ABC (Córdoba)

Repsol e Iberdrola, la ‘guerra de los Rose’ con las elecciones vascas de fondo

Imaz y Galán van camino de poner patas arriba –ambos– su liderazgo internacio­nal al acusarse de «ecoposture­o». Aunque para saber lo que está pasando, atiendan menos a Ribera y más al PNV, que ha puesto una vela a Josu Jon y otra a Ignacio para que todo si

- MARÍA JESÚS PÉREZ

EEn juego está el Corredor Vasco del Hidrógeno, que son palabras mayores allá arriba

L cruce de acusacione­s entre las dos compañías energética­s bandera de España, Repsol e Iberdrola, Iberdrola y Repsol, recuerda a aquella comedia que a finales de los ochenta nos puso delante de las narices el hecho de que del amor al odio hay solo un paso: ‘La guerra de los Rose’. En ella, Michael Douglas y Kathleen Turner

convierten su mansión en un campo de batalla para demostrar quién se ha sacrificad­o más. Josu Jon Imaz e Ignacio Sánchez Galán, Ignacio Sánchez Galán y Josu Jon Imaz, van camino de poner patas arriba la posición de liderazgo que tienen a nivel internacio­nal acusándose mutuamente de «ecoposture­o» y de ‘greenwashi­ng’, que para los menos sostenible­s viene a ser hacer lo contrario de lo que se dice con las cosas verdes. Y en el mientras tanto, lo nunca visto, una ministra del Gobierno, Teresa Ribera para más datos en esta ocasión, se ha apuntado al bombardeo a ver si así arrima el ascua a su sardina y se gana algún titular.

Lo cierto es que este Gobierno

se siente cómodo en la bronca, aunque sea ajena. En la trifulca están como Koldo en La Chalana.

Lástima que en esta representa­ción no haya un Dani DeVitto que intente mediar en lugar de echar leña el fuego y les recuerde a una y otra compañía aquello de que «nunca hay que dejarse llevar por las emociones». Y mucho menos en los negocios.

El pulso entre Repsol e Iberdrola no puede entenderse sin llevar a primera línea las próximas elecciones vascas, ni sin situar en el centro de la ecuación al PNV y su juego de equilibrio­s de suma cero. Para saber lo que está pasando hay que atender menos a Ribera y más al partido de Andoni Ortuzar, que ha puesto una vela a Josu Jon y otra a

Sánchez Galán para que todo siga como está y avancen hacia la

España electrific­ada sin olvidarse del biocombust­ible. Es así como unos y otros hacen caja y, de paso, se pone en valor el papel de

Petronor, principal contribuye­nte de la Hacienda vasca y joyita de la corona jeltzale. Que el impuesto a las energética­s vino para un año y ha hecho costra en el tejido industrial, amenazando con dejar en ‘stand by’ numerosas inversione­s y desarrollo­s en el País Vasco hasta que las compañías consideren que se dan las condicione­s de estabilida­d jurídica mínima.

No olviden que el PNV amarró en su pacto de investidur­a la gestión de los impuestos energético­s, en manos de las haciendas forales vascas, para salvaguard­ar a las empresas tractoras vascas y minimizar el impacto final de esos tributos con un sesgo favorable autonómico.

El problema ha surgido cuando

Iberdrola ha considerad­o que

Repsol no se conformaba con el ‘statu quo’, y que quería seguir haciendo hucha con los combustibl­es fósiles mientras trasladaba a la opinión pública su condición ya de marca verde y le mordía el negocio a su competidor. En juego está el Corredor Vasco del Hidrógeno, que son palabras mayores. El PNV, puro pragmatism­o hecho geometría variable política, trata de bajar las aguas, destacando que hay mucho que ganar para todos y casi tanto que perder si rompen la baraja. Detrás de la desairada intervenci­ón de Ribera en favor de Iberdrola no faltan quienes se malician de que está el intento sanchista de dividir para sacar tajada, algo –lo de dividir, claro– que se les da magistralm­ente.

Eso sí, un día después de su poco acertado tuit, la ministra se vio obligada (¿obligaron?) a ‘retocar’ sus palabras contra Imaz –¡no le tenía casi ganas desde que el CEO de Repsol amenazara con llevar sus inversione­s fuera si mantenían los persistent­es ataques al sector!–, pero en vivo y en directo, y en ‘campo vasco’. Durante un congreso eólico en

Bilbao, dijo ser «absolutame­nte neutra» en la pugna, si bien no logró esquivar el tirón de orejas de la peneuvista Arantxa Tapia, consejera de Desarrollo Económico, Sostenibil­idad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, alineada con los planteamie­ntos de Repsol, que le pidió «no desviar el foco»: «Esto va de sumar esfuerzos»... «y no de postureos», le faltó decir. Tanto como lo es, por cierto, que el Gobierno apueste en Bruselas por las nucleares y en España las cierre y que meta impuestos a la generación, sin discrimina­r, de modo que también los pagan las renovables, que en juego está para cuando convenga un puestecito europeo como el que consiguió su compi Calviño.

La ácida película que viene al caso arranca en un despacho de abogados, profética imagen para el pulso empresaria­l que nos ocupa, donde un elegante letrado suelta: «Mi tarifa son 450 dólares la hora. Si un hombre que cobra esa tarifa quiere contarte algo gratis, te interesa escuchar». El

PNV conoce bien cómo acaban estas películas y está dispuesto a hacerse escuchar para que al final la lámpara de araña no caiga sobre más cabezas de las necesarias... En estas guerras, señores, no hay victorias, solo grados de derrota.

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// EP La ministra Teresa Ribera

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