ABC (Córdoba)

El caso de Sagunto se investiga como muerte violenta accidental

«Estaba desfigurad­o; le dieron una paliza y lo envolviero­n en mantas», dicen los vecinos de Rafael

- DAVINIA DELGADO CÓRDOBA

El barrio de Sagunto sigue conmociona­do por la muerte a golpes de Rafael, el vecino de 60 años que apareció sin vida en la noche del miércoles. Agentes de las unidades Judicial y Científica han abierto la preceptiva investigac­ión , que está bajo secreto de sumario, y llamado a declarar a los vecinos de Rafael para tratar de esclarecer cómo murió.

El mutismo es absoluto, a la espera de confirmar, con la autopsia, lo que todo el mundo en el barrio «ya sabe». La única informació­n facilitada desde la Comisaría Provincial de Policía apunta a una «muerte violenta accidental, causada por terceras personas». Es decir, en el transcurso de una paliza pudo haberse dado un golpe que le causó la muerte. Habría unas tres personas investigad­as por el momento.

El ajetreo habitual de Sagunto, con su vaivén acelerado de carritos de la compra, furgonetas fugaces de carga y descarga, y persianas abriéndose a una nueva jornada, estaba ayer teñido de consternac­ión. En la calle, los ‘buenos días’ fruncían el ceño de tristeza tras la fatal noticia de la muerte de Rafael, ‘El Pollita’, como era conocido. El cuerpo sin vida del hombre, de unos 60 años, apareció la tarde de este miércoles en su casa, en Reina Mercedes, esquina con Cinco Caballeros, con signos de violencia.

Rafael residió «toda la vida» en esta zona de Córdoba. Desde hace unos dos años vivía solo en el inmueble, después de que su madre ingresase en la residencia El Yate. El Pollita era una persona «tranquila, que no se metía con nadie. Tenía una hermana y un hermano aquí en Córdoba, y un tercero en Barcelona», relataba, entre lágrimas, una vecina.

Perfil

Era muy conocido porque solía echar una mano en el popular bar Bonillo, en la misma calle Sagunto, frente al parque de ‘Los Teletubbie­s’. «Vivía en el portal de aquí al lado, se bajaba por las mañanas y se tomaba un cafelito, luego bajaba otro rato por la tarde; conocía a todo el mundo. Venía siempre muy bien arreglado, afeitado, con su ropa limpia. Los lunes iba a la residencia a ver a su madre», explicaron en el establecim­iento.

Después de la pasada Navidad, Rafael dejó de visitar el bar: «Al parecer, llevaba un tiempo yendo a varios centros para pedir comida y algunos cuentan que allí conoció a varias personas que se traía al piso para echarles una mano, para que se duchasen y demás», contó otro residente.

La noche del martes al miércoles, el fallecido se encontraba en su vivienda «con varias personas, tres o cuatro, y no tenían acento de Córdoba. Seguro había una mujer, así morena y bajita, y estuvieron hasta muy tarde con la música alta y liándola bastante; se oyeron gritos, golpes y discusione­s». Esto provocó que una vecina llamara a la puerta «ante la que tenían montada». Los que estaban en el piso, le dijeron que no se le ocurriese avisar a la Policía. «Y ahí quedó la cosa», comentaron varios conocidos.

Lo sucedido llegó a oídos de la hermana de Rafael, que al día siguiente llamó a la Policía. Al llegar, los agentes se encontraro­n el cuerpo sin vida «liado en mantas y desfigurad­o. Le habían dado una paliza buena», señaló otra vecina, quien aseguró que «dicen que se lo robaron todo, la televisión y las cosas que tenía de valor». «Todos esperamos que se haga justicia porque no merecía esto; no se metía con nadie, ayudaba a los demás y no hay derecho que le haya pasado esto», reclamaron los residentes de esta barriada.

Vivía solo, era querido en el barrio y la noche anterior estaba con personas que provocaron gritos y discusione­s

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// ABC Bloque en el que vivía Rafael, y en cuya residencia apareció su cadáver

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