Un equipo de Dubái prepara ya su desembarco en la Euroliga
▶ El conjunto de Emiratos disputará la Eurocup el próximo curso y la máxima competición en 2025-26
a buen puerto pero, ya superadas las dudas del Maccabi de Tel Aviv, todo hace indicar que será más pronto que tarde.
Una realidad que se encargó de desvelar ayer el propio Motiejunas en una entrevista al medio francés ‘Skweek’. «Nos gustó que el acercamiento fuese mutuo. Tuvimos la primera reunión hace ya casi dos años. Es una gran ciudad, tiene un gran pabellón, un buen clima y expandir la Euroliga es algo a lo que siempre estamos abiertos». Además, el dirigente confirmó la hoja de ruta prevista. «La oferta es que se unan a la Eurocup y que tengan la opción de probar y convencer a todos que están preparados para la Euroliga».
Era el baloncesto una aldea gala frente al magnetismo árabe con el deporte occidental. La principal razón es que, la mejor liga del deporte, la NBA, tiene una autosuficiencia económica tan vasta que nunca ha necesitado de los muelles de Oriente para mantenerse a flote. De hecho, la liga norteamericana solo ha viajado hasta el golfo Pérsico para disputar algunos amistosos de pretemporada desde 2021. Una distancia que se hizo más pequeña, eso sí, después de que la primera copa de la NBA, el ‘In-Season Tournament’, disputada el pasado diciembre, fuese patrocinada por Emirates Airlines. Además, el Mundial 2027 se jugará en Qatar. Varias pistas que, de forma inequívoca, apuntaban a la Euroliga.
Estos movimientos de despachos, sin embargo, no dejan satisfecho a todo el mundo. Jorge Garbajosa, leyenda del baloncesto español, antiguo presidente de la Federación nacional y actual presidente de FIBA Europa, es uno de los más críticos con la posibilidad. «No me gusta el hecho de que un equipo de otro lugar pueda venir a la competición de nuestro continente. Es la Euroliga. En principio, no tiene sentido para mí», aseguraba el madrileño el mes pasado.
La influencia de Oriente Próximo, sin embargo, no planea quedarse solo en la incorporación de un equipo a las competiciones continentales. La Euroliga también tiene sobre la mesa una oferta de Abu Dabi de 75 millones de euros para que las próximas tres ediciones de la Final Four se celebren bajo su techo, lo que convertiría a Berlín en la última ciudad europea en acoger una fase final hasta, al menos, 2028. La cifra que ofrecen desde este emirato es astronómica, pues la capital alemana ha pagado cuatro millones para acoger la Final Four esta temporada, y eso que es la cifra más alta jamás retribuida por el evento. El mundo está cambiando, y el baloncesto no iba a ser menos.
Todo este maremágnum, además de resetear el tablero de la canasta europea, también da un aviso al resto de campeonatos, en especial a los del deporte rey. Sin ir más lejos, desde que el fútbol saudí se convirtió en un imán de astros el pasado verano, ha habido conversaciones entre la federación árabe y dirigentes de la UEFA para que al menos un equipo juegue la Champions League en un futuro cercano.
Moncho Tamames, el hijo menor del economista Ramón Tamames, falleció el pasado 12 de marzo a los 55 años. Era el único hijo varón del economista y uno de sus grandes apoyos: cenaban juntos cada viernes y juntos llegaron el año pasado al Congreso cuando Tamames se presentó como candidato a la moción de censura contra Pedro Sánchez.
Nacido en 1968, Moncho fue periodista, escritor y economista, aunque buena parte de su actividad profesional se desarrolló en la industria musical. Era el pequeño de tres hermanos, después de Alicia (1961) y Laura (1962), que el catedrático tuvo con su mujer Carmen Prieto-Castro, con quien se casó en 1960. Moncho estudió primero en el Liceo Francés, después en el Colegio Estudio, donde cursó COU, y más tarde en Antioch High School de California, donde descubrió al grupo de rock que el acabó cambiando la vida.
Licenciado en Periodismo y Economía por la UCM y UAM respectivamente, pasó por Sony Music, BMG Ariola y Media Records UK y fue director general de Arcade Music. También estuvo a cargo de Blanco y Negro Music, sello especializado en música electrónica que le llevó a residir en Barcelona durante una temporada. Como productor, su nombre figura en los créditos de remezclas dance y recopilatorios de música de baile, aunque su trabajo siempre estuvo más enfocado al ‘management’ y el asesoramiento de artistas para que consiguieran un mayor impacto comercial.
A Moncho la vocación musical le venía de lejos, de cuando fundó en los ochenta ‘Bandera blanca’, histórico club de fans y fanzine dedicado a U2 que le permitió conocer a Bono (según su padre, fueron grandes amigos) y escribir una biografía de la banda irlandesa en 1990. «En el 1984 me fui a Estados unidos, donde U2 eran ya superconocidos. Coincidí con que estaban de gira por todo el país, salían en todas partes, en la televisión, y fue allí donde me compré ‘The Unforgettable Fire’ y más tarde me compré el resto de su discografía. No solo me empezó a gustar U2, sino que empecé a tomarme la música en serio», rememoraba el propio Tamames en una entrevista de 1993.
Años después, en 2005, Tamames cambió de registro para publicar ‘La cultura del mal’, un ensayo concebido como una suerte de ‘guía del antiamericanismo’ con la que criticó sin tapujos la historia y costumbres de los estadounidenses. «Es obvio que las culturas, empezando por la anglosajona, necesitan de una regeneración profunda en valores como los que siempre han sostenido las civilizaciones desde los griegos», defendía entonces.
Padre de una hija adolescente nacida en 2009, Moncho vivió en Madrid, Barcelona, Buenos Aires y Nueva York y, en palabras de su padre, «siempre buscó lo mejor, o lo menos malo; con visión de inteligencia y pulcritud, en la idea de resolver problemas en vez de crearlos». Padecía un mesotelioma, cáncer que afecta al mesotelio, la capa de tejido que cubre órganos vitales como los pulmones o corazón, y fue enterrado dos días después de su muerte en el cementerio de la Almudena.