Un hombre de grandes horizontes
Javier Martín-Artajo Gutiérrez (1936-2024)
Le ayudaba a ello las vistas desde su casa, a lo lejos, de buena parte del Sistema Central, con sus sierras de Somosierra y Guadarrama y con sus picachos puntualmente emblanquecidos por las nieves invernales. Era un hombre muy vitalista, le encantaban las motos y la primera que tuvo fue la famosa MV, moto de pequeña cilindrada solo de 125 cc con la que visitaba a la que luego se convertiría en el amor de su vida, Blanca. Se conocieron en Los Molinos, en un sitio verdaderamente singular, denominado Zacarías, que desaparecería para siempre pocos años después, en la colonia de la estación, donde la juventud molinera se acercaba para echarse una bailada y escuchar la música del momento, el Dúo Dinámico, los Platters, los Cinco Latinos, o la cálida y portentosa voz de Nat King Cole en español, con canciones que nos traen recuerdos añorantes como Ansiedad, Adelita, Toma chocolate,... en fin, canciones verdaderamente inolvidables.
Le acompañaba en sus visitas noviazgueras su gran amigo Juan Moreno, con la famosa moto Guzzi Hispania de 65 cc, casi un juguete, aprovechando la visita Juan, para hacer la corte a la hermana mayor de Blanca. De vez en cuando Javier también venía con su gran amigo Juan Peche, que se marcaba una Montesa de 125 cc , verdadero portento de la ingeniería española, junto con la Bultaco y posteriormente con la Ossa Mike Andrews, que logró importantísimos éxitos internacionales en la modalidad de Trial.
Posteriormente y ya cuando empezó a cosechar éxitos en su carrera le regalaron sus padres una NSU Max que era lo más avanzado en España en el sector motorístico. Las motos le acompañaron toda su vida y ya por fin cuando empezó a peinar canas se compró la moto por excelencia la BMW de 500 cc de dos cilindros. Eso sí que ya era una verdadera maravilla y tuvo el coraje de llevarla en barco a Estados Unidos y cual en ‘Easy rider’, galopar acompañado por Blanca de las múltiples bellezas de los paisajes americanos descansando en los moteles que se iban encontrando por el camino.
Egregio ingeniero de Minas, tuvo importantes puestos en Dragados y Construcciones, donde estuvo toda su vida profesional, incluso consiguió que en México se oyese la voz de su empresa, dirigiendo el proyecto ‘La caracola’. Llevaba con competencia en la provincia de Guadalajara, en el pintoresco pueblo de Bujalaroz, su finca El Molino, estudiando con precisión de relojero los cultivos más convenientes que se podían sembrar en una superficie bastante limitada. Esta rara habilidad le llevó a escribir los tres mejores libros de España, un estudio exhaustivo sobre los relojes de sol de Madrid, Guadalajara y Segovia. Era el presidente de la Asociacion de Amigos de los Relojes de Sol, y junto con su mujer Blanca, eran los mejores anfitriones de sus múltiples amigos en sus jardines de la Zarcilla, en Madrid, cuidados con mucho amor y trabajo por ella recibiendo esta en 2010, el premio del año a su jardín, de la Asociación de Amigos del Real Jardín Botánico.
Allá arriba estará acompañado por su hija dilecta Inés y también verá cómo lleva su familia su querida finca de El Molino y estoy seguro estará por ello muy satisfecho. Un hombre bueno, un gran profesional.