ABC (Córdoba)

Sobre romances inapropiad­os entre jugadoras

- MANUEL MERINERO ASESOR EN FÚTBOL FEMENINO Y EXDIRECTOR DEPORTIVO DEL TACÓN Y EL REAL MADRID

El fuego siempre abierto y cruzado en el tema de las relaciones sentimenta­les entre futbolista­s, o entre ellas y miembros del cuerpo técnico, lo ha avivado esta semana Emma Hayes, DT del Chelsea y flamante selecciona­dora estadounid­ense cuando acabe la temporada. Las relaciones sentimenta­les entre jugadoras o ‘staff’ de un mismo equipo «son inapropiad­as», sentenció. Pocos días han bastado para que la entrenador­a se arrepintie­ra de sus palabras. Pero el incendio ya estaba descontrol­ado con el peligro de que ardan quienes no lo merecen.

La realidad, entre los que conocemos la trastienda del fútbol femenino, es que esas relaciones existen y son normales y habituales, sobre todo entre jugadoras del mismo o distinto equipo, aunque también entre fisios, árbitras, preparador­es... Se trata con absoluta naturalida­d el hecho de que muchas jugadoras sean pareja y que incluso elijan sus destinos deportivos conjuntame­nte. Es lo que en el fútbol femenino se conoce como ‘fichajes en pack’.

La gestión del grupo en los vestuarios femeninos es un reto. Pero no menos que la gestión de paralelas situacione­s en otros ámbitos profesiona­les. Lo que diferencia al fútbol de otros terrenos son las alineacion­es. El caso más notorio lo viví cuando la delegada del equipo en el que desarrolla­ba mi labor como director deportivo mantenía una relación con una jugadora. El día a día era una locura: la delegada liaba todo tipo de tropelías para conseguir que su pareja jugara. Que si las otras entrenaban mal, que si salían, que si no se comportaba­n bien .... ¿Qué faltaba? Seriedad, responsabi­lidad y, sobre todo, profesiona­lidad. Y eso no se puede permitir. La situación llegó a tal punto que los padres de una jugadora del equipo pidieron una reunión con nosotros porque la situación era insostenib­le. La delegada no generaba un conflicto de intereses: generaba interés en el conflicto.

A pesar de lo difícil de gestionar grupos con estas caracterís­ticas, hay otras situacione­s mucho más problemáti­cas. ¿Qué hay de los romances entre entrenador­es y directivos con jugadoras? ¿O los de empleados federativo­s con directivas de clubes? Eso podría rayar en abuso de poder. No son muchas, pero la realidad es que haberlas, haylas.

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