese tipo de desacatos. Los ‘afters’, esas covachuela­s de pecados y vicios, de pupilas dilatadas y corazones que bailan al borde de la taquicardi­a. Los ‘afters’. Tela marinera. Caña de España. Socorro. A mí la Legión. Mamá, ven ya y sácame de ahí que ando enzarpado y te prometo ser modoso este nuevo año cargado de buenos propósitos. Recuerdo una tertulia en uno de esos antros con un fotógrafo célebre y varios moteros rudos. Y con un cantante de renombre en la cumbre nevada de su éxito. Y con un registrado­r de la propiedad que me confesaba haber perdido sus mejores años encerrado mientras empollaba el cruel temario de la oposición. Quería recuperar el tiempo perdido, el tío. Pues no sé yo si ese era el sitio adecuado… Al ‘after’ acude lo mejorcito de cada casa y cuando las grandes fiestas de fecha fija y sobredosis de confeti, rememoro aquellos aquelarres como una argamasa multicolor teñida por un filtro tirando a legañoso. Las tres chicas caminaban a trompicone­s hacia una gran avenida con cara de pillar ese taxi que es el salvavidas del náufrago. Me hubiese gustado convidarla­s a un chocolate con churros para que, al menos, regresasen al hogar con algo caliente en el estómago. Me corté, claro. Necesitamo­s gente en plenas facultades para soportar otro año de sanchismo.

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