Hay polarización como si hubiera niebla
Para hacer buenos a la izquierda aberzale y los independentistas, los malos de la historia tienen que ser los del PP
ANDAN diciendo que hay polarización un poco como si hubiera niebla o polvo del desierto en el aire. Los diputados andan agarrándose del cuello y debe de ser por la polarización que es algo que se da como un fenómeno meteorológico –dan malo para la Semana Santa–, o el efecto de fuerzas que van más allá de nuestro entendimiento, que se generan lejos de nuestra voluntad, ya sabe: las tormentas solares, la ralentización de una corriente oceánica o la inversión del sentido de la rotación del magma del núcleo de la Tierra. Hablamos de un fenómeno cuyos mecanismos nos exceden.
Ojalá. Lo que le pasa a mi Españita es que se está produciendo una inversión de los polos de la culpa por parte del sanchismo en el que los villanos que le mantienen en el poder deben verse como los nuevos santos. Sánchez utiliza enormes cantidades de cabreo para pacificar. Así, agarrándonos de las solapas en los pasillos del Congreso, vamos llegando según Moncloa a una arcadia reconciliadora de las dos Españitas que, si no me fallan las cuentas, ya deben de ser diecisiete o dieciocho. El esquema consiste en que, para hacer buena a la izquierda aberzale y los independentistas, los malos de la historia tienen que ser los del PP. Los que hasta ayer eran considerados por ellos mismos como enemigos de la democracia son hoy sus socios y unos santos, y por eso los demonios deben ser todos los demás.
Para la elevación a los altares de los Puigdemones y los Arnaldos se necesita considerar que ellos estuvieran en lo cierto y anduviéramos equivocados todos los demás. Por el camino a los paraísos primaverales de la nueva mayoría de gobierno prenden las hierbas de algunos infiernos que ayer resultaban inconcebibles, por ejemplo este en el que las víctimas de ETA se aparecen como un obstáculo a no sé qué progreso. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, autor de las cesiones necesarias para contentar a los terroristas presos, pidió a Marimar Blanco que volviera al Espíritu de Ermua, aquel momento en el que el PSOE y el PP estaban juntos en la lucha contra el terrorismo, acababan de matar a su hermano y si alguien hubiera anunciado que un día el PSOE se haría con el poder gracias a la izquierda aberzale, lo hubieran llamado loco.
Pero el tiempo pasa y ahora la vileza consiste en que las víctimas del terrorismo están atrapadas en un pasado de sufrimiento que les impide entender el avance del sanchismo hacia la concordia de España. Lo cierto es que están cabreados hasta sus votantes; ya sabes, otros fascistas. Siquiera el enfado es visto como una actitud totalitaria y esto resulta especialmente inquietante pues, en todos los autoritarismos, siquiera la alternativa emocional es vista como disidencia. Cualquiera puede ser considerado un enemigo de la patria si no se le ve sonreír.